Fracción de eyección del ventrículo izquierdo, el factor más discriminativo en el pronóstico de pacientes con insuficiencia cardiaca

La FEVI marca la diferencia entre los datos ya contrastados mediante la evidencia científica y la FEVI preservada, según se explicó en la Mesa de Expertos sobre Insuficiencia Cardiaca Crónica, que organizó iSanidad en colaboración con la alianza Boehringer-Lilly

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Cristina Cebrián
Alcanzar un diagnóstico correcto de la insuficiencia cardiaca puede ser una tarea complicada, ya que algunos de sus síntomas aparecen en otras enfermedades y, en ocasiones, resultan inespecíficos. Además, estos síntomas pueden ser especialmente difíciles de identificar e interpretar en personas mayores, obesos y pacientes con enfermedad pulmonar crónica.

Una vez que se diagnostica correctamente la IC, el siguiente paso es averiguar el pronóstico de los pacientes. En este sentido, la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) tiene una clara importancia pronóstica. Esta es una de las conclusiones de la Mesa de Expertos sobre Insuficiencia Cardiaca Crónica, que organizó iSanidad en colaboración con la alianza Boehringer-Lilly.

Dr. González Franco: “Mientras que la ecocardiografía la necesitamos para establecer el diagnóstico sindrómico y etiológico, la FEVI ahora mismo nos marca la diferencia entre territorio de evidencia científica y FEVI preservada, por encima del 50%”

Además, la FEVI es un factor predictor de mortalidad junto a la edad, la presión arterial, el nivel de péptidos natriuréticos, el tipo de cardiopatía, la presencia de arritmias graves, la diabetes, la obesidad y la capacidad de ejercicio.

El factor más discriminativo y más importante es la FEVI. Mientras que la ecocardiografía la necesitamos para establecer el diagnóstico sindrómico y etiológico, la FEVI ahora mismo nos marca la diferencia entre territorio de evidencia científica (disfunción sistólica, fármacos con una evidencia documentada, contrastada e indiscutible) y FEVI preservada, por encima del 50%. Para esta situación empieza a haber algún fármaco, pero hasta ahora no teníamos ninguna opción. Ese es el primer factor discriminativo”, detalló el Dr. Álvaro González Franco, director del área de Medicina Interna del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Después, con la idea de optimizar el tratamiento en función sistólica, el Dr. González Franco explicó que “los factores a tener en cuenta son la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la función renal y la presencia de una fibrilación auricular”. Sin olvidar el resto de comorbilidades, como la anemia o el perfil de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc) “que vemos mucho, sobre todo los internistas”, añadió el especialista.

Dra. Conangla: “El paciente con síntomas de insuficiencia cardiaca supone una ventana de oportunidad para educarle y hacerle tomar conciencia de lo que está ocurriendo”

Abordaje del paciente recién diagnosticado

Durante la mesa de debate también se habló de la situación en la que los especialistas encuentran al paciente recién diagnosticado, un punto clave a la hora de establecer el tratamiento más adecuado. A este respecto, la Dra. Laura Conangla, médico de atención primaria en Barcelona, comentó que, cuando los pacientes llegan a su consulta una vez diagnosticados de IC, “están sintomáticos, es decir, congestivos. Y por eso los diagnosticamos. Ojalá los pudiéramos diagnosticar cuando hay una disfunción ventricular asintomática y empezar a tratar antes de esperar a que esto congestione”.

El paciente que presenta síntomas tiene conciencia de su enfermedad y esto supone “una ventana de oportunidad para explicarle, educarle, sensibilizarle, no asustarle, pero sí hacerle tomar conciencia de lo que está ocurriendo”, apuntó la médico. Tras ese momento, una vez que ya es consciente, “hay que hacerle entender que se trata de una enfermedad crónica que cursa con descompensaciones”, añadió la Dra. Conangla.

El 50% de quienes padecen IC fallece a los cinco años tras recibir su diagnóstico y, si se encuentran en fase III-IV de la clasificación NYHA, fallecen al año

Concienciar sobre la elevada mortalidad

Por otro lado, es necesario que los especialistas conozcan bien la gravedad de esta patología y la alta mortalidad que presenta, ya que el 50% de quienes la padecen fallece a los cinco años tras recibir su diagnóstico. Además, según la clasificación de la New York Heart Association (NYHA), “el 50% de pacientes que se encuentran en las fases III y IV fallece al año y no a los cinco años”, matizó el Dr. Xavier García-Moll, jefe de Cardiología del Hospital de Sant Pau i la santa Creu de Barcelona.

De ahí que se incida en la formación sobre la IC de la población y de los propios profesionales. “El mensaje aquí es que la IC tiene tratamientos sencillos que prolongan la vida y mejoran la calidad de vida de los enfermos. Transmitir esto a la población, que en definitiva es educación, es la regla que hay que seguir”, insistió el Dr. José Luis López-Sendón, director científico del Instituto de Investigación del Hospital Universitario La Paz (Idipaz).

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