Dr. Alcántara Montero (APSemdor): “Más del 60% de las consultas de medicina de familia están relacionadas con el dolor”

Las jornadas de APSemdor se han convertido en un referente en AP con especial interés en el manejo y tratamiento del dolor

Redacción
Ha sido coordinador de la Unidad del Dolor de Don Benito-Villanueva de la Serena, actualmente trabaja en el Centro de Salud Manuel Encinas, en Malpartida. Así, el Dr. Antonio Alcántara Montero es un referente en el tratamiento del dolor desde atención primaria. Su trayectoria y conocimiento le ha llevado a. Dr. Alcántara Montero a ser el vicepresidente del comité científico de APSemdor. Estas jornadas de dolor de atención primaria se celebran en Santiago de Compostela los días 17 y 18 de noviembre.

¿Qué es APSemdor y a quién va dirigido?
APSemdor son las siglas de Atención Primaria (AP) y Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor). Este término surgió en el año 2021 desde Semdor para dar nombre a estas Jornadas de Dolor dirigidas a médicos de AP, y que se han convertido en un referente para todos los compañeros de AP con especial interés en el manejo y tratamiento del dolor. Hemos conseguido que, debido al éxito y acogida de estas Jornadas, “APSemdor” sea ya una “marca”; y este año en Santiago de Compostela celebraremos la tercera edición.

¿Por qué es importante que se forme el profesional de medicina de familia en el tratamiento del dolor?
La importancia del dolor en AP deriva de que éste es uno de los principales motivos de consulta. Más del 60% de las consultas de medicina de familia están relacionadas con él y comprenden un amplio abanico de patologías; desde traumáticas y reumáticas hasta psicosomáticas. En la consulta de AP se trata fundamentalmente el dolor crónico, pero también se aborda el dolor agudo. Por tanto, la formación de estos profesionales se convierte en una prioridad para la optimización de la atención de los pacientes con dolor crónico.

La formación se convierte en una prioridad para la optimización de la atención de los pacientes con dolor crónico

¿Cómo se maneja el dolor crónico desde Atención Primaria?
En el manejo del dolor, los médicos de AP son a menudo los primeros en diagnosticar y tratar las enfermedades que causan dolor, tanto agudo como crónico. Esto los coloca en una posición clave para abordar y tratar el dolor, valorando las opciones tanto farmacológicas como no farmacológicas, seguras y eficaces para sus pacientes.

La correcta identificación de las características y del tipo de dolor es el primer e imprescindible paso para proceder al diseño de una estrategia que resulte eficaz para su control o erradicación. Esta valoración inicial del paciente con dolor desde la consulta de AP debe tener como pilares fundamentales: una anamnesis exhaustiva sobre la historia y evolución del dolor, una exploración física sistematizada, y una adecuada utilización e interpretación de las pruebas complementarias necesarias, para llegar a un diagnóstico preciso, y poder diseñar un plan terapéutico individualizado para cada paciente.

La correcta identificación de las características y del tipo de dolor es el primer e imprescindible paso para proceder al diseño de una estrategia que resulte eficaz para su control o erradicación

Una vez realizado un adecuado diagnóstico se debe establecer un plan de tratamiento. La heterogeneidad de las etiologías que causan dolor crónico y el amplio arsenal analgésico (antiinflamatorios no esteroideos, opioides, coadyuvantes, etc.) del que dispone el médico de familia conforman un panorama de actitudes terapéuticas muy diverso en AP. Cuando no se alcanza un adecuado control del dolor y/o funcionalidad, o existen dudas diagnósticas, el médico de AP debe derivar al paciente a atención especializada y/o unidades del dolor.

¿Por qué el dolor se trabaja mejor desde una perspectiva multidisciplinar?
La evidencia disponible pone de manifiesto que una correcta valoración biopsicosocial, un plan terapéutico integral adecuado e individualizado y un manejo multidisciplinar, mejoran el dolor crónico en lo que respecta a la disminución del dolor, pero sobre todo en lo referente a aspectos emocionales, psicológicos y funcionales.

¿Hay evidencia científica sobre el uso del cannabis en el tratamiento del dolor?
Aunque la situación está cambiando rápidamente, no existen demasiados (al menos, no suficientes) ensayos clínicos bien diseñados que permitan analizar el efecto real del cannabis en el abordaje de los distintos tipos de dolor. Así, no existe evidencia suficiente de que deba emplearse en situaciones de dolor agudo, aunque en estudios de baja calidad ha demostrado que sus efectos analgésicos sean superiores a placebo. De modo general, podemos decir que existe un “hueco” para el uso del cannabis y los cannabinoides en el tratamiento del dolor crónico en situaciones en las que el dolor no se resuelve con otros fármacos o bien si los efectos secundarios de éstos son inasumibles por el paciente.

La eficacia depende mucho del paciente, de la patología y del producto que se emplee y no pueden establecerse conclusiones generales. Los efectos secundarios, aunque en general no son graves, tampoco son infrecuentes y afectan a la esfera cognitiva, por lo que son necesarios más estudios, bien diseñados y, sobre todo, comparados no sólo con placebo sino con otros tratamientos para poder definir de forma más precisa su ámbito de uso.

No existen suficientes ensayos clínicos bien diseñados que permitan analizar el efecto real del cannabis en el abordaje de los distintos tipos de dolor

¿Qué hay de nuevo en los últimos 3-5 años en el tratamiento del dolor?
En general, respecto al arsenal analgésico para el manejo del dolor, no hay novedades en los últimos 3-5 años. Sin embargo, en estos últimos años, el número de trabajos de investigación ha aumentado de forma considerable y ha permitido el desarrollo de moléculas que actúan sobre nuevas dianas terapéuticas. Desafortunadamente, la mayoría de estos fármacos están en desarrollo preclínico o han fracasado en los ensayos clínicos. Concretamente, se están investigando cómo actúan nuevos fármacos sobre los receptores TRPV1, los canales del sodio 1.7 y del potasio, los microRNA, los receptores cannabinoides CB2, los receptores de la microglía (que se sobreexpresan en situaciones de cronificación del dolor) y los receptores de la mitocondria. Un gran avance sería el que nos pudiera ofrecer la farmacogenética en un futuro para poder entender las diferencias entre la percepción dolorosa de un paciente respecto a otro y, además, poder dirigir nuestras dianas terapéuticas de forma selectiva. En todo caso, todavía se requieren ensayos clínicos multicéntricos a gran escala para evaluar la eficacia de los fármacos que actúan sobre dichas nuevas dianas terapéuticas.

Por otro lado, la llamada medicina regenerativa (infiltraciones con plasma rico en factores y con células mesenquimales) está consolidándose como una posibilidad novedosa de tratamiento del dolor, no solo a nivel musculotendinoso sino también a nivel de la patología espinal. En los próximos años asistiremos probablemente al desarrollo de muchas dianas terapéuticas en este sentido.

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