P.M.S
El traumatólogo Pedro Guillén, fundador de la Clínica Centro, y el investigador Juan Carlos Izpisúa, de Altos Labs, confían en que “la célula se convierta en un gran medicamento”. Así lo han puesto de manifiesto durante el último evento del año de Diálogos de Ciencia en Español en la Fundación Ramón Areces, sobre el tema ¿Es posible la regeneración de tejidos?. Los investigadores han recordado los logros de Yamanaka, Nobel de Fisiología por los avances en reprogramación celular al convertir una célula adulta en embrionaria. “Hemos visto que el fenómeno de reprogramación celular y rejuvenecimiento celular lo podíamos llevar a cabo en órganos jóvenes que no funcionaban de forma normal, como el hígado. Poder resetear las células nos va a permitir mejorar y revertir el proceso de la enfermedad”, ha destacado el Dr. Izpisúa.
En este sentido, ha puesto como ejemplo lo conseguido en músculos y cartílagos. “En una alteración o lesión muscular, hasta cierta edad, el músculo es capaz de regenerarse. Nuestra ambición es que se regenere de forma más eficiente y rápida”. También se ha referido al cartílago, cuyo deterioro provoca las lesiones de rodilla (una de las patologías más frecuentes en mayores).
El traumatólogo Pedro Guillén y el investigador Juan Carlos Izpisúa confían en que “la célula se convierta en un gran medicamento”
“Todos los experimentos para rejuvenecer la célula se encuentran aún en animales. Trasladar esto a la clínica no siempre es lineal, ya que los modelos de experimentación animales son distintos a los del ser humano. Aunque hemos curado muchas enfermedades en el ratón, luego en el humano no sucede igual. Desconocemos los mecanismos exactos por los que ese experimento funciona en ratones y luego no en humanos. Por este motivo, es importante entender esos procesos a nivel molecular”, ha explicado Izpisúa.
El prestigioso investigador ha identificado tres factores clave para avanzar en este campo. En primer lugar, ha asegurado que es necesario un mayor diálogo y colaboración con los clínicos. “El investigador es muy bueno curando ratones, pero sabe muy poco de la enfermedad en el ser humano. Lo mismo sucede al contrario: el médico está muy ocupado intentando curar al paciente y no tiene tiempo de estar en el laboratorio. Esa colaboración, como la que tenemos con la Clínica Centro, es fundamental”, ha comentado. Además, ha pedido reducir el tiempo que los investigadores pierden en burocracia y una mayor agilidad en la regulación de experimentos con nuevas tecnologías. Por último, ha reclamado mayor apoyo a la investigación.
Dr. Izpisúa: “Todos los experimentos para rejuvenecer la célula se encuentran aún en animales. Trasladar esto a la clínica no siempre es lineal”
La célula, una oportunidad terapéutica
Por su parte, Pedro Guillén ha afirmado que la célula es una oportunidad terapéutica, poniendo como ejemplo una persona con diabetes. “Un diabético estará toda su vida con régimen, inyectándose insulina y caminando, pero no dejará de ser diabético. Es una maravilla que pueda seguir viviendo, aunque sea en esas circunstancias. La célula es una oportunidad terapéutica, que en este caso podría ser capaz de regular la glucosa”.
Asimismo, ha expuesto que con el aumento de la esperanza de vida y el incremento de personas jóvenes que practica deporte los problemas musculares van a ir en aumento en los próximos años y la franja edad es cada vez más amplia, lo que representa un problema para la sanidad. “Hemos demostrado que la reprogramación parcial es capaz de inducir la regeneración muscular”, ha subrayado.
El objetivo de la reprogramación o rejuvenecimiento celular es restaurar la salud y resiliencia celular para revertir enfermedades, lesiones y discapacidades que se producen a lo largo de la vida. “Se trata de que los años que tengamos que vivir los vivamos en las mejores condiciones posibles”, ha recalcado Izpisúa.
Los 250 tipos de células que tiene el ser humano generalmente se desarrollan en ausencia de enfermedad hasta los 30 años
Además, ha recordado cómo los 250 tipos de células que tiene el ser humano generalmente se desarrollan en ausencia de enfermedad hasta los 30 años. A partir de esa edad, dejan de funcionar o tienen un comportamiento anómalo y así surgen las enfermedades inflamatorias o el cáncer, entre otras. “¿Podemos cambiar esa trayectoria vital que con el paso del tiempo va a suceder para dar marcha atrás a esas patologías?”, ha reflexionado Izpisúa.