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Una células madre transformadas en tejido hepático humano 3D, han demostrado una esperanzadora ayuda a la función hepática cuando se implantan en ratones con una enfermedad de este tipo, y es que así se desprende de un estudio desarrollado por científicos del Centro de Medicina Regenerativa del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Edimburgo (Escocia).
El estudio, del que se ha hecho la revista Archives of Toxicology, indica que los científicos, con este trabajo, además de ser un avance en el desarrollo de implantes de tejido hepático humano, podría también reducir la necesidad de animales en investigación, ya que proporciona una mejor plataforma para estudiar la enfermedad hepática humana y probar medicamentos en el laboratorio.
Investigación de gran relevancia para la comunidad médica y científica, ya que es la primera vez que alguien mantiene vivo el tejido hepático derivado de células madre durante más de un año en un laboratorio
Los científicos tomaron células madre embrionarias humanas e indujeron células madre pluripotentes (células adultas que se han inducido a volver a las células madre) y meticulosamente las estimularon para así desarrollar las características de las células hepáticas, llamadas hepatocitos. Estas células, durante más de un año, crecieron en un plato.
Como explica el director de la investigación, el profesor David Hay, la relevancia de la investigación es grande para la comunidad médica, y es que “esta es la primera vez que alguien ha mantenido vivo el tejido hepático derivado de células madre durante más de un año en el laboratorio”. “Las células vivas y estables como células hepáticas durante mucho tiempo son un paso muy difícil”, añade, “pero son cruciales si esperamos utilizar esta tecnología en las personas”.
Después, los científicos colaboraron con químicos e ingenieros de materiales para identificar polímeros adecuados ya aprobados para su uso en humanos, con el objetivo de desarrollarlos en andamios tridimensionales. Policaprolactona, fue el mejor material escogido, y es que se trata de un poliéster biodegradable que hilado en fibras microcóspicas formó un andamio de un centímetro cuadrado y unos pocos milímetros de grosor.
Las células hepáticas derivadas de células madre embrionarias que se habían cultivado en cultivo durante 20 días se implantaron debajo de la piel de los ratones. En los andamios crecieron exitosamente los vasos sanguíneos, y se encontró que los ratones tenían proteínas hepáticas humanas en la sangre, lo que pone de manifiesto que el tejido se había integrado con éxito en el sistema circulatorio y al mismo tiempo, los andamios no fueron rechazados por el sistema inmune de los animales.
Los ratones con implantes hepáticos experimentaron mejoras, y es que perdieron menos peso, tuvieron menos acumulación de toxinas en la sangre y mostraron menos signos de daño hepático
Destacar que los andamios de tejido hepático se probaron en ratones con tirosinemia, un trastorno genético potencialmente mortal, en el que las enzimas del hígado que realizan la función de descomponer el aminoácido tirosina son defectuosas, lo que origina la acumulación de productos metabólicos tóxicos.
Finalmente, el tejido hepático implantado ayudó a los ratones con tirosinemia a descomponer la tirosina. En comparación con los ratones de un grupo de control que recibió andamios vacíos, los ratones con implantes hepáticos experimentaron mejoras, y es que perdieron menos peso, tuvieron menos acumulación de toxinas en la sangre y mostraron menos signos de daño hepático.
“Estos resultados son un primer paso importante, y ahora necesitamos realizar estudios a más largo plazo para establecer completamente la seguridad de esta técnica y ampliar y optimizar el rendimiento del tejido hepático para que podamos llevar esta tecnología hacia ensayos clínicos”, concluye el investigador.