Dr. Juan Víctor Lorente: «Es fundamental una amplia difusión de las medidas de nefroprotección y su aplicación en pacientes hospitalizados»

Jefe de Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Juan Ramón Jiménez y miembro del Grupo de Trabajo en Fluidoterapia y Hemodinámica de la Sección de Hemostasia, Medicina Transfusional y Fluidoterapia de Sedar (Sociedad Española de Anestesia, Reanimación y T. del Dolor)

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..Redacción.
La insuficiencia renal presenta una elevada prevalencia e incidencia en los pacientes hospitalizados, tanto por causa médica como por causa quirúrgica. La aparición de insuficiencia renal empeora el pronóstico de los pacientes, por ejemplo, en el paciente postoperado es un factor independiente de mortalidad a los 30 y a los 90 días tras la cirugía. Por estos motivos, entre otros, es esencial concienciar a los profesionales sanitarios sobre la importancia de prevenir la aparición de insuficiencia renal en el paciente hospitalizado, incluyendo medidas nefroprotectoras y la detección precoz en pacientes en riesgo de sufrirla dentro de los estándares hospitalarios de tratamiento y diagnóstico respectivamente. Así lo explica el Dr. Juan Víctor Lorente, jefe de Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Juan Ramón Jiménez y miembro del Grupo de Trabajo en Fluidoterapia y Hemodinámica de Sección de Hemostasia, Medicina Transfusional y Fluidoterapia de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapeútica del Dolor (Sedar) en una entrevista con iSanidad, realizada en colaboración con bioMérieux, en el marco del Día Mundial del Riñón que se celebra este 10 de marzo.

¿Cómo se podría concienciar a los profesionales sanitarios sobre la importancia de prevenir las enfermedades renales en el paciente hospitalario?
El diagnóstico de insuficiencia renal, especialmente en el paciente postoperado, es un factor independiente de mortalidad a los 30 y a los 90 días tras la cirugía. Dada la importancia de su aparición en los resultados, es plausible actuar en dos líneas de trabajo. La primera línea, sería la puesta en valor en todos los profesionales implicados en la atención al paciente hospitalizado, de las complicaciones derivadas de la aparición de insuficiencia renal en nuestros pacientes.

Una segunda línea, sería la amplia difusión de las medidas de nefroprotección que podemos aplicar a los pacientes que se encuentran hospitalizados. Muchas veces nos planteamos solamente los beneficios de determinadas terapias o procedimientos diagnósticos, sin valorar las posibles afecciones que pueden tener sobre el riñón. En definitiva, es importante el mantenimiento del riñón con una función renal normal y aplicar las medidas protectoras en la práctica diaria de la forma más extendida posible, en pacientes tributarios.

«Muchas veces nos planteamos solamente los beneficios de determinadas terapias o procedimientos diagnósticos sin valorar las posibles afecciones que pueden tener sobre el riñón»

¿Considera que en las unidades de cuidados intensivos y postoperatorios se deberían realizar más acciones enfocadas al cuidado renal?
Siempre hay trabajo por realizar. Todas las medidas de nefroprotección siempre que sea posible su aplicación, deberían de ser un gold standard aplicado a la práctica totalidad de los pacientes de unidades de cuidados intensivos y deberían de incluirse en los protocolos de Recuperación Intensificada, cada vez más implementados en nuestro ámbito. Después, una vez implementadas las medidas de nefroprotección, debemos seguir actuando, no quedarnos únicamente en actuaciones a este nivel. Existe evidencia a favor de que, con la detección y tratamiento de estadios previos a la disfunción renal, como puede ser la aparición de daño renal o de estrés renal, podemos mejorar los resultados de nuestros pacientes.

«Existe evidencia de que, con la detección y tratamiento de estadios previos a la disfunción renal como el estrés renal, podemos mejorar los resultados de nuestros pacientes»

¿Qué opina sobre los nuevos biomarcadores renales? ¿Cree que nos podrían ayudar a prevenir la lesión renal aguda?
Desde hace varios años hay gran cantidad de evidencia a favor, con consensos de expertos y de ensayos clínicos que utilizan los nuevos biomarcadores renales en la práctica diaria. Incluso, se ha propugnado por gran cantidad de expertos, la inclusión de estos “nuevos” biomarcadores renal en la definición de insuficiencia renal. Los primeros que surgen son los biomarcadores de daño renal, que son quizá los más extendidos y conocidos para los clínicos más interesados en esta parcela. No obstante, además del coste que pueden suponer en muchas ocasiones, tienen el problema de que, una vez aparecen estos biomarcadores de daño renal alterados en unidades de cuidados intensivos, el paciente ya va a tener peores resultados que si no presentase daño renal, aunque lógicamente mejores que si ya aparece la disfunción renal propiamente dicha.

En cambio, existen “nuevos” biomarcadores, los biomarcadores de estrés renal, que quieren hacer patente la detención del ciclo celular a nivel renal ante algún factor estresante. Cuando ese estrés renal aparece, todavía podemos actuar sobre el enfermo, sin que la aparición de estrés renal se asocie inevitablemente con peores resultados. La aparición de disfunción renal no solamente conlleva unos perjuicios para el paciente muy importantes, sino que además genera unos costes económicos que impactan de forma importante en el sistema sanitario, hecho que no debemos obviar de cara a mantener su sostenibilidad.

El dicho de «más vale prevenir que curar» sería perfecto para las enfermedades renales. ¿Cuáles son las claves para prevenir la lesión renal aguda en un servicio de cuidados intensivos y postoperatorios?
Por un lado, debemos tener en mente, como gold standard dentro de cualquier paciente en el hospital, las medidas de nefroprotección ampliamente difundidas y pensar que, cualquier actuación sobre el paciente, tanto procedimientos diagnósticos como terapéuticos, puede tener un impacto sobre la función renal del paciente. Con lo cual, debemos valorar el riesgo y el beneficio de cada actuación e incluir estas medidas en nuestras Guías de Práctica Cínica.

Por último, tenemos que intentar abogar por una detección precoz, antes del estadio de disfunción renal e incluso antes del daño renal. Cuando actuamos sobre la aparición de estrés renal del paciente, éste se puede revertir y evitar la progresión hacia daño renal y la posterior disfunción renal, sin afectar a los resultados del paciente. Poner en valor tanto una detección precoz del paciente en riesgo de sufrir insuficiencia renal, así como tener en mente la necesidad de una nefroprotección del paciente hospitalizado, pueden ser dos pilares de actuación para prevenir e intentar minimizar la aparición y consecuencias de la disfunción renal en el paciente hospitalizado.

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