Sesgos de género en la consulta de medicina de familia: “Existen y hay evidencia de ello”

Las mujeres tienen más riesgo de un diagnóstico erróneo y un tratamiento tardío, se infravalora su riesgo cardiovascular y tienen más sobrediagnóstico de depresión, una realidad que se puede combatir con formación a los médicos de atención primaria

dras-rosario-gonzalez-y-maria-jose-muñoz-sesgos-genero-medicina-familia

G.M.
No es difícil que la respuesta de un médico de familia cuando se le pregunta si hay sesgos de género a la hora de tratar a los pacientes sea un rotundo no. No sienten que se trate de forma diferente a una mujer con diabetes, hipertensión o la hormona TSH alterada que a un hombre en sus consultas. Sin embargo, la realidad y la evidencia científica dicen lo contrario. “No se hace de forma consciente, es más por desconocimiento o por inercia, pero existen esos sesgos y hay evidencia de ello”, señala a iSanidad la Dra. Rosario González Candelas, médica de familia en Valencia y miembro del Grupo de Trabajo de Atención a la Mujer de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

Hay estudios que indican que las mujeres tienen un mayor riesgo de recibir un diagnóstico incorrecto y un tratamiento tardío. “Esto es real. Y lo es desde el primer momento en el que aparecen los síntomas. Las mujeres tardan más en consultar, porque sienten que tiene que terminar lo que estén atendiendo y dejar cosas resueltas. Cuando acuden al centro médico, ellas tardan más en ser diagnosticadas y también en ser tratadas”, expone la especialista. Una de las patologías en las que más se ha estudiado este fenómeno es la cardiovascular. Hay otras, como el dolor o la epilepsia, que están en estudio.

Dra. Rosario González: “No se hace de forma consciente, es más por desconocimiento o por inercia, pero existen esos sesgos y hay evidencia de ello”

Roles de género e ideas preconcebidas erróneas sobre la mujer

Pero, ¿de dónde vienen estos sesgos? “Los profesionales sanitarios nos hemos educado en una sociedad patriarcal igual que el resto de mundo; no somos ni mejores ni peores, así que también tenemos todos esos estereotipos y sesgos. Si pensamos, por ejemplo, que las mujeres son más sensibles y se dejan más llevar por los sentimientos, vamos a tender a pensar que las cosas que le pasan son emocionales sin reparar en que pueden ser algo orgánico. Y ese sesgo puede hacer que cometamos errores médicos”, explica en conversación telefónica la Dra. María José Muñoz, médica de familia en Alicante y miembro también del Grupo de Trabajo de Atención a la Mujer de la Sovamfic, la semFYC de la Comunidad Valenciana.

No es casualidad que a las mujeres se les receten más psicofármacos que a los hombres. Ellas también consultan con más frecuencia por sentirse cansadas o con dolores indeterminados y en muchas ocasiones no suelen tener un diagnóstico, más allá de la ansiedad.  “Muchas veces no se busca más, pero si es un hombre sí, y eso es una realidad y un sesgo que sigue ocurriendo”, lamenta la Dra. González.

Dra. María José Muñoz: “Los profesionales sanitarios nos hemos educado en una sociedad patriarcal igual que el resto de mundo, así que también tenemos todos esos estereotipos y sesgos”

Aquí entra en juego otro factor derivado de esta configuración socio-cultural tradicional que otorgaba desventajas a la mujer: los roles de género, que también hay que tenerlos en cuenta en la consulta médica. “Ellas afrontan muchas veces una doble o triple jornada laboral: la remunerada fuera de casa y la que hacen en el hogar durante 24 horas al día: los cuidados, además del mantenimiento de la vida social y las relaciones sociales, que siguen recayendo mayoritariamente en las mujeres. No pueden desconectar nunca, esto genera mucho estrés e influye en la salud, relata la Dra. Muñoz.

Pero ambas especialistas afirman que no siempre se tienen en cuenta estos roles como determinantes de la salud en las consultas. “Muchas veces sobrediagnosticamos depresiones y ansiedades en mujeres sin tener la perspectiva general de la mujer e infradiagnosticamos estos problemas en hombres que, en parte por la socialización que han tenido, muchas veces no expresan lo que sienten y nos cuesta ver que pueden tener ansiedad o depresión”, añade la médica de Alicante.

La existencia de sesgos de género en la práctica clínica de medicina de familia también se explica por la forma de hacer ciencia. “Si no conocemos por qué y cómo enferman las mujeres, en la clínica difícilmente vamos a tratarlas como hay que hacerlo”

Sesgos en la ciencia

Hay otra razón fundamental que explica la existencia de sesgos de género en la práctica clínica de la medicina de familia: la forma en la que se ha hecho la ciencia. “El problema ya viene desde el inicio, desde que estamos generando el conocimiento científico”, añade la doctora. Hasta hace pocos años apenas se incluían mujeres en los ensayos clínicos y si se incluían no se buscaba la diferenciación por género. Un ejemplo de ello, y muy reciente, son los ensayos de las vacunas del Covid-19. No se indagó por los efectos que tenía en la menstruación. Posteriormente se han visto que son leves. “Si no conocemos por qué y cómo enferman las mujeres, difícilmente luego, en la práctica clínica, vamos a tratarlas como hay que hacerlo”, afirma la Dra. Muñoz.

