Investigadoras y líderes de equipos: la historia de dos mujeres de ciencia en un mundo desigual

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..Gema Maldonado.
Las alumnas universitarias en carreras de ciencias de la salud en España suponen más del 70% del alumnado total, pero la cifra da un vuelco cuando de investigación científica se trata, un ámbito en el que las mujeres suponen solo el 39%, según datos del último informe Científicas en cifras, que data de 2017, elaborado por el entonces Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Este jueves es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una jornada que persigue acabar con la brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM). En iSanidad recogemos las experiencias vitales en el desarrollo profesional de dos investigadoras que se encuentran en diferentes momentos de su trayectoria, con vivencias y opiniones que hablan de la desigualdad entre hombres y mujeres que aún puede verse en investigación.

Elena Gómez-Díaz: “En general la investigación es un ambiente hostil para las mujeres”

Elena Gómez-Díaz lidera un equipo de seis personas que pronto pasará a tener ocho. Es el grupo de investigación sobre malaria del Instituto de Parasitología y Biomedicina “López – Neyra” del CSIC. Desarrolla investigaciones sobre los mecanismos epigenéticos que permiten a los parásitos causantes de la malaria adaptarse para sobrevivir a los medicamentos y vacunas que se diseñan para hacerle frente. ¿Hay dificultades para las mujeres en ciencia? “En general la investigación es un ambiente hostil para las mujeres”, opina, “a medida que avanzas en la carrera es más difícil encontrar mujeres en puestos de responsabilidad, liderando grupos, te sientes bastante sola y faltan esos modelos referentes”.

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El último informe de Mujeres Investigadoras 2020 publicado por la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC indica que el personal científico de la institución formado por mujeres supone el 35,9% del total. En puestos de responsabilidad las mujeres han dado un salto cualitativo, ya que son el 54% del equipo directivo del CSIC. Pero el optimismo cae cuando se observa el porcentaje de directoras de los centros que componen la institución: ellas suponen el 20,9%. En la escala de profesores de investigación su presencia se eleva ligeramente hasta el 26,6%.

Solo el 20,9% de quienes dirigen centros del CSIC son mujeres

Según reconocía la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Mujeres y Ciencia, Francisca Puerta, “al promocionar menos y mantenerse más tiempo en la misma escala, tienen menos quinquenios y sexenios en escalas superiores, lo que se traduce en una menor retribución económica”. Se repite la denominada gráfica de tijera: hombres y mujeres parten de una situación similar, pero a medida que van avanzando en sus carreras científicas, el número de mujeres que sube de escalón va disminuyendo, al contrario que la gráfica correspondiente a los hombres.

Una de las razones clave tiene que ver con el rol social de cuidados que se asigna a la mujer y que va más allá del obligado parón que supone la maternidad. “La competitividad en ciencia es muy alta, se premia un cierto modelo de éxito: aquel que hace más horas y se sacrifica más. Llega un momento en tu carrera en el que te planteas continuar a ese nivel de competitividad o sacrificar tu carrera e invertir en la familia”, señala la Dra. Gómez-Díaz. A esto se une la precarización de la profesión y la falta de medidas de conciliación. En su caso, después de años de experiencia en diferentes países y de obtener becas muy competitivas, como la ayuda a la contratación Ramón y Cajal, ha logrado una plaza fija como investigadora. Y con ella, ha llegado el momento de compaginar su carrera profesional con la maternidad.

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“La competitividad en ciencia es muy alta, se premia un cierto modelo de éxito: aquel que hace más horas y se sacrifica más”

Algo diferente es la experiencia de la Dra. Susana Puig. Dirige el laboratorio de Melanoma: Imagen genética e inmunología del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps). Esta dermatóloga, que además es jefa de Servicio de Dermatología del Hospital Clínic de Barcelona, recuerda que mientras hacía su doctorado se levantaba a las cinco de la mañana para trabajar en su tesis hasta las siete, cuando sus hijos se levantaban. “He pasado años con mucho sueño, la verdad”, recuerda.

