Alberto Giménez (Casaverde): “El 80% de los factores de riesgo asociados al ictus son controlables”

Presidente del Grupo Casaverde y de la Fundación Economía y Salud

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..Cristina Cebrián.
El aumento de los casos de ictus será de un 30% cada 15 años y, por ello, controlar los factores de riesgo es fundamental para reducir esta cifra. Además, Alberto Giménez Artés, presidente del Grupo Casaverde y de la Fundación Economía y Salud explica a iSanidad que el 80% de los factores de riesgo asociados al ictus son controlables.

Casaverde ha desarrollado y perfeccionado un método de cuidado y atención único que les ha hecho líderes en rehabilitación neurológica y física. Así, nació la Fundación Casaverde para promover líneas de investigación, desarrollo e innovación científica, médica y tecnológica al servicio de la salud. Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemora cada 29 de octubre, ha querido destacar la importancia de controlar los factores de riesgo del ictus y los puntos de mejora del sistema ante esta enfermedad tan prevalente.

¿Cuáles son los factores de riesgo asociados al ictus? ¿Hay conductas que pueden ayudar a disminuir un accidente cerebrovascular?
Los factores de riesgo del ictus son el colesterol, la tensión alta, estrés, alcoholismo, tabaquismo y diabetes. Es importante reseñar que el 80% de los factores de riesgo asociados al ictus son controlables. El ictus está aumentando un 30% cada 15 años aproximadamente. Esto es mucho. Para muchos sectores puede considerarse como una epidemia del siglo XXI. Ese crecimiento se debe a que esos factores de riesgo están instalándose en nuestra sociedad.

Los factores de riesgo del ictus son el colesterol, la tensión alta, estrés, alcoholismo, el tabaquismo y la diabetes

Realmente podemos mejorar mucho con nuestro autocuidado. Hay que controlar temas como el alcoholismo, la obesidad y hacer ejercicio físico. Pero también hay que controlar la tensión y tomar la medicación contra el colesterol. Es decir, son eliminables por nuestra voluntad o son controlables para hacer disminuir esta gran epidemia que es el ictus.

Hay que llevar, en la medida de lo posible, un estilo de vida saludable y un control de nuestra situación clínica. Debemos autocuidarnos y también, por otra parte, el sistema debe hacer un buen seguimiento de la cronicidad a través de atención primaria. El 30% de los casos reagudiza. Esto podría evitarse en parte importante con un buen control y seguimiento, tanto por parte de nuestros servicios sanitarios como nosotros cuidándonos.

¿Qué síntomas nos pueden alertar de la presencia de este accidente cerebrovascular?
Cuando una persona de repente nota que se le paraliza una parte del cuerpo, le cuesta mucho andar, le cuesta mucho mover el brazo, siente un poco de parálisis facial en un lado de la cara, tiene un dolor intenso de cabeza no justificado o tiene dificultades para hablar o entender. En ese momento podemos estar sufriendo un ictus. ¡Importante! No debes ir al hospital, hay que llamar al 112 porque el hospital puede esté de guardia la unidad de ictus, con lo cual se pierde tiempo.

Ante un ictus o la posibilidad de sufrirlo no hay que ir al hospital, hay que llamar al 112 para ser trasladado a una Unidad de ictus

En el caso del ictus el tiempo es fundamental. El 112 te recoge y te lleva al hospital donde está la unidad de ictus preparada con unas técnicas de última generación que están consiguiendo grandes éxitos salvando vidas. Cada vez más salvamos la vida de las personas que han sufrido un ictus con técnicas como la trombólisis o la trombectomía. Pero si te salvan la vida en un periodo relativamente corto, apenas quedan secuelas. sin embargo, si tardan tiempo, las secuelas van a ser altas.

¿Cuáles son las fases principales del ictus?
Tenemos la fase aguda, que es un trombo en una vena del cerebro que impide la circulación sanguínea. Eso hace que mueran neuronas en la zona donde no llega la circulación sanguínea. También puede ser un ictus hemorrágico, que es la ruptura del vaso. Superada la fase aguda, encontramos que más de dos terceras partes de esas personas sufren un déficit funcional. Es decir, no pueden andar, tienen dificultades para hablar o dificultades para la deglución, incluso tienen dificultades de memoria.

Para eso es fundamental una rehabilitación intensiva y temprana. Igual que en la fase aguda tenemos muy buenos resultados, no podemos decir lo mismo de las fases post agudas, de rehabilitación. No hay recursos suficientes, hay muchas personas que se quedan en silla de ruedas, con el consiguiente dolor y mal resultado en salud, pero también con un coste económico muy alto. Durante toda su vida van a necesitar recursos que, de haber actuado temprano, lo hubiéramos podido evitar. Es en la fase post aguda donde se necesitan recursos para rehabilitación.

“El 68% de los pacientes que recibieron rehabilitación intensiva recuperaban la independencia o cuidados mínimos”

En el último estudio que hizo la Fundación Casaverde, con 130 pacientes, se vio que el 68% de los que recibieron rehabilitación intensiva recuperaban la independencia o cuidados mínimos. Por tanto, tenemos que trabajar en esa fase. Luego está la fase crónica, donde hay una falta de seguimiento. Hay que estar ahí, hay que cuidar a los pacientes, controlar que se tomen la medicación, que durante cualquier síntoma vital diferente se busque la atención adecuada para evitar la reagudización que es de un 30%.

¿Qué secuelas podrían quedar tras un ictus?
Las secuelas dependen del tiempo que el afectado haya quedado sin circulación sanguínea y la zona del cerebro. En función del tiempo y de la zona puede tener mayores o menores secuelas. Estas pueden ser: motoras, que impiden andar; déficit de lenguaje, no permite hablar; déficit de deglución, no poder comer bien y trastornos de memoria, que impiden tener buena memoria. Todo esto lo puede producir el ictus, el daño cerebral adquirido en función de la falta de riego sanguíneo en la zona.

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