Redacción
Estados Unidos ha registrado 1.277 casos de sarampión en lo que va de 2025, la cifra más alta desde 1992. El repunte refleja una alerta sanitaria en torno a enfermedades prevenibles, según el análisis publicado por el Washington Post a partir de cifras del Centro para la Innovación en Respuesta a Brotes (CORI), y pone de manifiesto los riesgos crecientes de la desinformación y la caída en la cobertura vacunal.
Desde enero, al menos 1.277 casos de sarampión se han confirmado en 38 estados y en el Distrito de Columbia, superando las cifras registradas en 2019. La situación supone el mayor retroceso en 33 años y desafía directamente los logros obtenidos desde que el sarampión fue declarado eliminado de Estados Unidos en el año 2000.
Los datos, publicados por el CORI de la Universidad Johns Hopkins, revelan que 155 personas han sido hospitalizadas y tres han fallecido, incluidos dos niños sanos en Texas y un adulto en Nuevo México. Todos los fallecidos no estaban vacunados. «El sarampión es altamente contagioso, pero totalmente prevenible. Ver este nivel de propagación es devastador», afirma Claire Hannan, directora de la Asociación de Gestores de Inmunización de Estados Unidos.
Estados Unidos ha registrado el mayor número anual de casos de sarampión desde 1992
La caída de la inmunidad colectiva
El repunte de casos pone en evidencia un fenómeno preocupante: el declive de la cobertura vacunal infantil. La vacuna triple vírica (MMR), que protege contra el sarampión, paperas y rubéola, tenía en 2019 una cobertura del 95% entre los niños de kínder, umbral considerado necesario para alcanzar la inmunidad de grupo. Sin embargo, en 2025 la tasa ha caído por debajo del 93%, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Según los CDC, el 92 % de los casos de sarampión este año se han producido en personas no vacunadas o sin estado vacunal conocido. Esto permite que el virus se propague fácilmente en comunidades cerradas con baja cobertura vacunal, incluso en estados donde la media general de vacunación es alta.
El brote más extenso se localiza en el oeste de Texas, con más de 750 casos desde finales de enero, aunque se estima que la cifra real podría ser mayor. Los casos se han extendido a condados vecinos y otros estados. Entre los focos de contagio se encuentran comunidades menonitas con baja vacunación, algunas con tasas inferiores al 82 % en preescolares.
El 92 % de los casos se da en personas no vacunadas o sin estado vacunal conocido
La situación también ha llegado a El Paso, donde se han registrado 53 casos en un mes, en parte debido a la movilidad laboral en campos petrolíferos. En paralelo, en el estado mexicano de Chihuahua se ha desatado un brote relacionado con el de Texas, que ya supera los 2.400 casos y ha causado ocho muertes, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.
Desinformación, política y crisis de confianza
El resurgimiento del sarampión refleja una crisis de confianza en las vacunas y en las instituciones sanitarias, alimentada por la polarización política y la desinformación, según expertos en salud pública. Una encuesta reciente de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de Harvard revela que el 79% de los adultos cree que la vacunación infantil contra enfermedades como el sarampión debería ser obligatoria para acceder a la escuela. El apoyo es significativamente mayor entre demócratas (90%) que entre republicanos (68%).
En este contexto, la figura de Robert F. Kennedy Jr., actual Secretario de Salud y Servicios Humanos y conocido activista antivacunas, genera polémica. Kennedy ha ofrecido mensajes contradictorios respecto al brote, reconociendo la necesidad de vacunar, pero difundiendo dudas infundadas sobre la seguridad de las vacunas, según expertos. «El sarampión es solo el principio. Si no revertimos esta tendencia, vendrán más enfermedades prevenibles», advirtió Eric Ball, pediatra y portavoz de la Academia Americana de Pediatría en California.
Falta de recursos y respuesta institucional limitada
Los brotes de sarampión son altamente costosos. El de 2019 en Nueva York, por ejemplo, requirió una inversión de 8,4 millones de dólares y la movilización de 550 empleados. Actualmente, muchos departamentos de salud enfrentan recortes presupuestarios que limitan su capacidad de respuesta.
Los brotes se concentran en comunidades con baja confianza en las vacunas
En Texas, los recursos para combatir el brote actual han sido extraídos de otras áreas del departamento de salud. En Dallas, se han despedido 16 trabajadores del programa de inmunización por falta de financiación federal, lo que contrasta con el aumento de casos. «Estamos viendo el mayor brote en más de tres décadas mientras los recursos se reducen. No tiene sentido», dijo Philip Huang, director de salud del condado de Dallas. A pesar de la magnitud del brote, los CDC no han convocado ruedas de prensa, una diferencia notable frente a situaciones anteriores.
Los expertos advierten que Estados Unidos podría perder su estatus de país libre de sarampión si el virus sigue propagándose por más de 12 meses consecutivos. Este riesgo ya se está materializando en Texas y otros estados con transmisión sostenida. Para intentar frenar la expansión, los CDC han creado un kit de herramientas actualizado para comunidades, adaptado a distintas realidades culturales y sociales. Sin embargo, la implementación depende en gran medida del apoyo local y de la confianza de la población.
Nola Jean Ernest, pediatra en una zona rural de Alabama, resume la crisis con una frase que resuena entre muchos médicos. «Todavía confían en nosotros como profesionales, pero ya no confían en las vacunas. Eso me parte el corazón», concluye.











