La calidad del dato, clave en IA, una “utopía” hasta que haya una historia clínica nacional e interoperable

El sexto encuentro Communis reunió a distintos stakeholders que hicieron un repaso por la nueva dimensión del paciente dentro de los sistemas sanitarios, el equilibrio entre innovación y sostenibilidad o el papel de los algoritmos en la investigación y los ensayos clínicos

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Juan León García
Fotos: Gabriela Vázquez Vegas
Se han pasado varios inviernos en la historia de la inteligencia artificial (IA). Momentos en los que parecía que esta no tenía recorrido. La realidad, hoy, es bien distinta, y en salud no iba a ser menos: el potencial (ya real) en investigación o en especialidades como la radiología, abre un campo de posibilidades que, en España, tiene coto: los 17 sistemas sanitarios, independientes a nivel de gestión y gobernanza. Datos que no se comparten. Lo que supone un freno para imaginar un futuro Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS) y, más cerca, un Espacio Nacional de Datos Sanitarios.

La calidad de una IA radica no tanto en la cantidad de datos, sino en la calidad de estos. Una “utopía”, zanja Juan Da Silva, miembro de la junta directiva de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), durante su participación en el sexto encuentro del Ciclo Communis, el último de este 2024, centrado en los stakeholders.

Ana López de la Rica (Aemps): “La IA puede ayudar a superar retos, como puesta en marcha de ensayos clínicos que incluyan análisis masivos de HC electrónicas”

Precisamente, para hacerla posible está el camino propuesto por la UE con el EEDS. Tanto a nivel tecnológico y por volumen de datos se podría hacer, retoma José Nieves, consejero delegado de la Agencia de Contratación Sanitaria de la Comunidad de Madrid. Siempre y cuando, puntualiza Da Silva, este dato de calidad carezca de sesgos para que ningún tipo de perfil de paciente se quede fuera de un ensayo clínico.

Al respecto, Cristina Avendaño, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme) y presidenta electa (tomará el cargo esta misma semana), destaca cómo los algoritmos podrían mejorar la eficacia del reclutamiento y, por lo tanto, el acceso de estos a nuevas terapias en estudio. De ahí que vea este como un “momento crucial” de España para implementar su EEDS. Y que sirva para potenciar la investigación sanitaria. “En moléculas, se necesita ciencia abierta, es decir, compartir esos datos para desarrollar soluciones”, explica.

José Nieves (Comunidad de Madrid): “Tenemos los datos y tenemos la tecnología. Y vamos a tener una historia clínica única para Madrid”

Ya en 2023 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) impulsó una consulta pública sobre el uso de IA durante todo el ciclo de vida de los fármacos. Sirvió para reforzar las tesis de su utilidad en la selección de pacientes, pero además auguró que permitiría realizar ensayos clínicos con análisis “masivos” de historias clínicas electrónicas, como cuenta la jefa adjunta del Departamento de Medicamentos de Uso Humano, Ana López de la Rica. Una postura en la que se muestra alineada también la patronal, reconoce Isabel Pineros, directora del Departamento de Prestación Farmacéutica y Acceso de Farmaindustria.

A futuro, se podría dar el uso de “brazos sintéticos”, detalla De la Rica, en los estudios clínicos. Es decir, el uso de datos de pacientes pero sin necesidad de que estos estén presentes. Sin embargo, no supondría prescindir de su figura, sino simplemente redimensionarla. Y sobre eso también debatieron los expertos.

El paciente, ¿profesionalizado?

Bajo la premisa del ‘paciente en el centro’ el sistema sanitario avanza hacia un papel en el que este no solo sea el usuario final, sino un integrante más que aporte su visión y experiencia. Algo que ya se contempla desde la Unión Europea (UE). En este paquete legislativo, explica la portavoz de la Aemps, se incluyen por primera vez representación de pacientes en comités del CHMP. Hasta cuatro más cuatro alternantes. Esto supondrá que el 10% del voto del comité recaerá sobre quienes recibirán en última instancia los nuevos tratamientos. Otro 10%, con otros cuatro representantes, serán los clínicos.

Pero, apunta Pineros, “no queda claro qué perfil” se busca tanto de paciente, como de consumidor, o de los órganos decisores (comunidades o ministerio), al menos en el caso del Real Decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. A su juicio debería orientarse a ser grupos de posicionamiento, con recomendaciones que el decisor deba tener en cuenta. Además de que dichos informes emitidos tengan el beneplácito a nivel nacional. Que se reconozca que “ese informe es suficientemente bueno y de calidad para no repetirlo”.

