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El laboratorio Genomas y Enfermedad que dirige el profesor José Tubío en el CiMUS de la Universidad de Santiago de Compostela ha abierto la posibilidad de anticiparse a la aparición del cáncer hepático hasta en dos décadas, tras identificar las alteraciones genómicas que el virus de la Hepatitis B provoca en las células del hígado de forma muy temprana y que facilitan el desarrollo de tumores. El hallazgo se acaba de publicar en Nature Communications.
Han identificado las alteraciones genómicas que el virus de la Hepatitis B provoca en las células del hígado de forma muy temprana y que facilitan el desarrollo de tumores
El estudio se ha realizado junto a investigadores de Inglaterra y Japón en el marco del consorcio internacional Pan-Cancer. Este consorcio ya publicó en 2020 un amplísimo estudio de las báses genéticas del cáncer, con el análisis genómico de tumores de casi 3.000 pacientes con 38 tipos de cáncer. En esta ocasión, han vuelto a utilizar tecnologías de secuenciación del ADN punteras para describir una nueva vía de formación de tumores causados por la actividad del virus de la Hepatitis B y su comportamiento genético. Los autores creen que, además de poder facilitar el diagnóstico precoz del cáncer hepático, el hallazgo puede ayudar a diseñar estrategias terapéuticas más eficaces.
El 20% de las personas infectadas por el virus de la Hepatitis B acaba muriendo por una cirrosis o por cáncer de hígado. Este es uno de los pocos tipos tumorales cuya tasa de mortalidad segurá aumentando en los próximos diez años, según las previsiones. El hallazgo recién publicado ayuda a explicar cómo el virus puede derivar en un cáncer.
El hallazgo recién publicado en Nature ayuda a explicar cómo el virus puede derivar en un cáncer hepático
Desde hace décadas, los científicos saben que este virus, como ocurre con otros, introduce su material genético en las células del hígado humano. “Eso es lo que le permite seguir produciendo copias de sí mismo y extender la infección”, cuenta Eva G. Álvarez, primera autora del estudio. “Estas integraciones del ADN del virus pueden ser perjudiciales per se, pero por sí solas no permitían explicar cómo VHB promueve la formación de tumores”.
Investigadores de los tres países que conforman Pan-Cancer han estudiado 296 carcinomas de hígado y su resultado es que han descrito un nuevo fenómeno que podría estar detrás del inicio y la progresión de estos tumores. “Hemos comprobado que, con frecuencia, las integraciones del ADN del virus están mediando alteraciones en el genoma de las células hepáticas”, explica Paula Otero, coautora del estudio.
Paula Otero: “Hemos comprobado que, con frecuencia, las integraciones del ADN del virus están mediando alteraciones en el genoma de las células hepáticas”
Lo que han visto que es que junto al lugar en el que se integra el ADN del virus, en el genoma, “vemos otro tipo de anomalías, como pérdidas del ADN nativo o fusiones entre cromosomas diferentes que, en última instancia, hacen que se pierdan genes protectores contra el cáncer”, añade la investigadora. Por lo tanto, sería la ausencia de estos genes, que en condiciones normales evitan que las células se dividan descontroladamente, la que podría estimular la formación del tumor.
El CiMUS explica que uno de los descubrimientos más sorprendentes ha sido poder demostrar que estas alteraciones ocurren de manera muy temprana. A veces, incluso se dan dos décadas antes de que se diagnostique el tumor. Por eso, según Paula Otero, “creemos que estos hallazgos podrían facilitar el diagnóstico precoz de la enfermedad, y también ayudar a desarrollar estrategias terapéuticas más eficaces”.
“Vemos otro tipo de anomalías, como pérdidas del ADN nativo o fusiones entre cromosomas diferentes que, en última instancia, hacen que se pierdan genes protectores contra el cáncer”
Así, las líneas de trabajo del grupo pasan por ir un paso más allá y estudiar la integración de VHB en tejidos pretumorales. Esto supone estudiar este proceso en hígados infectados por VHB en los que todavía no se ha desarrollado el tumor.
“Esto nos permitirá ver el momento exacto en el que estos eventos tienen lugar, caracterizarlos y analizar cómo afectan a la estructura del genoma. De esta manera podremos tener una visión global del proceso de desarrollo tumoral desde un punto de vista evolutivo”, concluye la investigadora Eva G. Álvarez.
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