Dr. Manuel Martín Carrasco, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental
Hay dos factores que definen la situación en Salud Mental que se está viviendo en estos momentos en nuestro país: el crecimiento de la demanda de atención y la escasez de ciertos profesionales (psiquiatras, psicólogos clínicos, enfermeras, etc.). En cuanto al primer elemento, a su vez hay que distinguir dos aspectos causales. Por una parte, la concurrencia de circunstancias sociales y sanitarias que tienen repercusión sobre la salud mental, como la pandemia de Covid-19, la inmigración, la crisis económica, el desempleo, el uso generalizado de tóxicos/alcohol y la desigualdad social.
Por otra, el aumento de la vulnerabilidad a nivel individual, que afecta especialmente a los más jóvenes, y que también tiene toda una serie de factores que pueden estar influyendo en ella, desde los problemas de la configuración de la identidad personal a la oleada de cambios en la estructuración de la sociedad que estamos viviendo y que son propios de la sociedad postmoderna en la que vivimos.
Se han ido generando una serie de grupos de población vulnerable que están siendo afectados de trastornos mentales graves
El aumento de la demanda de atención tiene por lo tanto dos dimensiones. Por un lado, la petición de ayuda profesional para resolver problemas de la vida diaria, que en contextos culturales anteriores se resolvían en otros entornos (familia, iglesia, grupos de apoyo, etc.). Y por otra, se han ido generando una serie de grupos de población vulnerable que están siendo afectados de trastornos mentales graves, acompañados de alteraciones del comportamiento que dificultan o impiden su atención en un medio comunitario normalizado.
Este punto es importante, porque desde los años 80 del pasado siglo existe una apuesta firme en la atención psiquiátrica por disminuir en la medida de lo posible la institucionalización, pero en la actualidad asistimos a un aumento de la demanda atención en régimen institucional, a expensas sobre todo de las necesidades derivadas de trastornos del comportamiento y/o consumo de tóxicos. Las consecuencias inmediatas son el aumento de las listas de espera y la saturación de determinados servicios, especialmente las urgencias psiquiátricas y las unidades de atención a colectivos especiales con necesidad de atención intensa y continuada.
Psiquiatras españoles van a recibir ofertas muy atractivas para trabajar en otros países y la escasez de psiquiatras se acrecienta con la necesidad de dotar también la nueva especialidad de Psiquiatría Infantil
El aumento de la demanda, con las dos variantes señaladas, coincide con una escasez creciente de profesionales. En cuanto a los psiquiatras, el Libro Blanco de la Psiquiatría, publicado por la Sepsm en este año, señala claramente el déficit que ya hay del número de psiquiatras existentes en nuestro país, en relación con los países europeos, y, sobre todo, las perspectivas sombrías que nos aguardan para los próximos años.
No se van a formar suficientes psiquiatras en España para reemplazar los que alcanzan la edad de jubilación. Y, además, hay que considerar que el déficit de psiquiatras es un fenómeno global, por lo que los psiquiatras españoles van a recibir ofertas muy atractivas para trabajar en otros países. La escasez de psiquiatras se acrecienta con la necesidad de dotar también la nueva especialidad de Psiquiatría Infantil.
Por todo ello, la Sepsm propone incrementar el número de plazas de formación de psiquiatría, así como mejorar las condiciones laborales de los psiquiatras, haciéndolas equiparables a la de los países de nuestro entorno. También creemos importante favorecer el retraso de la jubilación de los psiquiatras, mediante una política de incentivos; agilizar la acreditación de especialistas en psiquiatría no formados en la Comunidad Europea y, por último, actualizar la Estrategia Nacional en Salud Mental, a pesar de su reciente revisión, e incorporar en ella la definición de estándares de servicios y ratios de profesionales aplicables a toda España.