Estos sesgos se trasladan a la práctica clínica ya desde el diagnóstico. La medida de todas las cosas ha sido el cuerpo del hombre y los valores de normalidad para numerosos parámetros se han establecido en base a su biología. Es el caso de la tensión arterial, cuyos valores de normalidad “no sabemos si son los adecuados para las mujeres”. “Una frase muy frecuente cuando viene una mujer a la consulta es aquello de ‘ yo soy de tensión baja’. Siempre decimos que la tensión normal está entre 100-140/60-90, pero vemos muchas mujeres con tensiones de 90 y nadie se echa las manos a la cabeza, explica la Dra. Muñoz.

La medida de todas las cosas ha sido el cuerpo del hombre y los valores de normalidad para numerosos parámetros se han establecido en base a su biología

En el caso de los niveles de hemoglobina “hasta hace poco se consideraba que en las mujeres es mas bajo y que era lo normal, cuando las mujeres perdemos sangre y eso implica que podamos tener anemia, lo que nos va a dar más cansancio”, añade la Dra. González. Algo similar ocurría con el nivel de TSH, “ellas debían tener una cifra más alta que ellos para tratarlas”. Pero detrás de estas prácticas no había evidencia científica.

Cuando los riesgos se tienen menos en cuenta en ellas

La especialista de Valencia alerta de otro de los parámetros considerados para solicitar pruebas: la cantidad de tabaco que consume un paciente. Ya hay evidencias de que el tabaco hace más daño en mujeres que en hombres, pero ante una persona fumadora con ciertos síntomas, es más fácil que el médico de familia pida una espirometría si el paciente que tiene delante es un hombre. “Hay un estándar de consumo de tabaco que muchas mujeres no supera, por lo que el médico piensa: no fuma tanto, no hace falta esta prueba. No piensan que puedan estar ante una epoc, por tanto, no se diagnostica ni se trata cuanto antes y hay casos en los que acaba siendo una epoc con más complicaciones y mayor mortalidad en las mujeres, además mujeres más jóvenes que los hombres afectados”, lamenta.

Dra. Muñoz: “Se ha visto que una mujer que ya ha tenido un infarto o un ictus, por lo general tiene menos probabilidad de estar bien tratada y llegar a los objetivos que tenemos en el tratamiento que un hombre”

Para las doctoras estos parámetros y las ideas estereotipadas “están muy arraigadas, un ejemplo de ello, es la evaluación y el control del riesgo cardiovascular en las mujeres. “Siempre se ha pensado que el hombre tenía más riesgo y que la mujer estaba protegida, y esto es un sesgo”, que lleva a los médicos a “infraestimar el riesgo cardiovascular en las mujeres, tanto en prevención primaria como en prevención secundaria”, explican. Se suele considerar que ellos tienen más riesgo, sin embargo, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en ellas.

Se ha visto que una mujer que ya ha tenido un infarto o un ictus, por lo general tiene menos probabilidad de estar bien tratada y llegar a los objetivos que tenemos en el tratamiento que un hombre”, advierte la Dra. María José Muñoz. En el caso de la diabetes mellitus, otro factor de riesgo cardiovascular clave, ocurre algo parecido.

Duplica el riesgo relativo de mortalidad por cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular en hombres y lo triplica en mujeres. Entre los 35 y los 59 años el riesgo relativo de mortalidad vascular oclusiva es mayor, un grupo de edad en el que la tasa de mortalidad vascular es hasta seis veces mayor en las mujeres”, explica la doctora, que recuerda que la diabetes mellitus “elimina la protección premenopáusica para el riesgo cardiovascular en las mujeres”. Sin embargo, la Dra. Rosario González insiste en que “somos menos estrictos al tratar esos factores de riesgo cardiovascular en mujeres”.

“Tenemos que plantearnos en la consulta de medicina de familia: ¿La evidencia científica justifica realmente que tratemos de esta forma a los hombres y a las mujeres? ¿estoy viendo a esta persona con mis sesgos?”

La inconsciencia y el desconocimiento de la existencia de estos sesgos de género es lo que ambas especialistas tratan de enfrentar con la formación que llevan a cabo para sus compañeros de medicina de familia en el marco del programa formativo APDay de semFYC, titulada Sexo y género ¿importan?. “Tenemos que plantearnos en nuestras consultas: ¿La evidencia científica justifica realmente que tratemos de esta forma a los hombres y a las mujeres? ¿estoy viendo a esta persona con mis sesgos o estoy intentando hacer una visión crítica?”. Son las preguntas que para la Dra. Muñoz deberían hacerse todos los médicos de familia cada día.

Opinión

Multimedia

Economía

Accede a iSanidad

Síguenos en