..Dr. Enrique de Porres, consejero delegado de Asisa.
La alta contagiosidad del Covid-19 que caracteriza a esta pandemia ha mostrado con crudeza las carencias y las debilidades de nuestro sistema sanitario para hacer frente a situaciones de estrés asistencial. Son varios los factores coincidentes: dificultades de coordinación entre las diferentes administraciones públicas; debilidad estructural de los departamentos de salud pública; carencias de la industria nacional sanitaria para dotar de rapidez una reserva estratégica de material para atender las emergencias de aparición súbita; carencias en los sistemas de alerta, detección y reacción rápida ante situaciones de emergencia sanitaria por la falta de integración de los diferentes niveles asistenciales y la falta de empoderamiento de la atención primaria en la pirámide asistencial.
Buena parte de estos factores son estructurales y requieren una reflexión y reorganización profunda de nuestro modelo sanitario que es, en su realidad estructural, un modelo mixto, pero no así en su consideración político-privada.
Durante esta pandemia, la sanidad privada ha dado un nuevo ejemplo de compromiso
De hecho, durante esta pandemia, la sanidad privada ha dado un nuevo ejemplo de compromiso con su implicación para atender a los afectados por el Covid-19 (casi un 20%), a pesar de la escasa atención recibida desde los órganos de dirección de la política sanitaria. Calcular el impacto en las vidas que hubiera supuesto la ausencia de ese compromiso, con la sobrecarga asistencial que habría producido sobre un sistema público al límite de su capacidad de respuesta, sería un ejercicio objetivo para valorar con rigor el papel de futuro de la sanidad privada en la reforma que necesita nuestro sistema sanitario.
Profundizar en la colaboración es imprescindible
La sanidad privada manifiesta, desde hace años, una voluntad clara para colaborar de manera estable y permanente con las administraciones públicas, para participar en el diseño de una política sanitaria integral que cuente con todos los recursos disponibles, sin importar su titularidad, y también, para estudiar las alternativas de aseguramiento colectivo con financiación pública y sin exclusión del riesgo individual, en base a su experiencia contrastada durante más de 40 años de colaboración con la administración central.
Las organizaciones sanitarias privadas aportaos profesionales, centros médicos y hospitalarios que disponen de la tecnología más avanzada, protocolos de gestión que garantizan la máxima eficiencia y, sobre todo, una voluntad sincera de hacerlo adquiriendo compromisos a largo plazo.
La pandemia pasará, pero cuando lo haga, nuestro sistema sanitario seguirá aquí y tendrá los mismos problemas antiguos amplificados por estos meses de crisis. Debemos aprovechar la gran oportunidad que la pandemia ha puesto frente a nosotros para que nuestro sistema sanitario salga reforzado de esta experiencia. Para aprovecharla necesitamos huir del vuelo corto, del tacticismo y de los apriorismos ideológicos y comportarnos con altura de miras, visión a largo plazo y responsabilidad, con el bienestar de los ciudadanos como objetivo y con la sostenibilidad económica como frontera. En ese empeño, nadie sobra.