El Teatro Real recupera “La pasajera”

Una emotiva ópera sobre el perdón

Fotografía: Javier del Real

Luis H. Serrano
La pasajera fue retirada hace unos años por los problemas que en su momento originó la pandemia. Así, el Teatro Real recupera este título del compositor austríaco A. Weinberg (1919/1996). La obra es de una gran dureza pero bellísima al mismo tiempo, con libreto de Alexander Mevdeved, basado en la novela homónima (1962) de Zofía Posmysz. Un título prácticamente desconocido hasta ahora, que sube por primera vez a su escenario con el carácter de riguroso estreno en España. Inédita hasta 2010, se conocía únicamente por los leves comentarios que en su día realizó del compositor D. Shostakovich que, desde que la conoció, la consideró como una de las obras maestras del siglo XX.

Shostakovich consideró a La Pasajera como una de las obras maestras del siglo XX

¿Por qué permaneció olvidada durante tanto tiempo, a pesar de su calidad? En primer lugar, por la biografía de su autor, que fue un largo calvario. Primero fue perseguido por los nazis debido a su nacionalidad judía, circunstancia que dio lugar a que huyera de la Unión Soviética. Él pudo escapar in extremis, mientras que el resto de su familia fue exterminado y el autor fue a la vez víctima de una dura campaña “anti formalista”. Su liberación se produjo tras la muerte de Stalin, cuando padecía fuertes problemas de salud. Tal vez fuera esta la causa que motivó el que La pasajera permaneciera durante varios años en el más oscuro silencio.

Walter y su esposa Liese –exguardia del campo de concentración de Auschwich- navegan sesenta años más tarde en un gran barco con destino a Brasil. Se dirigen porque allí porque Walter va a ocupar un importante cargo político. Durante el trayecto Liese se sorprende por la presencia de otra pasajera que le recuerda a una de las presas de Auschwitz que ella misma había mandado ejecutar. Queda sumamente preocupada al pensar que su nueva vida con Walter podía quedar frustrada por culpa de su tenebroso pasado.

Liese está sumamente preocupada al pensar que su nueva vida con Walter podía quedar frustrada por culpa de su tenebroso pasado

Su largo relato -casi tres horas-, se desarrolla en dos actos que transcurren de forma sencilla y natural en los dos planos del barco que después de la segunda contienda mundial navega hacia Brasil. En él tiene lugar el imaginable encuentro de Liese con Marta, la exreclusa de Auschwitz que, teóricamente, murió por orden suya. En la parte superior e inferior de dicha nave transcurren de forma bastante natural los dos ambientes: el correspondiente al presente situado en la parte superior y el del pasado en la inferior, donde Marta se encuentra con la pasajera.

El desarrollo general de su historia se va exponiendo alternativamente en ambos espacios, hasta llegar al pasaje conocido como epílogo. Se trata del aria para soprano más bella y lucida, en la que Marta expone serenamente sus recuerdos. Marta desea que todos aquellos que han sufrido no caigan en el olvido. Un título bastante difícil y duro para todos, bien desarrollado por la dirección escénica de David Pountney.

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