Redacción
Existen herramientas suficientes en los centros de salud y en los servicios de urgencias que permitan realizar un diagnóstico certero y seleccionar el antibiótico más adecuado. “Aún existen desafíos importantes relacionados con la rapidez, precisión y acceso a estas herramientas”, explica en una entrevista a iSanidad, el Dr. Julio Javier Gamazo, especialista del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Galdakao-Usansolo y director docente del sexto y último curso PROA Comunitaria, que comienza el 18 de diciembre bajo el título “Ante un paciente con una posible infección. ¿Qué puedo hacer yo en mi consulta?”.
¿Cuentan los servicios de urgencias y los centros de salud con las herramientas de diagnóstico adecuadas para una buena selección del antibiótico?
En general, los centros de salud y los servicios de urgencias disponen de herramientas básicas para facilitar la toma de decisiones iniciales. Entre estas herramientas se encuentran, por ejemplo, las pruebas antigénicas rápidas, que permiten detectar infecciones comunes como las causadas por estreptococo, influenza o SARS-CoV-2. Además, cuentan con la capacidad de recoger muestras biológicas (orina, sangre, o exudados) que luego se envían a los laboratorios de microbiología para realizar su cultivos y análisis. No obstante, estas pruebas pueden tardar horas o días en proporcionar resultados definitivos, lo que obliga a basarse en tratamientos empíricos, apoyados en guías clínicas y el perfil microbiológico local.
“Estas herramientas resultan útiles, pero presentan limitaciones significativas. Una de las principales es la falta de acceso inmediato a pruebas avanzadas”
Aunque estas herramientas resultan útiles, presentan limitaciones significativas. Una de las principales es la falta de acceso inmediato a pruebas avanzadas, como los antibiogramas, que permiten determinar la sensibilidad de los microorganismos a los antibióticos. Además, la disponibilidad de estas herramientas no es homogénea entre los diferentes centros, lo que genera desigualdades en el acceso a las mismas; incluso, cuando están disponibles, su efectividad depende de la adecuada formación del personal médico y de la correcta aplicación de protocolos basados en la evidencia científica.
En conclusión, si bien los centros de salud y los servicios de urgencias cuentan con herramientas que orientan la selección del antibiótico, aún existen desafíos importantes relacionados con la rapidez, precisión y acceso a estas herramientas.
¿Cómo están impactando los sistemas Point of Care para un diagnóstico rápido y certero?
Los sistemas Point of Care (POC) ofrecen una de sus mayores ventajas al permitir obtener resultados en minutos u horas, lo que facilita la toma de decisiones más precisas desde el inicio. Estos sistemas ayudan a diferenciar entre infecciones que requieren de tratamiento antibiótico y aquellas que no, lo que contribuye a evitar tratamientos innecesarios y combate la resistencia antimicrobiana, a la vez que minimiza los riesgos de efectos secundarios derivados de medicamentos inadecuados.
“Los sistemas Point of Care ofrecen una de sus mayores ventajas al permitir obtener resultados en minutos u horas, lo que facilita la toma de decisiones”
En los centros de salud, los sistemas POC también mejoran significativamente la atención, ya que permiten realizar pruebas diagnósticas que antes requerían el envío de muestras al laboratorio. Esto agiliza los procesos, reduce las derivaciones innecesarias, optimiza la eficiencia operativa y disminuye los costos, beneficiando tanto a los pacientes como al sistema de salud en general.
Otro aspecto positivo es su impacto en la experiencia del paciente. La posibilidad de obtener diagnósticos rápidos y comenzar el tratamiento de inmediato genera confianza en los servicios de salud y mejora la percepción del cuidado recibido. No obstante, los sistemas POC enfrentan algunos retos, como la necesidad de garantizar la precisión de sus resultados en comparación con los métodos tradicionales, su costo inicial y la formación adecuada del personal para utilizarlos correctamente.
¿Qué otros criterios deben seguir el médico especialista a la hora de escoger el antibiótico adecuado para el paciente?
La selección del antibiótico adecuado debe basarse en una evaluación cuidadosa de diversos factores, con el objetivo de garantizar un tratamiento eficaz y seguro, a la vez que se minimiza la resistencia antimicrobiana.
“Los sistemas POC enfrentan algunos retos, como la necesidad de garantizar la precisión de sus resultados en comparación con los métodos tradicionales”
Un aspecto fundamental es el espectro del antibiótico, que debe ser adecuado para los microorganismos sospechosos, considerando además sus propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas. La localización de la infección también es crucial, ya que no todos los antibióticos alcanzan concentraciones terapéuticas en ciertos tejidos.
Las características del paciente son otro factor determinante. La edad, los antecedentes de alergias, las enfermedades subyacentes y otros factores clínicos pueden limitar las opciones terapéuticas. Por ejemplo, pacientes con insuficiencia renal o hepática pueden necesitar ajustes en las dosis o antibióticos menos tóxicos. Además, es esencial revisar los antecedentes de uso de antibióticos y los resultados de cultivos previos para evitar la prescripción de fármacos ineficaces o que hayan provocado reacciones adversas.
