Exposición sobre don Teófilo Hernando en la Ranme

farmacología

Dr. Antonio G. García. Médico y Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Fundación Teófilo Hernando
El nombre del profesor Teófilo Hernando Ortega lo llevamos en nuestra memoria y en instituciones y actividades que hemos venido creando y desarrollando durante más de tres décadas. Así, la Fundación Teófilo Hernando (FTH) nació en 1996; durante el mismo año se crearía la Escuela Internacional de Farmacología Teófilo Hernando de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander; el Foro Teófilo Hernando de Jóvenes Investigadores se creó en el marco de un convenio entre la FTH y la Real Academia Nacional de Medicina (Ranme). También llevan este insigne nombre la Lección Conmemorativa Teófilo Hernando, los Premios Teófilo Hernando para trabajos farmacológicos elaborados por los estudiantes de Medicina o el Instituto Teófilo Hernando de I+D del Medicamento (ITH), un centro de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

La Real Academia Nacional de Medicina, con la colaboración de la Fundación Teófilo Hernando, ha montado una exposición biográfica sobre don Teófilo Hernando, el adelantado de la farmacología española

Con la iniciativa de su presidente, profesor Eduardo Díaz-Rubio y su vicepresidente, profesor Antonio Campos, la Ranme ha organizado una exposición sobre Teófilo Hernando en colaboración con nuestra Fundación, que lleva su nombre. Coincide con el centenario del ingreso de don Teófilo en la Ranme. La exposición se ha montado con la colaboración de la Fundación Teófilo Hernando, el apoyo de su director, Arturo García, y el trabajo de la historiadora Estrella García de Diego. Los documentos, fotos, libros, medallas, títulos y artículos científicos, que perfilan con acierto la vida y obra de don Teófilo, proceden de la propia biblioteca de la Ranme y del archivo cedido por la familia Hernando a la FTH. Todos los que participamos en la preparación de la exposición estuvimos coordinados por el profesor Antonio Campos.

El acto de inauguración de la exposición, el pasado 30 de noviembre, estuvo precedido por tres charlas, en una sesión presidida por el doctor Díaz-Rubio. El profesor Pedro Sánchez García, fundador y exdirector del departamento de farmacología y terapéutica de la Facultad de Medicina de la UAM, destacó la figura de don Teófilo como adelantado de la farmacología en nuestro país, puesto que la introdujo en la Universidad española, tanto en su aspecto docente como en el científico, en el primer tercio del siglo XX. Yo mismo abundé en el perfil docente, científico y humanista de don Teófilo y la profesora Manuela García López, catedrática y directora del Instituto Teófilo Hernando de I+D del Medicamento de la UAM, describió las actividades de este centro en estrecha colaboración con la FTH.  Por su parte, los profesores Díaz-Rubio y Campos resaltaron la relevancia de las exposiciones sobre ilustres figuras de la medicina española que tuvieron relación con la Ranme.

En 1912, don Teófilo ganó la cátedra de Terapéutica, Materia Médica y Arte de Recetar de la Universidad Central, que transformó en la moderna Farmacología

En 1912, un tribunal presidido por don Santiago Ramón y Cajal otorgó al profesor Hernando la cátedra con el llamativo nombre de Terapéutica, Materia Médica y Arte de Recetar. Curiosamente, fue Ramón y Cajal quien sugirió a Hernando que continuara su formación en el extranjero. Cajal presidía entonces la Junta de Ampliación de Estudios, que otorgó una beca a don Teófilo para trabajar en el laboratorio de Osswald Schmiedeberg, en el Estrasburgo alemán de principios del siglo XX. Y más curioso aún, con los años Hernando, que también fue un excelente clínico, sería el médico personal de Cajal.

Hernando transformó aquella vetusta disciplina académica en la más moderna farmacología. Resulta especialmente llamativa su predicción acerca de la necesidad de crear en los grandes hospitales una farmacología clínica con fines docentes y asistenciales. Sesenta años después, la farmacología clínica se incorporó como asignatura en los cursos clínicos de las facultades de medicina y en los hospitales, que comenzaron a crear servicios de farmacología clínica y a formar residentes de la nueva, aunque tardía especialidad. En una conferencia que impartió en la Ranme en 1970, insistía en el tema: «Dada la importancia de la farmacología clínica, docente y científicamente, creemos en la necesidad de la existencia de un equipo farmacológico clínico y experimental completo en los grandes hospitales». En este sentido, don Pedro Laín Entralgo, en la séptima Lección Conmemorativa Teófilo Hernando, impartida en la UAM, decía que Hernando «tuvo el mérito de ser el primero en comprender la necesidad de crear una nueva disciplina que tratara del manejo clínico de los medicamentos y sus riesgos». Y añadía: «Fue el adelantado de la farmacología española, básica y clínica».

Especialmente llamativa fue su insistencia para que se creara la farmacología clínica en los grandes hospitales, desde las ópticas docente, asistencial y científica

De su ejercicio como profesor universitario, cabe mencionar la opinión de uno de sus más destacados alumnos, el doctor Carlos Jiménez Díaz. Acerca de Hernando, decía don Carlos: «Sus alumnos respetábamos en él el hombre inteligente, ingenioso, justo e inquieto, culto y estudioso, familiarizado con la bibliografía internacional… Así se fue realizando una influencia colectiva que considero está reservada a los auténticos maestros».

Como médico cabe reseñar que don Teófilo poseía una vasta experiencia clínica, proyectada particularmente a la gastroenterología. Fue muy amigo de don Gregorio Marañón y juntos escribieron un manual de medicina interna con gran repercusión en la enseñanza de la medicina entre los años 1915 a 1921. Tal texto se conocía como «el Hernando-Marañón».

