Redacción
La prevención de la enfermedad cardiovascular en pacientes con alto o muy alto riesgo es uno de los principales retos que afronta la cardiología con el objetivo de reducir las cifras de morbimortalidad que, cada año, lideran el ranking en España y Europa. Y es que, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte, por delante del cáncer. En este sentido, los cardiólogos se enfrentan al manejo de la enfermedad vascular aterosclerótica (EVA) en pacientes que ya han sufrido un primer accidente cardiovascular, como un infarto.
Este perfil está catalogado como paciente con EVA. Así lo revela el Observatorio de las dislipemias en España, presentado en un CardioTV de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) con la colaboración de Daiichi Sankyo. “En estos pacientes con enfermedad vascular aterosclerótica establecida por falta de control del colesterol LDL (C-LDL), debemos conseguir niveles de LDL por debajo de 55 mg/dL, o una reducción del 50% sobre el basal, pero esto no se logra ni en una cuarta parte del total de pacientes”, explica el Dr. Juan Cosín, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Arnau de Vilanova de Valencia.
Se denomina paciente con EVA al que padece enfermedad vascular aterosclerótica por falta de control del colesterol LDL, según el Observatorio de las dislipemias en España
Se trata de pacientes de muy alto riesgo que reciben estatinas de alta intensidad, seguido de una combinación de estatinas y ezetimiba. “Sin embargo, en muchos casos en los que no podemos utilizar un inhibidor PCSK9, se requieren nuevas estrategias terapéuticas, como ácido bempedoico, que ayuden al paciente a bajar sus niveles de C-LDL lo máximo posible, pues cuanto más bajo esté, menos riesgo va a tener el paciente”, puntualiza el Dr. Cosín.
Asimismo, pone de relieve “la falsa percepción de los profesionales sanitarios” frente al bajo porcentaje de pacientes que logran un control de la enfermedad. “Solemos pensar que controlamos mejor a nuestros pacientes de lo que en realidad lo hacemos, pues, si preguntas, más del 50% de los cardiólogos consideran que tienen a sus pacientes con EVA bien controlados pero, si se va de forma estricta a comprobar los datos, esta cifra baja al 25% de los pacientes”, afirma el cardiólogo.
Según señala el especialista, existen cinco factores que, hasta ahora, no ha favorecido a elaborar mejores estrategias de control del C-LDL. En primer lugar, destaca la falta de concienciación sobre el papel del colesterol LDL en la enfermedad arteriosclerótica como causante principal. Por otra parte, señala la “mala prensa de las estatinas con poca base científica, que han hecho dudar del efecto beneficioso que tienen”.
En los pacientes que ya han sufrido un infarto y tienen enfermedad vascular aterosclerótica debida al colesterol elevado, el LDL debería estar por debajo de 55 mg/dL
En tercer lugar, insiste en la falsa percepción por parte del médico, “considera que tiene a los pacientes mejor controlados de lo que están en realidad”. Además, señala que existe una falta de adherencia terapéutica por parte de los pacientes dado que, al ser una estrategia preventiva para vitar nuevos eventos cardiovasculares, éstos no notan ningún beneficio directo y van abandonando el tratamiento.
Por último, el Dr. Cosín asevera que existe una “zona gris“, que va desde los niveles 55 hasta los 100 mg/dL de colesterol LDL, en los que no existen estrategias terapéuticas para tratar al paciente. “Un gap que viene a cubrir este tratamiento oral con un mecanismo de acción novedoso que aporta ese tercer escalón terapéutico oral que completa la terapia hipolipemiante y que nos va a permitir controlar mejor nuestros pacientes de forma real”.
En lo referente a los retos que plantea el paciente con EVA, los resultados preliminares del ensayo clínico Clear Outcomes, cuyos detalles se conocerán en el próximo congreso de la American College of Cardiology a inicios de marzo, “resultan muy prometedores ya que se demuestra que la adición de ácido bempedoico a la terapia hipolipemiante es una estrategia eficaz en la reducción de morbimortalidad, en estos pacientes que hasta el momento no lograban controlar el colesterol LDL”, concluye el Dr. Cosín.