Cristina Cebrián
La atención a los problemas de salud mental en los centros penitenciarios requiere de un abordaje integral y una atención especializada, ya que son más habituales de lo que se pueda pensar. En concreto, 8 de cada 10 personas internas en centros penitenciarios tienen algún trastorno mental a lo largo de su vida, tal y como indica María Ribas, psicóloga clínica y adjunta a la dirección de Salud Mental del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, Sant Boi de Llobregat. Además, los trastornos mentales graves son cuatro veces más habituales.
Por ello, es clave contar con equipos especializados en esta área, así como con una elevada experiencia en la detección, abordaje y tratamiento de la conducta e ideación suicida, también muy frecuente en estos centros. En este sentido, Ribas insiste en que los centros penitenciarios dispongan de protocolos específicos de abordaje de la conducta suicida.
¿Qué problemas de salud mental son los más habituales en las cárceles?
Los datos muestran que 8 de cada 10 personas internas en centros penitenciarios tienen algún trastorno mental a lo largo de su vida. Los problemas de salud mental más prevalentes están relacionados con el abuso de sustancias, trastornos del estado de ánimo, trastornos de tipo psicótico y trastornos de personalidad.
Mientras los trastornos mentales comunes son dos veces más frecuentes en la población penitenciaria, los trastornos mentales graves son cuatro veces más habituales
Mientras los trastornos mentales comunes son dos veces más frecuentes en la población penitenciaria, comparada con la población general, los trastornos mentales graves, es decir, aquellos que requieren una intervención especializada y un abordaje integral, son cuatro veces más habituales.
Un estudio de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal (SEPL) y la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria revela que el 19,9% de las personas ingresadas en centros penitenciarios reconoce haber intentado quitarse la vida alguna vez. ¿Qué acciones podrían ayudar a rebajar esta cifra?
La ideación suicida es muy frecuente en el medio penitenciario y deben tenerse en cuenta factores bio-psico-sociales, más allá de la mera presencia de algún trastorno mental, para explicar la progresión de los pensamientos de muerte a actos suicidas. El intento de suicidio no consumado en las personas ingresadas en centros penitenciarios es el resultado de una compleja interacción entre factores psicológicos, del entorno, personales y sociales.
La existencia de equipos especializados en salud mental y, concretamente, con elevada experiencia en la detección, abordaje y tratamiento de la conducta e ideación suicida es imprescindible y debe garantizarse. Estos equipos deben tener presente factores, no solo antecedentes y factores individuales, sino también desencadenantes propios del entorno de la persona, como el entorno familiar y social o la existencia de estresores o eventos adversos.
Los centros penitenciarios deben disponer de protocolos específicos de abordaje de la conducta suicida
Los centros penitenciarios deben disponer de protocolos específicos de abordaje de la conducta suicida y, en este sentido, no solo deben realizarse intervenciones y evaluaciones de riesgos suicida a nivel individual, sino que toda la institución penitenciaria debe crear un entorno humano que favorezca la seguridad y el bienestar de las personas privadas de libertad, como actividades positivas, apoyo accesible, programas de acompañamiento realizados por los propios internos, etcétera.
¿Cómo afecta al paciente con trastornos mentales encontrarse en un ambiente hostil como la prisión?
La privación de libertad tiene efectos adversos en todas las personas, puede significar una experiencia traumática, por la pérdida de red social, contacto familiar e intimidad. Puede provocar ansiedad, empobrecer las habilidades sociales, etc. Este impacto es mucho mayor en las personas que padecen un trastorno mental grave.
El deterioro propio de la enfermedad aumenta con la institucionalización y aún más con la privación de libertad y reducción de actividades de rehabilitación y recuperación en un entorno comunitario. Por ello, deben garantizarse programas potentes orientados a la recuperación de un proyecto de vida que incluyan un acompañamiento intensivo en la comunidad.
¿En qué consiste el tratamiento integral que reciben estas personas?
El modelo catalán de psiquiatría y psicología penitenciaria incluye una intervención y tratamiento integral para las personas afectas de un trastorno mental en situación de privación de libertad o internamiento psiquiátrico penitenciario. Cataluña dispone de una Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Penitenciaria, en el Centro Penitenciario Brians 1, y una Unidad de Rehabilitación Psiquiátrica Intensiva, en el Centro Penitenciario Brians 2.
El deterioro propio de la enfermedad aumenta con la institucionalización y, aún más, con la privación de libertad y reducción de actividades de rehabilitación
También existen programas de seguimiento especializado en salud mental, coordinados con los equipos médicos de atención primaria, que incorporan asistencia por parte de psiquiatría, psicología, enfermería y terapeuta ocupacional en los módulos penitenciarios.
La atención en las unidades de hospitalización y rehabilitación la lidera un equipo multidisciplinar formado por psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, terapeutas ocupacionales, educadores sociales, auxiliares de enfermería e integradores sociales. Se proporciona atención especializada de ingreso hospitalario penitenciario en situación clínica aguda y subaguda, con intervenciones especializadas en la estabilización clínica y recuperación de la funcionalidad.
