Luis de Haro. Director general de iSanidad
Las listas de espera están matando a la sanidad pública. Crecen y crecen sin parar, y su solución, más que disminuir, parece que se aleja en el horizonte. Aunque se asignan más recursos y mayor presupuesto el sistema no absorbe a los pacientes. Cronicidad, envejecimiento, aumento de población, mayor detección de patologías… El sistema va teniendo cada vez más capacidad, pero los cambios y las necesidades van a ritmos distintos. Aunque se maquillen los datos la realidad es que hay que tratar de resetear y después cambiar. No se pueden permitir que haya 850.000 pacientes esperando para una operación y otros miles para una cita con el médico de familia.
“La sanidad pública no se vende, se defiende” es uno de los principios activos de Mónica García. Lo era cuando lideraba las Mareas Blancas, lo era cuando estaba al frente de MasMadrid y lo sigue pregonando ahora en el Ministerio. Los españoles se merecen un sistema sanitario que funcione correctamente, que para eso lo pagamos entre todos. La sanidad pública no es gratis, se paga con los impuestos de todos. La falta de presupuestos adecuados y finalistas para la sanidad está comprometiendo la calidad y la accesibilidad de la sanidad pública. Está teniendo un impacto negativo en la salud y el bienestar de la población.
Los españoles se merecen un sistema sanitario que funcione correctamente, que para eso lo pagamos entre todos
Hay una insuficiente infraestructura y equipamiento y hay escasez de personal médico y sanitario. Limitar o malusar los presupuestos incide en la falta de recursos, de formación y posterior contratación de médicos y enfermeras. Esto se traduce en una sobrecarga de trabajo y una disminución de la calidad. La “desviación de fondos” reduce o elimina servicios especialidades. Además, como se está viendo, la mala planificación hace que haya un insostenible aumento de las listas de espera. Aparte de todo, está la dificultad y retraso en el proceso de acceso a medicamentos y tratamientos. Así, la sanidad pública mejora sus prestaciones, pero no al ritmo de las necesidades de la sociedad. Los hombros de los profesionales lo están soportando todo.
La sanidad privada es un recurso disponible, como lo son otros muchos que utilizan los buenos gestores. Si la sanidad pública mejora sus listas de espera con los recursos de la privada, ¿por qué no hacerlo? Quien tenga una propuesta mejor, debería hacerla. Se pueden establecer acuerdos con proveedores privados para que atiendan a pacientes de la sanidad pública. Cirugías, pruebas diagnósticas y consultas médicas en instalaciones privadas, se pueden hacer utilizando recursos no disponibles. Incentivar a los pacientes con sanidad privada a “despejar” la sanidad pública, ¿es bueno o malo? Si es importante dar solución los problemas de las listas de espera, algo habrá que cambiar.
Si la sanidad pública mejora sus listas de espera con la privada, ¿por qué no hacerlo? Quien tenga una propuesta mejor, debería hacerla ya
Y no, no vale decir que hay que “poner un cerrojo” al ánimo de lucro. Tampoco los tomates de las ensaladas de los menús vienen de la huerta del hospital que trabaja un funcionario del ayuntamiento. Los tomates, los medicamentos y las sábanas se compran y se pagan al proveedor al que se regula y limita en actividades. La mejor manera de gestionar la sanidad pública es mejorándola, y de momento los datos dicen que no está sucediendo.