Retrasos de los diagnósticos oncológicos con motivo del Covid-19. Dra. Ruth Vera

Dra. Ruth Vera

..Dra. Ruth Vera. Miembro del Patronato de la Fundación ECO.
El 31 de diciembre de 2019, China notifica a la OMS los primeros casos de neumonía por un nuevo tipo de coronavirus. La OMS la reconoció como una pandemia el 11 de marzo de 2020 con 118.000 casos reportados en 114 países. Actualmente, el Center for Systems Science and Engineering at Johns Hopkins University reporta más de 151.000.000 casos en todo el mundo y más de 3.100.000 fallecimientos. Puesto que los sistemas de recogidas de datos son deficitarios en muchos países, podemos asumir que las cifras son aún más dramáticas.

Pero el problema sanitario no se circunscribe únicamente a la pandemia por Covid-19. Los pacientes con otras patologías están sufriendo una peor atención sanitaria derivada de la desviación de recursos hacia el Covid-19. Este problema es especialmente relevante en la atención al cáncer.

Un análisis realizado por varias sociedades científicas relacionadas con el tratamiento del cáncer, en base a datos recogidos desde marzo a junio de 2020 en 36 hospitales, concluyó que, en España, 1 de cada 5 pacientes con cáncer no fue diagnosticado o fue diagnosticado tardíamente. En ese mismo periodo, durante el periodo de alarma, en el Complejo Hospitalario de Navarra se diagnosticaron un 48% menos de casos de cáncer colorrectal con respecto al mismo periodo del año anterior. Por otra parte, sabemos que el retraso diagnóstico y el incremento del tiempo entre el diagnóstico y el tratamiento, tienen un impacto negativo en la supervivencia de los pacientes con cáncer. Las consecuencias de este déficit de atención ya las estamos percibiendo actualmente y las seguiremos pagando en los años venideros.

Sabemos que los retrasos de los diagnósticos oncológicos y el incremento del tiempo entre el diagnóstico y el tratamiento tienen un impacto negativo en la supervivencia

Las razones por la que se ha producido esta situación son variadas: detención de las campañas de cribado, desviación de recursos hospitalarios al tratamiento del Covid-19, saturación de asistencia primaria o retraimiento de los pacientes a visitar las instalaciones sanitarias por miedo al contagio.

Cuando han pasado 16 meses desde la comunicación del primer caso y después de cuatro olas, no tenemos la sensación de que la situación está ya controlada. La apuesta por la vacunación, no se ha demostrado tan fácil ni tan eficaz como se esperaba: la lenta velocidad de vacunación, las noticias sobre los efectos secundarios que hacen disminuir la adhesión a los programas de vacunación, la necesidad de dosis de recuerdo y la aparición de nuevas cepas son factores que hacen pensar que, al menos en los siguientes meses, la pandemia va a seguir desviando una parte de los recursos de los sistemas sanitarios.

En este horizonte incierto, es necesario que la atención sanitaria, al menos en lo que respecta a patologías graves como el cáncer, retorne lo antes posible a una situación de normalidad.

Una vez que las medidas protectoras del personal sanitario y de los pacientes son bien conocidas, las campañas de cribado deberían funcionar con normalidad en lo que respecta a la llamada de los pacientes, aunque requieran algunos ajustes en su funcionamiento.

La pandemia por Covid-19 va a seguir consumiendo recursos hospitalarios, pero estos no se han de detraer de la atención al cáncer u otras patologías graves. La priorización de servicios hospitalarios hacia patologías severas, la utilización de recursos de medicina privada, la agrupación de enfermos por Covid en hospitales monográficos que permitan al resto de centros atender a los pacientes de forma convencional son enfoques que pueden hacer mantener la asistencia sanitaria a los pacientes con cáncer.

Cuando han pasado 16 meses desde la comunicación del primer caso y después de cuatro olas, no tenemos la sensación de que la situación está ya controlada

A pesar del esfuerzo ingente que están realizando los médicos de atención primaria que, además de las patologías habituales, deben controlar los pacientes con Covid-19, éste no es percibido por los pacientes dada la dificultad de obtener una cita presencial con su médico. Los filtros telefónicos, los realizados por personal administrativo o por enfermería, que pueden ser útiles en el seguimiento de algunas situaciones, no proporcionan la calidad asistencial que provee la visita médica presencial, sobre todo ante la aparición de síntomas nuevos, momento en que el retraso del diagnóstico por una falta de sospecha repercute en la posibilidad de supervivencia. Por todo esto, debemos buscar un modelo de atención en el que la valoración por el médico de Atención Primaria sea accesible.

Los pacientes no pueden seguir viendo los centros sanitarios como lugares de alto riesgo. El uso de mascarillas, la restricción de acompañantes, el cribado con PCR a los pacientes ingresados,… Son medidas que hacen a los centros sanitarios seguros y así lo hemos de trasladar a la población.

En resumen, la pandemia por Covid-19 está produciendo un empeoramiento en la atención de los pacientes con cáncer por diferentes motivos. Ha pasado ya más de un año desde que la OMS declaró la situación de alerta sanitaria, tiempo suficiente para reorganizarnos y volver a atender a los pacientes con cáncer y con otras patologías graves con la misma calidad asistencial que antes de la pandemia.

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