También se llevan a cabo programas específicos de rehabilitación y reinserción comunitaria, en un modelo que prioriza la autonomía del sujeto y la evaluación continuada de competencia mental y de riesgo, el trabajo con las familias, la socialización (permisos y salidas terapéutica) y la coordinación con profesionales del entorno social y sanitario: servicios sociales comunitarios, equipos de integración social, gestores de casos psiquiátricos, etc.
¿Qué ventajas tiene este modelo de psiquiatría penitenciaria para los pacientes?
El modelo de psiquiatría penitenciaria implementado en Cataluña, garantiza el derecho y la equidad en el acceso de toda persona que tiene un trastorno mental, agudo, subagudo o crónico, a recibir el tratamiento más indicado para sus problemas de salud mental, independientemente de la privación de libertad.
Los programas especializados en salud mental minimizan el deterioro asociado a la institucionalización y pérdida de autonomía en personas con trastornos mentales graves
Los programas especializados en salud mental, como los implementados desde hace más de veinte años por el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, minimizan el deterioro asociado a la institucionalización y pérdida de autonomía en personas con trastornos mentales graves y, por ello, todas las intervenciones se basan en el paradigma de la recuperación centrada en la persona. Es decir, el fortalecimiento de las propias capacidades y el desarrollo de nuevas habilidades enfocadas a mejorar la calidad de vida con y en la comunidad.
¿Tienen datos sobre el número de pacientes incluidos hasta ahora en este modelo de atención sanitaria?
El Parc Sanitari Sant Joan de Déu gestiona las unidades psiquiátricas penitenciarias de Cataluña. La Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Penitenciaria suprasectorial se inauguró en el año 2003 y en el año 2021 atendió un total de 351 pacientes. La Unidad de Rehabilitación Psiquiátrica Intensiva se inauguró en el año 2007 y en el 2021 atendió aproximadamente 70 pacientes. El número de pacientes incluidos en los programas especializados en salud mental es muy considerable.
¿Es posible su reinserción? ¿Qué herramientas se utilizan para ello?
Es posible la reinserción, en una proporción muy elevada, de las personas con trastorno mental grave que están atendidas en el entorno penitenciario. En algunos casos, la necesidad de intervención clínica y de rehabilitación implica que sea necesario el ingreso en unidades de alta intensidad de intervención psiquiátrica o sociosanitarias en el medio civil, para poder llevar a cabo un programa individual terapéutico progresivo y adaptado a las evaluaciones de riesgo o por las necesidades asistenciales del paciente.
Cuando las necesidades clínicas permiten un abordaje ambulatorio de salud mental es fundamental garantizar la adherencia al tratamiento mediante profesionales clínicos penitenciarios que se coordinen
Cuando las necesidades clínicas permiten un abordaje ambulatorio de salud mental es fundamental garantizar la adherencia al tratamiento mediante profesionales clínicos penitenciarios que se coordinen intensamente con la red civil especializada en salud mental. En este sentido los programas de tránsito a la comunidad, que se inician mínimo 12-24 meses antes de la libertad, incluyen una intervención precoz a nivel asistencial, clínico y de rehabilitación previo a la libertad y una vez la persona regresa a la comunidad.
Por otro lado, la existencia de gestores de caso, especializados en ámbito penitenciario, permite flexibilizar y realizar un traspaso gradual, adaptado a las necesidades personales, para garantizar la adherencia al tratamiento y la correcta vinculación a la red de salud mental una vez fuera del contexto de la prisión.
En España solo hay 0,2 psiquiatras por cada 1.000 presos, según datos de la OMS. ¿Se trata de un problema de gestión de recursos o falta vocación profesional? ¿Qué repercusión tiene esta escasez de profesionales?
En los territorios donde existe una modelo de Salud Mental Penitenciario Integrado, como en Cataluña, podemos afirmar que existe vocación profesional de los psiquiatras para trabajar en el ámbito penitenciario.
En los territorios donde existe una modelo de Salud Mental Penitenciario Integrado, como en Cataluña, existe vocación profesional de los psiquiatras para trabajar en el ámbito penitenciario
Este modelo se puede enriquecer cuando existen las condiciones óptimas y proyectos orientados al tratamiento, la intervención, la investigación y la innovación. Es decir, se trata de generar mayor conocimiento y profesionalización en un ámbito poco conocido.
En Cataluña, numerosos profesionales expresan su deseo de vincular su actividad profesional al tratamiento de personas que presentan, como son los casos atendidos en el entorno judicial, situaciones clínicas, sociales y familiares de elevada complejidad. Ello no implica que el entorno penitenciario sea el mejor para tratar y atender a estas personas. La inexistencia de unidades de alta seguridad en la comunidad no permite en muchos casos desarrollar la carrera profesional en un entorno menos limitante que el penitenciario. A excepción de Cataluña y, recientemente País Vasco, no nos consta un modelo similar para el resto de España.