Cristina Avendaño (Facme): “Se está profesionalizando la figura del paciente y por lo tanto hay que plantear unos presupuestos, porque si no es incompatible”

Asimismo, Avendaño hace énfasis sobre “distinguir entre estos dos perfiles” presentes en órganos de gobernanza y que aseguren mayor transparencia en la decisión. Pero también que exponga los conflictos de intereses que, en opinión del portavoz de la Comunidad de Madrid, “siempre tienen que guiar” todas las decisiones para que tengan “absoluta independencia” a la hora de tomarlas.

No obstante, para llegar a ese escenario propicio hará falta, coinciden desde la POP y la Aemps, impulsar la formación y capacitación de los pacientes. Es más, apunta Da Silva, este objetivo plantea otro desafío: los representantes de este colectivo dedican horas de su tiempo libre a participar en estos procesos. Si cada vez se los quiere tener más en cuenta, hará falta replantear cómo se cuenta con ellos.

Juan Da Silva (POP): “Se está hablando del paciente como si fuéramos un organismo más dentro del sistema. Y esta parte que hacemos de manera altruista por la sociedad no está ni reconocida por el sistema”

“A la vez se está profesionalizando y por lo tanto hay que plantear una dedicación, unos presupuestos, porque si no es incompatible”, reflexiona la presidenta electa de Facme.

Lo sabe bien Da Silva, al que le mueve esta causa por su hija, paciente con fibrosis quística. “Se está hablando del paciente como si fuéramos un organismo más dentro del sistema. Pero yo estoy aquí y no recibo ni un euro de la POP ni de ningún organismo. Los pacientes tenemos nuestra vida, nuestro trabajo. Y esta parte que hacemos de manera altruista por la sociedad no está ni reconocida por el sistema”. Por eso, aboga por facilitar dicha participación y, al mismo tiempo, eliminar barreras.

Como la del acceso, sobre la que ponen el acento tanto POP como Facme. La federación reclama de igual manera agilizar el acceso precoz “antes de autorización de comercialización y la decisión de financiación”, actualmente establecido en unos tres años.

El equilibrio entre innovación y sostenibilidad

Todos los expertos coincidieron en que el camino hacia la innovación ha de ir de la mano de la sostenibilidad del sistema. “Ahora mismo hay un cambio disruptivo enorme sobre cómo es la innovación, cómo son los nuevos medicamentos, no solo en el número de nuevos medicamentos que salen cada año, que son muchos, sino también como van dirigidos a nichos específicos”, analiza Pineros.

Ese camino, el de la medicina personalizada, es ya presente y futuro. De la Rica recuerda que la Aemps publicó una base de datos sobre biomarcadores farmacogenómicos. Incluso el informe Draghi, añade, incide sobre esa máxima de equilibrio entre innovación y sostenibilidad. Por un lado, “desde el punto de vista del regulador”, la primera permite incorporar tecnologías sanitarias o de tratamientos, además de propiciar un entorno regulador que las mejore.

Isabel Pineros (Farmaindustria): “Ahora mismo hay un cambio disruptivo enorme sobre cómo es la innovación y los nuevos medicamentos, no solo en el número, sino también cómo van dirigidos a nichos específicos”

A nivel autonómico, comenta Nieves, el reto es “cómo hacer las dos cosas”. Innovar, que es un camino sin vuelta atrás, pero hacerlo “económicamente viable” aportando los recursos suficientes para afrontarlo. Para reducir esa “tensión” entre ambos enfoques, apuesta por acompañar el impacto “en resultados en salud”.

Ante ese “momento disruptivo” en el que también coinciden todos los ponentes, para la portavoz de Facme hace falta que haya una “innovación organizativa y estructural”. Avendaño subraya aspectos como la prevención, la continuidad asistencial, la información y el empoderamiento del paciente en el manejo de su enfermedad como algunas de las claves. Pero también reivindica “la participación de los médicos en esos cambios organizativos”.

Por último, Da Silva apuesta por un lado por que la innovación permita alcanzar a aquellos colectivos de pacientes con enfermedades raras o minoritarias y, en cualquier caso, que esté enfocada a “los resultados en salud y calidad de vida”.

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