Dr. José Manuel Montes: “Uno de cada cinco casos de depresión será resistente al tratamiento. Es una cifra muy alta”

Psiquiatra en Area Mind de Blue Healthcare y jefe de sección en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid

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Cristina Cebrián
Cuando al menos dos estrategias terapéuticas frente a la depresión fracasan, empieza a hablarse de depresión resistente al tratamiento (DRT). Se calcula que entre un 15% y un 20% de los casos de depresión serán resistentes al tratamiento. “Son cifras muy elevadas”, asegura el Dr. José Manuel Montes, psiquiatra en Area Mind de Blue Healthcare, jefe de sección en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y profesor asociado en la Universidad de Alcalá. Ante este porcentaje, el psiquiatra considera necesario detectar y tratar cuanto antes la depresión, para evitar que se haga resistente.

¿Cuál es la incidencia de la depresión y la depresión resistente al tratamiento en España?
La incidencia de la depresión se sitúa en torno al 4-5% de la población, lo que supone unos dos millones de personas afectadas. Es un número importante. Además, aunque puede aparecer en todas las franjas etarias, fundamentalmente se da en periodos muy importantes de productividad: entre los 20 y los 60 años. También se está produciendo un repunte de casos en pacientes en edad infanto-juvenil y en la tercera edad.

Debemos pasar rápidamente por todos los escalones terapéuticos para que el paciente no termine desarrollando una depresión resistente al tratamiento

En cuanto a la depresión resistente al tratamiento, se calcula que entre un 15% y 20% de las depresiones van a ser resistentes. Es decir, uno de cada cinco casos de depresión serán resistentes al tratamiento. Es una cifra muy alta, por lo que necesitamos detectar cuanto antes la depresión y tratarla antes. Para evitar llegar a esta situación, debemos pasar rápidamente por todos los escalones terapéuticos para que el paciente no termine desarrollando una DRT, ya que a veces se dilata demasiado el tiempo de espera en cada escalón.

¿Qué diferencias hay entre ambos diagnósticos?
Una DRT es una depresión que ya se ha diagnosticado y para la que se ha implementado un plan de tratamiento que ha ido fracasando en, al menos, dos estrategias terapéuticas. A partir de ahí, hablamos de depresión resistente al tratamiento.

También va a ser resistente una depresión que sea más grave, que lleve más tiempo sin tratamiento y para la que se haya esperado demasiado tiempo para iniciar la terapia o que se haya esperado mucho en cada escalón terapéutico. Esto va a marcar el riesgo de tener una depresión resistente.

¿Qué han supuesto para los pacientes los nuevos avances terapéuticos para el abordaje de la DRT en los últimos años?
Son avances muy positivos. En concreto, la reciente comercialización de la esketamina ha supuesto un avance importante. Es el fármaco que más se está utilizando y que puede ser eficaz para tratar la DRT. El problema que tenemos es que no existe un acceso universal a este tratamiento. Uno de los motivos es la forma de realizar el tratamiento, ya que es un fármaco que puede administrarse en un centro sanitario con medidas de control, como por ejemplo en los centros de salud ambulatorios.

Lo primero que hay que hacer para evitar el desarrollo de una DRT es diagnosticar la depresión en la puerta de entrada del sistema, que es la atención primaria

Pero no todos cuentan con los mismos recursos para ello. Por otra parte, el acceso también está limitado por el coste, que hace que en algunas comunidades autónomas sea más restrictivo su uso.

¿Por qué es importante llevar a cabo un abordaje multidisciplinar de la DRT para mejorar la atención y pronóstico de los pacientes?
Lo primero que hay que hacer para evitar el desarrollo de una DRT es diagnosticar la depresión en la puerta de entrada del sistema, que es la atención primaria. Sin embargo, todos los problemas que ha tenido este nivel asistencial, como la sobrecarga y la falta de tiempo, dificultan el diagnóstico precoz, el inicio del tratamiento y la derivación a salud mental. Hay que mejorar la coordinación entre atención primaria y especializada para obtener una derivación temprana y un seguimiento adecuado de estos pacientes que necesitan de abordajes más intensos, incluyendo psicoterapia.

En la actualidad, ¿cómo es el acceso a la innovación en el ámbito de la depresión?
La principal dificultad que encontramos en el acceso a fármacos innovadores es la financiación. En salud mental no se accede fácilmente y no existe tanta sensibilidad como por ejemplo si ocurre en la especialidad de oncología. Aunque se habla mucho de salud mental, la inversión que se hace en investigación no está siendo proporcional.

Aunque se habla mucho de salud mental, la inversión que se hace en investigación no está siendo proporcional

Por otro lado, los ensayos clínicos en salud mental son difíciles de realizar. A veces es complicado que las nuevas moléculas innovadoras demuestren eficacia, por las dificultades que entraña el diagnóstico preciso en salud mental. Además, es difícil incluir a pacientes en ensayos clínicos. Todos estos factores provocan una falta de nuevas moléculas.

¿Cuáles son los retos principales en el abordaje de la salud mental en España?
El reto fundamental es establecer un buen concepto de lo que es la salud mental. También hay que establecer cuáles son las necesidades de los enfermos, desmitificando y desestigmatizando para que los pacientes tengan un acceso adecuado a las redes de salud mental.

También es necesario modificar algunas estructuras que se han quedado obsoletas, ya que mantenemos una estructura de atención comunitaria que en su día tuvo mucho éxito pero que, tras más de 40 años, debería plantearse una actualización de la misma. Además, debemos tratar de igualar y normalizar la enfermedad mental, como cualquier otra patología.

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