En su caso cree que no ha encontrado “limitaciones específicas por ser mujer” a lo largo de sus más de 25 años de trayectoria como investigadora clínica. Pero sí cree que muchas mujeres de su generación “tuvieron dificultades sobreañadidas” por la maternidad o por la presión de las propias familias, incluida la suya propia, que no entendía por qué dedicaba tanto esfuerzo a la ciencia en detrimento del cuidado de los suyos. “Hay que poner mucho esfuerzo personal, pero lo importante es que la estructura y la sociedad no te limiten, y en esto tenemos que trabajar”, asegura. En esa estructura social que las limita se han fraguado “los prejuicios de pensar que quizá una mujer no lo puede hacer y la falta de convencimiento en las mujeres de que podemos y queremos hacerlo”, apunta.

Dra. Puig: “Yo he visto a muchas mujeres que han abierto el camino delante de mi, pero es obvio que esto no se da en la mayoría de los casos. Debemos generalizarlo y no quedarnos solo en el ejemplo”

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Su historia es distinta a la de muchas investigadoras. Al terminar su residencia comenzó a investigar en un laboratorio en el que había varias mujeres responsables de grupo. En la universidad se encontró con catedráticas y decana y, en el hospital, con jefas de servicio que, a día de hoy, siguen sin abundar. “Yo he visto a muchas mujeres que han abierto el camino delante de mi, pero es obvio que esto no se da en la mayoría de los casos, debemos generalizarlo y no quedarnos solo en el ejemplo”. Hoy, la Dra. Puig dirige un equipo de 15 personas en su laboratorio, con múltiples líneas de investigación, y otros 25 sanitarios en el Servicio de Dermatología del hospital.

¿Dónde están las mujeres investigadoras?
La doctora Elena Gómez-Díaz ha viajado en numerosas ocasiones a Burkina Faso y Mali, donde su laboratorio desarrolla proyectos de investigación, y coordina la asociación Mujeres en Malaria, que reúne a más de 400 investigadoras de 40 países con el fin de dar visibilidad y ofrecer mentorización a las mujeres científicas en este área de la parasitología. Una de sus próximas actividades es la primera conferencia virtual de mujeres investigadoras en esta enfermedad en la que solamente habrá ponentes mujeres.

“Las mujeres estamos en menos redes de influencia”, apunta la Dra. Gómez-Díaz, que habla de “cierta condescendencia cuando recibes mentorización” y la idea de que ser mujer en ciencia es comportarte como un hombre en cierta manera”

mujer en un laboratorioPara ella la visibilidad y la mentorización son clave. “Las mujeres estamos en menos redes de influencia. En general hay un sesgo inconsciente que te hace sentirte más cómodo y rodearte de aquellos que son como tú y eso excluye a las mujeres. Eso ha sido un continuo en la carrera investigadora”, explica. Quiere acabar con ciertas situaciones que ella misma reconoce haber vivido. Habla de “cierta condescendencia cuando recibes mentorización por parte de investigadores hombres” que llegan a transmitir la idea de que “ser mujer en ciencia es comportarte como un hombre en cierta manera”.

Si algo “exaspera” a la Dra. Puig es llegar a una mesa redonda y encontrarse con que está formada al completo por hombres. “¿No han encontrado a una mujer? No me lo creo”, cuenta con cierta indignación. “Nos debería repugnar cualquier espacio de decisión, comité o mesa redonda en que haya solo hombres. Somos muchas mujeres en medicina, pero cuando vas escalando puestos, todavía vemos ese sexismo”.

Dra. Puig: “Nos debería repugnar cualquier espacio de decisión, comité o mesa redonda en que haya solo hombres. Somos muchas mujeres en medicina, pero cuando vas escalando puestos, todavía vemos ese sexismo”

Ambas investigadoras transmitieron sus experiencias y su pasión por la ciencia a estudiantes de toda España a través de la iniciativa Conócelas, organizada por Aseica. A través de encuentros virtuales, 150 investigadoras acercaron la ciencia a niñas y niños con el fin de mostrarles que la ciencia sí es cosa de mujeres. “Les quise explicar que es posible hacer investigación, que pueden hacerlo y que, probablemente, ahora las cosas serán diferentes”, concluye esperanzada la Dra. Puig.

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