..Elena Santa María.
La humanización es una corriente muy de actualidad que poco a poco se está implantando en nuestro país, pero, ¿es una moda o ha venido para quedarse? Boi Ruiz, exconseller de Salud de la Generalitat de Cataluña y miembro de la Fundación Humans ha hablado de las los retos que plantea la humanización para organizaciones y profesionales, de lo que se ha hecho y de lo que queda por hacer en este campo, en una entrevista para iSanidad. Lo mejor de la sanidad.
¿Cuál es el origen de la corriente de la humanización en España?
Hay una inquietud manifiesta por parte sobre todo de las asociaciones de pacientes y colectivos de profesionales que piensan que la atención sanitaria no solo puede ser bidimensional en el sentido relación profesional-enfermedad de la que es portador un paciente, sino que tenemos que buscar una visión tridimensional: no solo es la enfermedad de la que es portador un paciente, sino que ese paciente tiene toda una serie de elementos como ser humano, que hay que considerar en la atención sanitaria. Nace de eso, de la percepción por parte de los pacientes de que está muy claro que una atención, como decía Albert Jovell, afectiva contribuye a ser más efectiva, y por lo tanto esto es un elemento nuclear en cualquier política sanitaria a partir de ya. No se pueden hacer políticas sanitarias en las que se prescinda de los aspectos humanos de los pacientes, de eso que Julio Zarco llama la homoesfera.
Nace de la percepción por parte de los pacientes de que una atención afectiva contribuye a ser más efectiva
La humanización va a transformar el SNS. ¿Lo está haciendo o lo va a hacer?
Yo creo que lo va a hacer porque esa tercera dimensión de la que hablamos a la hora de hacer políticas tiene que ser tenida muy en cuenta. Ya empieza a tenerse en cuenta una dimensión sobre el paciente, que ya no es solo tener en cuenta sus patologías sino tener en cuenta su grado de desigualdad económico-social con respecto a otros, y eso ya es entrar en un aspecto del entorno individual, el tener en cuenta que la atención sanitaria no puede desligarse de los aspectos sociales. Esto es entrar en otra dimensión, pero ya más allá, en el aspecto emocional de las personas, y por lo tanto vamos cada vez hablando mucho más de esa otra dimensión que no solamente es aquella que nos decían cuando estudiábamos de la enfermedad, también nos decían que no atendemos enfermedades, que atendemos enfermos. Eso quedaba muy bien pero no se incorporó a las políticas. Sí que lo han incorporado pese a todo, y de una manera muy generalizada los códigos éticos de los profesionales sanitarios, pero no se han incorporado a las políticas, falta ese paso.
¿Qué paso tienen que dar el SNS y la sociedad para incorporar la humanización a la asistencia sanitaria?
Al final las cosas no son buenas ni malas si no se miden, se comparan, y a partir de aquí se toman decisiones. Lo primero que tiene que hacer el SNS y en eso la Fundación Humans apostamos muy fuerte es ser capaces de medir cuales son los grados de cobertura de esos aspectos humanos de la persona cuando necesita ser atendida en el sistema. Una vez tengamos eso podemos valorar la situación de nuestro país, establecer unos estándares que consideremos más o menos óptimos y establecer políticas concretas de actuación al respecto. Hay que empezarlo poquito a poco, no se puede hacer una gran perdigonada en el SNS para intentar solucionar toda esa dimensión porque fracasaríamos, hay que hacerla paso a paso, viendo primero cómo estamos tratando los pacientes crónicos complejos, cómo estamos haciendo la atención hospitalaria, cómo estamos haciendo la atención especializada. Hay muchas cosas hechas, hay planes de humanización, aunque no se les llame así, del trato de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos, hay muchos pasos en muchos sentidos. Pero son pasos que habría que ligarlos para que de todos ellos salga un único resultado.
Lo primero que tiene que hacer el SNS es ser capaces de medir cuales son los grados de cobertura de esos aspectos humanos de la persona
Tenemos que evitar una cosa que está ocurriendo, estamos confundiendo atención personalizada con atención singularizada. Cuando hablamos de que a un paciente le daremos un tratamiento personalizado, estamos hablando de un tratamiento singular de su enfermedad: el paciente que tiene un cáncer determinado y que le hacemos un tratamiento lo más ajustado posible a ese cáncer en función de que hemos hecho el estudio genético, etc. A eso le estamos llamando atención personalizada y es singularizada de la enfermedad, no es una atención personalizada en relación a la persona. Tenemos que ir creando una doctrina que sea incorporada a los planes de salud de las Comunidades Autónomas y del SNS.
Algunos lo llaman la medicina de precisión y otros, medicina personalizada. No es medicina personalizada, es medicina singularizada a cómo se manifiesta patológicamente esa enfermedad en el individuo, no cómo se plantea emocionalmente ese paciente la enfermedad. Es distinto, es otra dimensión.
Cuando hablamos de que a un paciente le daremos un tratamiento personalizado, estamos hablando de un tratamiento singular de su enfermedad
¿Qué resistencia se están encontrando los profesionales para dar este paso hacia la humanización?
En muchos casos son los propios profesionales quienes lideran estos aspectos. Por lo que conocemos de experiencias en las comunidades autónomas como la de Madrid o la de Castilla La Mancha, los planes que han ido elaborando han contado con la participación de los profesionales. También es verdad que en otras comunidades se escribe prosa sin saber, están haciendo muchos planes y orientando mucho la atención al paciente en relación a los aspectos holísticos que rodean a la persona, y lo están haciendo sin haber establecido un plan muy concreto. Hay planes de Atención primaria que incorporan perfectamente esa atención humana cuando hablamos de la dimensión de la atención comunitaria.
Hay un movimiento que nos hemos propuesto desde la Fundación Humans, con Julio al frente, que es liderar, no con vocación de protagonismo sino de tener unos resultados esperados de mejora en esos aspectos, no tanto porque se esté haciendo mal, sino porque se están irrumpiendo muchas cosas disruptivas, las tecnologías de la información y la comunicación, no podemos personalizar la atención a las personas para ganar velocidad en la comunicación, etc. En muchos ámbitos los profesionales lo acogen con satisfacción. Todos sabemos perfectamente en un centro sanitario a quién llevaríamos nuestra familia, a qué médico, a qué enfermera. Y no solo lo llevaríamos a esa persona por sus grandes conocimientos sino porque es una persona que además de solucionar el problema de salud aporta una relación, un trato y tiene en cuenta unos determinados valores.
Todos sabemos a quién llevaríamos nuestra familia porque es una persona que además de solucionar el problema de salud aporta una relación, un trato y tiene en cuenta unos determinados valores
¿Dónde se aprende y cómo se enseña la parte humanista de la medicina?
El papel que tienen las universidades es notable en este aspecto: ir incorporando esos valores, no solamente aquello que nos explicaban cuando estudiamos los de mi generación que decía antes, sino que de alguna tiene que ser contemplado. Yo soy muy tomista, del Santo Tomás del dedo en la llaga. Tenemos que ser capaces de establecer en un momento determinado, de manera formal, no solo hipotética, que hay una relación directa entre el tratar adecuadamente los aspectos humanos de un paciente y el resultado de una medicina efectiva de su tratamiento.
¿Dónde es más necesaria esta corriente, en los protocolos, en las personas…?
Hay que tener en cuenta una cosa importante, estamos hablando de valores éticos. