Redacción
La enfermedad renal crónica se define como una tasa de filtrado glomerular de 60 ml/min, medido como aclaramiento de creatinina durante al menos tres meses, incluso en grados moderados. Organismos internacionales como la Fundación Nacional del Riñón, el Colegio Americano de Cardiólogos y la Asociación Americana del Corazón definen la enfermedad renal crónica como un factor individual de riesgo para el desarrollo de patología cardiovascular. Diversos estudios publicados muestran que grados ligeros y moderados de enfermedad renal crónica aumentan de forma significativa la incidencia de enfermedad cardiovascular.
Grados ligeros y moderados de enfermedad renal crónica aumentan de forma significativa la incidencia de enfermedad cardiovascular
Una investigación publicada en la revista New England Journal of Medicine, que siguió a un millón de personas durante cuatro años, encontró un significativo aumento en la morbimortalidad según el filtrado glomerular renal iba descendiendo. Así, en los 138.000 accidentes cardiovasculares computados se producía una acumulación de ellos en los grados más avanzados de la enfermedad renal crónica. Además, los pacientes con más presencia de proteínas en la orina eran más propensos a los accidentes cardiovasculares.
“La proteinuria es un factor conocido que indica la progresión de la enfermedad renal crónica y está estrechamente asociada a la hipertensión arterial y a trastornos de los lípidos que, en sí mismos, indican patología cardiovascular”, precisa el Dr. Alberto Barrientos, médico especialista en nefrología, en el Libro de la Salud Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos y la Fundación BBVA.
Factores como la anemia, el síndrome metabólico, la hipertensión arterial, la hiperuricemia, la disfunción endotelial, la oxidación, la hiperlipemia, la diabetes, la obesidad y la edad concurren en la enfermedad renal crónica y producen enfermedad cardiovascular
Diferentes estudios han demostrado un aumento del riesgo de muerte y de la mortalidad cardiovascular a medida que el FG disminuye por debajo de los 60 ml/min/1,73 m2 o cuando se detecta albúmina en los análisis de orina. Además, las personas con enfermedad renal crónica son más susceptibles de experimentar un episodio cardiovascular que de que desarrollen la enfermedad renal terminal (ERT), presentan peor pronóstico con una mayor mortalidad después del infarto agudo de miocardio (IM) y tienen un mayor riesgo de padecer un nuevo IM, una insuficiencia cardiaca o una muerte repentina de tipo cardiaco. Asimismo, controlar los factores de riesgo cardiovascular modificables como la mejora de la tensión arterial y el control de la diabetes reduce la progresión de la enfermedad renal crónica.
Distintos estudios han demostrado un aumento del riesgo de muerte y de la mortalidad cardiovascular a medida que el FG disminuye por debajo de los 60 ml/min/1,73 m2 o cuando se detecta albúmina en los análisis de orina
Existen distintos factores que concurren en la enfermedad renal crónica y producen enfermedad cardiovascular como la anemia, el síndrome metabólico, la hipertensión arterial, la hiperuricemia, la disfunción endotelial, la oxidación, la hiperlipemia, la diabetes, la obesidad y la edad. Además, la pared vascular es otra causa importante de progresión de enfermedades renales y cardiovasculares. “Las dos líneas principales de actuación del especialista nefrólogo durante el seguimiento de la enfermedad renal de sus pacientes deben ser controlar la progresión de la enfermedad renal e intentar contener y evitar la patología cardiovascular asociada”, resalta en el libro el Dr. Barrientos.
Enfermedad cardiovascular y diálisis
La enfermedad cardiovascular es muy frecuente entre las personas en diálisis. Se trata de la causa más importante de mortalidad y representa el 40-50% del total, siendo mucho más elevada que en la población general. Siguiendo las medidas de prevención necesarias se puede ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad cardiovascular y mejorar el pronóstico o reducir el riesgo de desarrollarla. La enfermedad cardiovascular se inicia en fases precoces de la enfermedad renal crónica. Más de la mitad de los pacientes que inician un tratamiento renal sustitutivo ya tienen lesiones cardiovasculares importantes. En concreto, las tres lesiones más importantes son la hipertrofia del ventrículo izquierdo, la ateroesclerosis y las calcificaciones vasculares.
Más de la mitad de los pacientes que inician un tratamiento renal sustitutivo ya tienen lesiones cardiovasculares importantes
En comparación con la población general, en los pacientes con enfermedad renal crónica, la enfermedad cardiovascular es más frecuente y severa. Además, normalmente está infradiagnosticada e infratratada. La asociación causal entre enfermedad renal crónica y enfermedad cardiovascular hace necesario prevenir el progreso de la enfermedad renal crónica, reduciendo así el riesgo cardiovascular.
Mecanismos patogénicos
Los pacientes con insuficiencia renal crónica tienen más probabilidad de morir por causa cardiovascular que de progresar a insuficiencia renal terminal. El estudio Enfermedad cardiovascular y función renal. Mecanismos patogénicos, realizado por investigadores del Hospital la Paz, indica que la excreción urinaria de albúmina es un marcador de riesgo tanto de enfermedad renal como de enfermedad cardiovascular en diabéticos y no diabéticos. En la insuficiencia renal crónica, la hipertensión, la dislipemia y la diabetes mellitus son los principales factores de riesgo de disfunción endotelial, inflamación, estrés oxidativo y arteriosclerosis acelerada.
Además, precisa que la inhibición del sistema renina-angiotensina enlentece la progresión de la enfermedad renal en la diabetes mellitus tipos 1 y 2 y en los no diabéticos con nefropatía. Asimismo, el grado de reducción de albuminuria se relaciona con el riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus tipo 2 y la nefropatía. “La excreción urinaria de albúmina debe ser utilizada como objetivo terapéutico similar a la presión arterial para reducir las complicaciones renales y cardiovasculares en pacientes con nefropatía”, concluye el trabajo.