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La irrupción de los inhibidores del receptor SLGT2 ha supuesto un cambio en el manejo del paciente con insuficiencia cardiaca. En concreto, dapagliflozina ha logrado reducciones del 30% en ingresos hospitalarios por insuficiencia cardiaca (CR 0,70 [IC del 95%: 0,59; 0,83], p NA) y del 18% en mortalidad cardiovascular (CR 0,82 [IC del 95%: 0,69; 0,98], p NA) [variable principal del ensayo: combinación de empeoramiento de la insuficiencia cardiaca o muerte por causa cardiovascular].
“Son resultados muy interesantes”, destaca en una entrevista a iSanidad el Dr. Toni Bayés Genís, director del Institut del Cor del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona y profesor titular de la Universitat Autònoma de Barcelona.
¿Qué alternativas tenían hasta ahora los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica sintomática con fracción de eyección reducida?
Hasta ahora se utilizaban fármacos que actuaban a nivel de tres vías fisiopatológicas. La primera son los betabloqueantes, para bloquear la activación del sistema nervioso simpático. La segunda, los fármacos que inhibían el eje renina-angiotensina. En tercer lugar, se hayan los antagonistas mineralocorticoides. Estos tres fármacos eran los que se utilizaban hasta 2021. Ahora contamos con un cuarto pilar terapéutico que son los inhibidores de los SGLT2.
Dapaglifozina ha supuesto un cambio importante ya que se ha observado una reducción del 30% de los ingresos por IC y también una reducción de la mortalidad cardiovascular
¿Qué ha supuesto la aprobación de dapaglifozina para estos pacientes?
Ha supuesto un cambio importante ya que se ha observado una reducción del 30% de los ingresos por IC y también una reducción de la mortalidad cardiovascular. Todo ello, a pesar de haber recibido los fármacos previos, que ya habían demostrado un gran beneficio. Es decir, se ha conseguido un beneficio adicional por un mecanismo distinto. Además, es un fármaco con un perfil de seguridad tolerable demostrado.
Se trata de un medicamento cuya primera indicación era la diabetes tipo 2, ¿cómo actúa sobre estos pacientes?
Bloquea los receptores SGLT2, que se encuentran en el túbulo proximal renal. Esto impide la absorción de glucosa, con lo que tenemos glucosuria. Esto sería la primera fase. También sabemos que es un fármaco protector renal y tiene impacto sobre el corazón reduciendo la hipertrofia, la precarga, la postcarga y es probable que de forma directa o indirecta modifique el receptor NHE1 del corazón. Asimismo, parece tener impacto sobre el volumen intersticial del líquido que aparece en la insuficiencia cardiaca. Es decir, se trata de un mecanismo multifactorial. Por todo ello, es un fármaco que se utiliza en pacientes con insuficiencia cardiaca crónica sintomática con fracción de eyección reducida. Es un medicamento que no requiere titulación, es una sola dosis de 10 mg, tiene poco impacto hemodinámico y va a ser incorporado a la rutina asistencial del cardiólogo, del internista y del médico de familia.
Bloquea los receptores SGLT2, que se encuentran en el túbulo proximal renal. Esto impide la absorción de glucosa, con lo que tenemos glucosuria
Cuando surge un medicamento de estas características con un impacto importante en los pacientes y necesitamos que atención primaria lo incorpore, ¿cómo se lleva a cabo ese proceso?
Este fármaco ya se encontraba en el mercado con una indicación para la DM2. El médico de primaria ya ha trabajado con él y lo conocía mejor que el cardiólogo. El que tiene que hacer aquí el esfuerzo es el cardiólogo.
La reducción de ingresos es del 30% en comparación con los fármacos anteriores, ¿cómo ha disminuido la mortalidad?
Consiguió una reducción significativa del 18% de mortalidad cardiovascular. A esto se añade el 30% de disminución de ingresos. En pacientes óptimamente tratados con el medicamento de insuficiencia cardiaca consiguió resultados significativos [el resultado compuesto primario de empeoramiento de la insuficiencia cardíaca o muerte por causas cardiovasculares ocurrió en el 16,3% del grupo de dapagliflozina y en el 21,2% del grupo placebo (índice de riesgo, 0,74; intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,65 a 0,85; P <0,001)].
Se han conseguido unos resultados muy positivos en pacientes con insuficiencia cardiaca, ¿cómo podemos mejorar en prevención primaria y en prevención secundaria?
Hay factores que debemos tener en cuenta. En primer lugar, tenemos que asegurarnos de que todos los pacientes reciben un diagnóstico adecuado. Las nuevas guías hacen hincapié en el uso de péptidos natriuréticos para establecer el diagnóstico precoz. Cuanto antes lo tratemos, más probabilidades habrá de supervivencia. En segundo lugar, hay que conseguir que estos cuatro pilares terapéuticos se administren al paciente en el transcurso de cuatro o seis semanas. Hay que titular los fármacos y llegar a las dosis óptimas que tolere el paciente. Y, en tercer lugar, debe existir una comunicación entre el cardiólogo, el médico de familia y el internista para que exista una continuidad asistencial.
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