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Un equipo de investigadoras del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos, centro de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IATA-CSIC) ha identificado una nueva bacteria intestinal del género Holdemanella, capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre después de las comidas y de mejorar el metabolismo en órganos como el hígado. Ambos indicadores se encuentran alterados en personas con obesidad, con síndrome metabólico o con diabetes tipo 2. Por eso, su regulación y restauración funcional sería muy beneficiosa para estas patologías.
La bacteria intestinal es del género Holdemanella. Es capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre después de las comidas y mejorar el metabolismo de órganos como el hígado
El equipo, coordinado por Yolanda Sanz, investigadora del IATA-CSC, centra su investigación en analizar la función que las bacterias que habitan en nuestro tracto intestinal tienen en nuestra salud. No únicamente los efectos locales que ejercen en el intestino, sino también los que se producen a través de su interacción con diversos órganos y sistemas. Entre ellos, se incluye el hígado y el cerebro.
El estudio se ha publicado en la revista The Federation of American Societies for Experimental Biology Journal. La investigación ha evaluado la eficacia preclínica de una bacteria del género Holdemanella en modelos experimentales animales. Han demostrado que la bacteria es eficaz para regular los niveles de glucosa en todo el organismo. Así, ejerce una función que podría ser muy útil para la prevención y el tratamiento de la resistencia insulínica, la hiperglicemia y la diabetes. Además, se ha secuenciado el genoma completo de esta bacteria para confirmar la seguridad de su uso en humanos.
Ha demostrado que ejerce una función que podría ser muy útil para la prevención y el tratamiento de la resistencia insulínica, la hiperglicemia y la diabetes
Según indica Marina Romaní, investigadora postdoctoral del CSIC en el IATA-CSIC, “las aplicaciones de esta bacteria son diversas y presentan un horizonte optimista. En particular, en el campo de la alimentación, la bacteria podría utilizarse como probiótico de nueva generación. También en la industria farmacéutica podría ser utilizada como agente bioterapéutico para el tratamiento y la prevención de las disfunciones del metabolismo de la glucosa. Esta bacteria podría usarse, en combinación con fármacos antidiabéticos, para incrementar su eficacia a dosis reducidas y, por tanto, reducir también sus efectos adversos, una de las principales causas por las que ciertos fármacos que resultan eficaces son retirados del mercado”, explica Romaní.
Esta bacteria, que forma parte de la microbiota natural de personas metabólicamente sanas, es capaz de reducir las concentraciones de glucosa tras la ingesta, en el contexto de la obesidad. También disminuye las concentraciones de glucosa elevadas en condiciones basales. Y revierte alteraciones de la gluconeogénesis y la resistencia insulínica en el hígado asociadas a la obesidad. Esta bacteria presenta la peculiaridad de que es capaz de modular el sistema endocrino del intestino y la comunicación que existe entre el intestino y el cerebro para controlar el metabolismo.
Es capaz de modular el sistema endocrino del intestino y la comunicación que existe entre el intestino y el cerebro para controlar el metabolismo
La bacteria favorece la secreción de la hormona gastrointestinal GLP-1 (péptido similar al glucagón) en el intestino grueso; esta hormona se libera tras cada comida para reducir los niveles de glucosa en sangre. En el intestino delgado, la bacteria también parece mejorar las señales que la hormona GLP-1 manda al cerebro por vía neural. Así, favorece el control del metabolismo de la glucosa en tejidos periféricos como el hígado. Esta hormona es de gran interés para la industria farmacéutica, de hecho, análogos sintéticos de la hormona GLP-1 son comercializados actualmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2.
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