Desde la óptica científica cabe destacar sus estancias en el laboratorio de Schmiedeberg antes mencionada, y en otros laboratorios europeos. En 1904 trabajaría con los doctores Nicolás Achúcarro y Jorge Francisco Tello en el laboratorio de Cajal; don Teófilo calificaría estos momentos como: «los más agradables y conmovedores de mi vida».

Cuando en 1912 obtuvo la cátedra inició la formación de doctores en la nueva farmacología que paulatinamente extendió por todas las universidades españolas a través de sus numerosos discípulos, entre otros, Benigno Lorenzo Velázquez (Zaragoza, Madrid), Francisco García Valdecasas (Barcelona), Gabriel Sánchez de la Cuesta (Sevilla) o Rafael Méndez (Harvard y México), entre otros muchos.

Desde la Universidad Autónoma de Madrid, los farmacólogos hemos querido rescatar la memoria de don Teófilo creando la Fundación que lleva su nombre y el Instituto de I+D del Medicamento

El doctor Méndez, en su libro Camino inverso, describía así la personalidad de don Teófilo: «La carrera de un hombre de ciencia empieza cuando entra a formar parte del equipo humano de un maestro al que se ha venido admirando por su saber y su personalidad… Encontré en Hernando el cariño que cualquier joven anhelaba para su correcta inducción. A la vez que la farmacología y la terapéutica de entonces, don Teófilo enseñaba, además, comprensión, amor, liberalismo y hasta buenas maneras».

Muchos de sus amigos intelectuales y escritores de la época definieron la personalidad de don Teófilo con acertadas palabras. Por ejemplo, en una de sus novelas, Azorín (José Martínez Ruiz) describía a don Teófilo así: «El doctor Facundo Irala [don Teófilo] es nervioso, vivaz en sus ademanes, va captando diríamos por grados la realidad, se ve que de un pormenor pasa a otro y de este a un tercero, y así entre aparentes titubeos, entre tanteos, apenas iniciados, llega a un juicio exacto irreprochable, con la mano derecha según su ademán habituar se rasca ligeramente la sien».

También el poeta Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura por sus diálogos con un burro (Platero y yo) veía así a Hernando: «Teófilo Hernando ama y guarda todo, lo mayor y lo menor, con delectación de niño ávido, no en balde él cree, científico, en todo, desde la influencia de los astros, hasta la última hipótesis juveniles. Esta inquietud ansiosa le da un aspecto simpático de niño travieso, de buen chico pillastre, pálida, rosada cara risueña y seguridad de captación y entre bromas y veras, derrama luego así el tesoro de su experiencia y de su ciencia captada entre libros, de los que es tan enamorado. O en su no menor amor de la naturaleza plena».

Es necesario, y hasta obligado, mantener la memoria de los ilustres médicos que han contribuido al desarrollo y modernización de la medicina española. La exposición puede visitarse en la Ranme hasta finales de febrero de 2023

Por su parte, su amigo Gregorio Marañón retrató a don Teófilo con las siguientes palabras: “Hernando es raro ejemplo de esos seres humanos que poseen la virtud de alegrarse del bien de los demás, y el mal que le hacen perdonarlo con la misma rapidez con que respiran. De estos liberales hombres quisiera ver poblada España”. Su hijo Luis Hernando Avendaño, considerado en su tiempo como el padre de la nefrología española, lo veía así: “Un apunte sobre la personalidad de un hombre que nunca quiso ostentar un cargo político, por más que le ofrecieron los más altos (varios ministerios, incluso la presidencia de la República) y que alcanzó en los técnicos los máximos. Solo dejó a sus herederos naturales una disposición testamentaria: que en su esquela figurara tan solo una palabra, médico”.

Pero quizás la mejor definición de la personalidad de don Teófilo resida en sus propias palabras, que escribió en su opúsculo homenaje a Gregorio Marañón: “La tolerancia, según el diccionario, consiste en el respeto y consideración hacia las opiniones ajenas, aunque sea con dolor, ya que tolerar significa también “sufrir” y “llevar con paciencia” … No es fácil la situación íntima de un hombre liberal, tolerante. En presencia de grupos de ideas encontradas ve en todos la parte de verdad y de error que defienden. No se decide ni por el uno ni por el otro y, al adoptar una actitud intermedia, generalmente corre el peligro de perder por los dos lados. Sin embargo, lo justo suele ser tomar esta actitud intermedia que significa ponderación, equilibrio, de lo que sólo es capaz el hombre liberal y generoso”.

En la vida no siempre es fácil tomar decisiones acertadas. Cuando el profesor Pedro Sánchez García creara la Lección Conmemorativa Teófilo Hernando que se celebra anualmente en la UAM (que han impartido 25 personalidades de relieve en las ciencias básicas y clínicas), y cuando creamos la Fundación Teófilo Hernando con el apoyo de los hijos de don Teófilo, María y Luis, o con todas las iniciativas mencionadas al principio de esta reseña, creo que acertamos claramente.

En las tres últimas décadas hemos recuperado en parte la memoria del adelantado de la farmacología española; pero también este egregio nombre nos ha ayudado a despejar el camino del diseño y gestión de ensayos clínicos, del reposicionamiento de fármacos en las enfermedades neurodegenerativas y el ictus, de la formación de personal investigador en el riquísimo mundo de la I+D+i del medicamento y en la proyección social en educación médica y la difusión de la ciencia. Ahora, con la exposición biográfica de don Teófilo Hernando Ortega en la RANME, que estará abierta al público hasta finales de febrero de 2023, abrigamos la esperanza de continuar nuestro camino emprendido hace 30 años, con la figura de don Teófilo como estandarte de nuestras crecientes y maravillosas actividades en el mundo del medicamento.

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