Victoria Guillén
La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública y la prevalencia de esta enfermedad se ha triplicado en las últimas tres décadas. Somos el noveno país de Europa con una de las mayores prevalencias en exceso de peso y, actualmente, el 60% de la población española padece obesidad o se encuentra en situación de padecerla. Además, esta enfermedad representa el 32% de los gatos vinculados a enfermedades cardiovasculares, el 43% del coste total asociado a la diabetes mellitus tipo II y el 30% de las afecciones cardiacas. Sin embargo, las personas que sufren esta patología tienden a infravalorar su condición real de peso, lo que provoca un retraso significativo en la búsqueda de atención médica.
De hecho, solo un 42% de los pacientes define la obesidad como una enfermedad crónica, según desprende el informe Situación sanitaria y social de las personas con obesidad en España, realizado por la Alianza por la Obesidad. Además, el estudio que tiene como objetivo identificar cuáles son las principales barreras que obstaculizan el manejo de la enfermedad, muestra que un 28% de los pacientes entiende que la obesidad es una consecuencia de problemas emocionales, un 17% la asemeja a falta de voluntad, un 12% como consecuencia de otras enfermedades y solo un 3% la cataloga como un problema estético.
En este sentido, los expertos han reclamado la necesidad de reconocer la obesidad como una enfermedad crónica y multifactorial, ya que su falta de reconocimiento conduce inevitablemente a un infradiagnóstico. Solo el 69% de los pacientes con obesidad recibe un diagnóstico de obesidad. Un 37% tarda más de un año en ser diagnosticado y un 18% tarda más de cinco años.
El 60% de la población española padece obesidad o se encuentra en situación de padecerla
Para la Dra. Irene Bretón, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) la coordinación inadecuada en la atención entre los diferentes profesionales sanitarios y los entornos clínicos es uno de los principales factores que contribuyen al diagnóstico tardío de la obesidad. “En general hay una falta de individualización y personalización de la atención a las necesidades del paciente, también las emocionales, y una escasa información y formación sobre esta enfermedad y sus consecuencias”, indica.
Por su parte, la presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Juana Carretero, explica que el problema se encuentra en cómo se diagnostica esta enfermedad. “Nos empeñamos en diagnosticar la obesidad como un número, un índice de masa corporal (IMC), y nos equivocamos porque no todas las personas son iguales. Tenemos que ver qué cantidad de grasa tienen y cómo se distribuye”, manifiesta.
Somos el noveno país de Europa con una de las mayores prevalencias en exceso de peso
En el estudio se observa que un tercio de los pacientes con obesidad no ha recibido atención específica; solo el 67% de los pacientes con obesidad recibe algún tipo de atención sanitaria para la misma, estando atendidos de media por 2 o 3 especialistas. Los profesionales de especialidades como endocrinología, atención primaria y nutrición son los más frecuentemente involucrados, mientras que disciplinas igualmente relevantes, como la psicología o medicina interna tienden a desempeñar para ellos un papel secundario en la atención, dejando necesidades críticas de los pacientes sin cubrir.
Estas deficiencias en la coordinación y continuidad asistencial y la ausencia de un enfoque multidisciplinario integral comprometen la calidad de la atención sanitaria. La atención psicológica especializada y la terapia conductual son un ejemplo. Estas disciplinas se destacan como un componente esencial en el abordaje de la obesidad y, sin embargo, el 71% de los participantes en el estudio no ha tenido acceso a este tipo de tratamiento, a pesar de que el 56% de ellos considera que habría sido beneficioso y solo el 29% ha tenido acceso a atención psicológica especializada. Además, el documento refleja que el 54% de los pacientes con obesidad ven “muy deficiente” la coordinación entre los profesionales de la salud en el manejo de esta enfermedad, mientras que solo el 9% la describe como “buena” y el 3% como “muy buena”.
La estigmatización en el ámbito sanitario y social es otro desafío que afecta negativamente la calidad de la atención sanitaria y el bienestar de los pacientes, incluyendo los ámbitos laborales, educativos, familiares y sociales en general. Este prejuicio surge de la percepción generalizada de que la obesidad es el resultado de una falta de voluntad y malos hábitos, así como de estereotipos negativos relacionados con la obesidad.
Solo el 67% de los pacientes con obesidad recibe algún tipo de atención sanitaria para la misma, estando atendidos de media por 2 o 3 especialistas
En este sentido, el Dr. Albert Lecube, miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), ha explicado que la obesidad no es un vicio ni una enfermedad moral. “Una persona no escoge tener obesidad, sino que la enfermedad le elige”, por lo que opina que “no podemos seguir aceptando que la obesidad siga siendo una puerta abierta a la inequidad ni a la discriminación a lo largo del proceso asistencial”.
Este experto ha asegurado que, además de cambiar el estilo de vida, que es imprescindible, hay que valorar todas las herramientas que ofrece la medicina para hacerle frente y atendiendo a las necesidades individuales de cada individuo. El doctor Lecube pone el foco en que las estrategias no tienen que ser excluyentes: “podemos tener pacientes con obesidad en los que combinamos diferentes intervenciones según el momento y estado de salud. Incorporar la cirugía bariátrica en las listas de priorización de los sistemas sanitarios, ampliar su oferta y garantizar un seguimiento adecuado tras la cirugía es una prioridad para combatir la obesidad”.
12 propuestas para disminuir el impacto de la obesidad en nuestro país
Frente a la sólida evidencia que respalda la alta prevalencia de la obesidad, su preocupante tendencia al aumento, su significativo impacto tanto en el sistema sanitario como en la economía (la obesidad conlleva un 9,7% del gasto total en atención sanitaria y reduce la productividad laboral en el equivalente a 479.000 jornadas laborales anuales), su amplia gama de comorbilidades asociadas y su repercusión negativa en la calidad de vida, la obesidad se erige como un desafío apremiante en la salud pública española. para la que esta alianza estratégica propone 12 propuestas que se enfocan en una atención más efectiva y en la promoción de un enfoque integral de la enfermedad.
Así, la Alianza propone potenciar el reconocimiento real de la obesidad como una enfermedad crónica; desarrollar campañas de concienciación y sensibilización sobre la obesidad; desarrollar programas de educación y promoción de la salud en escuelas; realizar acciones de formación y concienciación para profesionales sanitarios; implementar programas de detección precoz del exceso de peso de manera sistemática; establecer protocolos de diagnóstico integral; establecer protocolos de tratamiento y seguimiento personalizados e integrales; instaurar equipos multidisciplinarios específicos para el abordaje de la obesidad; incorporar la cirugía bariátrica en las listas de priorización de los sistemas sanitarios, ampliar su oferta y garantizar un seguimiento adecuado tras la cirugía; establecer protocolos de comunicación y coordinación entre los diferentes profesionales sanitarios; ampliar el acceso a la atención psicológica especializada y la terapia conductual; y promover la corresponsabilidad del paciente a través de la información y educación sanitarias.