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Aunque 2020 fue un año complicado para todos los sectores, por la pandemia de Covid-19, el biofarmacéutico aportó una nota esperanzadora. La rentabilidad de la inversión en I+D de la industria biofarmacéutica creció por primera vez desde 2014. De hecho, aumentó del 1,6% de 2019 hasta el 2,5% en 2020. Así lo indican los datos del reciente estudio internacional Seeds of change. Measuring the return from pharmaceutical innovation 2020 realizado por Deloitte.
Este trabajo analiza cada año el rendimiento previsto de las inversiones en I+D que un grupo de 15 compañías biofarmacéuticas líderes de todo el mundo espera lograr a partir del pipeline de productos en última fase. En esta undécima edición, el informe revela que el retorno sobre la inversión ha vivido una ligera subida del 0,9% en 2020 respecto al año anterior. Aunque este indicador suma un descenso histórico acumulado del 7,6% desde 2010, cuando la rentabilidad se situaba en el 10,1%, este crecimiento de casi un 1% marca un repunte hacia a la recuperación.
El informe revela que el retorno sobre la inversión del sector biofarmacéutico en I+D ha vivido una ligera subida del 0,9% en 2020 respecto al año anterior
“Las farmacéuticas deben abordar los retos transformacionales del sector para responder a la creciente complejidad del desarrollo de fármacos con tiempos cada vez más largos. Sobre todo, en el caso de los medicamentos biológicos. A la mayor competencia en la inscripción de participantes para ensayos clínicos y al aumento de la tasa de fallos ya en fase III, se unen las exigencias regulatorias relacionadas con la seguridad, la eficacia e incluso la recopilación y tratamiento de datos durante la fase clínica”, asegura Iñaki Moreno, socio responsable de la industria Life Sciences and Healthcare de Deloitte.
Coste medio de desarrollar un medicamento
Por otro lado, el coste medio de desarrollar y comercializar un nuevo medicamento continúa creciendo. De hecho, ha repuntado un 2% desde 2019, alcanzando los 2.442 millones de dólares en 2020. Aún así, el histórico del informe refleja un encarecimiento del 105% desde la elaboración del primer estudio elaborado en 2010. En ese año las compañías situaban estos costes alrededor de los 1.188 millones de dólares.
Iñaki Moreno (Deloitte): “Las farmacéuticas deben abordar los retos transformacionales del sector para responder a la creciente complejidad del desarrollo de fármacos”
En este sentido, Moreno explica que “las dos razones de este encarecimiento son el incremento continuo del tiempo medio de desarrollo de un fármaco y el coste de los desarrollos fallidos, sobre todo cuando se encuentran en sus últimas etapas. Las organizaciones deben abordar la resolución de estos problemas de manera holística, explotar las capacidades multidisciplinares del talento; apoyarse en las nuevas tecnologías y desarrollar e implementar una estrategia en torno a la gestión del dato; desde el punto de vista analítico, pero también desde el punto de vista regulatorio y de seguridad”.
Con respecto a las ventas por activo, el informe habla de un freno en su caída sostenida. Así, han aumentado por primera vez desde 2013, pasando de los 357 millones de dólares en 2019 a los 465 millones de dólares del 2020. Esto supone un incremento del 17,9% y superar de nuevo la barrera de los 400 millones de dólares. En el cómputo general del estudio, este dato se traduce en un descenso acumulado de 351 millones respecto 2010, cerca del 50%. Entonces, las compañías se anotaban de media una previsión de pico de ventas por valor de 816 millones de dólares.
El impacto del Covid-19
Desde el primer trimestre de 2020, la búsqueda de tratamientos y vacunas contra el Covid-19 impulsó la innovación a un ritmo sin precedentes. Sin embargo, también se retrasaron e incluso se detuvieron muchos ensayos clínicos ajenos al Covid-19. En concreto, el informe detalla que la pandemia ha impactado negativamente en los ciclos de investigación y desarrollo de aproximadamente 1.210 ensayos no relacionados con la lucha contra el coronavirus.
Oncología fue la especialidad terapéutica más afectada por la pandemia de Covid-19 ya que se cancelaron o retrasaron un 26% del total de ensayos puestos en marcha
De todos ellos, el 66% sufrió retrasos en su puesta en marcha o finalización y un 29% se encontraban en fase III. Esto afecta directamente a futuros lanzamientos y ventas de medicamentos. Además, un 8% fueron directamente suspendidos o retirados. En concreto, oncología fue la especialidad terapéutica más afectada. Con respecto a esta, se ha cancelado o retrasado aproximadamente un 26% del total de ensayos o estudios puestos en marcha antes de la pandemia.
Según Moreno, “la colaboración entre compañías y centros de investigación ha sido fundamental para encontrar urgentemente un remedio contra el Covid-19. Esto ha recortado el período de investigación y desarrollo a tiempos nunca vistos en el desarrollo de terapias y vacunas. En este contexto, la pandemia también aceleró la adopción de enfoques innovadores en I+D en la industria; disparando la implementación de tecnologías digitales disruptivas, como la IA o el Big Data en la operativa tradicional de los ensayos”.
Moreno: “Las fases clínicas evolucionarán, con diseños de ensayos clínicos progresivamente más virtuales y descentralizados, y con cohortes de pacientes más precisos”
Una mirada al futuro
Los datos de este informe ponen de manifiesto la necesidad de transformar los modelos tradicionales de I+D con los que trabaja el sector biofarmacéutico. Así, para mantenerse como uno de los motores principales de los sistemas de salud, la innovación, tecnología y talento son clave para revertir esta tendencia.
De cara al futuro, Moreno comenta que se prevé una mayor flexibilidad a nivel regulatorio. Sin embargo, “el foco en terapias personalizadas continuará añadiendo complejidad al desarrollo de fármacos, cada vez con mayor exigencia en términos de eficacia y seguridad. Las fases clínicas evolucionarán, con diseños de ensayos clínicos progresivamente más virtuales y descentralizados, y con cohortes de pacientes más precisos. Todo ello gracias a la mejor comprensión de la genómica en relación con las enfermedades. Por último, el acceso a datos masivos procedentes de diferentes bases de datos y dispositivos obligará a las compañías a desarrollar competencias en torno a la Inteligencia Artificial y contribuir a mejorar la eficacia de los fármacos”.
Acceda aquí al informe completo de Deloitte
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