“Es esencial revisar los antecedentes de uso de antibióticos y los resultados de cultivos previos para evitar la prescripción de fármacos ineficaces o que hayan provocado reacciones adversas”
Otro criterio importante es el lugar de adquisición de la infección, ya que los patrones de resistencia antimicrobiana pueden variar según la región, así como también con el contacto previo con el sistema sanitario. Es importante tener en cuenta las guías locales y nacionales para evitar la prescripción de antibióticos ineficaces, especialmente en entornos con alta prevalencia de microorganismos multirresistentes.
La vía de administración y la duración del tratamiento también deben ser consideradas. Las infecciones graves suelen requerir antibióticos intravenosos para una acción rápida, y la duración del tratamiento debe ser la mínima necesaria para evitar recaídas o la aparición de resistencias. Además, el costo y la accesibilidad del tratamiento son factores clave, especialmente en contextos de recursos limitados.
¿Cómo se puede ganar en eficiencia en el proceso de pasar de un tratamiento empírico a otro dirigido?
La eficiencia en el proceso de pasar de un tratamiento empírico a uno dirigido puede mejorarse utilizando herramientas diagnósticas rápidas, como las pruebas POC y técnicas avanzadas de PCR. Estas permiten identificar patógenos y sus características en cuestión de horas, reduciendo el tiempo necesario para ajustar el tratamiento de manera precisa.
“La eficiencia en el proceso de pasar de un tratamiento empírico a uno dirigido puede mejorarse utilizando herramientas diagnósticas rápidas”
Garantizar el acceso temprano a cultivos y antibiogramas también es fundamental. El envío oportuno de muestras y la comunicación ágil de los resultados desde los laboratorios facilitaría la modificación del tratamiento en el menor tiempo posible. Este proceso puede complementarse con protocolos clínicos estandarizados que orienten a los profesionales sobre cuándo y cómo realizar la transición de un tratamiento empírico a uno dirigido.
La colaboración multidisciplinaria, a través de Programas de Optimización de Antibióticos (PROA), y la formación continua del personal sanitario en el uso de herramientas diagnósticas y en los patrones locales de resistencia, son estrategias clave para mejorar la eficiencia. Además, la incorporación de tecnología, como sistemas digitales e inteligencia artificial, junto con mejoras en la infraestructura y logística de los laboratorios, agilizaría la obtención de resultados y la toma de decisiones.
¿Qué dificultades encuentra atención primaria en la detección de la infección y la derivación al hospital de los casos graves o potencialmente graves?
Una de las principales dificultades es la limitación en el acceso a pruebas diagnósticas avanzadas. Mientras que los hospitales cuentan con tecnologías más sofisticadas, en muchos centros de atención primaria las herramientas diagnósticas son más básicas. Esto puede dificultar la detección temprana de infecciones graves.
“Mientras que los hospitales cuentan con tecnologías más sofisticadas, en muchos centros de atención primaria las herramientas diagnósticas son más básicas”
Además, los síntomas de infecciones graves a menudo se solapan con los de infecciones menos graves, lo que complica el diagnóstico temprano. En algunos casos, los síntomas pueden no ser evidentes en las primeras etapas o pueden evolucionar rápidamente, lo que hace aún más difícil distinguirlas de condiciones menos graves. Esto aumenta el riesgo de subestimar la gravedad de la infección.
La sobrecarga de trabajo en los centros de atención primaria también es un factor relevante. Con un alto volumen de pacientes, los médicos pueden estar presionados por el tiempo, lo que puede resultar en una evaluación menos exhaustiva y en la subestimación de la gravedad de algunas infecciones. Esto eleva el riesgo de no derivar a los pacientes cuando es necesario.
Además, la comunicación y coordinación con los hospitales pueden ser un obstáculo. En algunos sistemas de salud, la interacción entre atención primaria y hospitales no es lo suficientemente ágil o fluida. La falta de protocolos claros de derivación y de sistemas de alerta temprana puede retrasar el proceso de transferencia de pacientes graves, lo que compromete la atención oportuna.
“El médico de atención primaria debe activar el código sepsis cuando sospecha que un paciente está desarrollando esta grave condición, utilizando herramientas como, por ejemplo, la escala NEWS2”
¿Cuándo debe activar el médico de atención primaria el código sepsis? ¿Existe buena comunicación entre niveles asistenciales ante la sospecha de estos casos?
El médico de atención primaria debe activar el código sepsis cuando sospecha que un paciente está desarrollando esta grave condición, utilizando herramientas como, por ejemplo, la escala NEWS2, que evalúa parámetros fácilmente medibles en la consulta. Los criterios incluyen frecuencia respiratoria, saturación de oxígeno, presión arterial sistólica, frecuencia cardíaca, nivel de conciencia y temperatura corporal. Una puntuación elevada en esta escala sugiere que el paciente está en riesgo de sepsis, lo que justifica la activación inmediata del código y la derivación urgente al hospital para confirmar el diagnóstico y tratar la sepsis de manera intensiva.
En cuanto a la comunicación entre niveles asistenciales, es esencial que los médicos de atención primaria estén bien entrenados para reconocer los signos de sepsis y activar los protocolos correspondientes. En sistemas de salud bien estructurados, existen protocolos claros para derivar pacientes y transferir información rápidamente, lo que facilita una atención hospitalaria oportuna. Sin embargo, en algunos contextos, la comunicación entre atención primaria y hospitales puede ser deficiente, lo que podría retrasar la intervención.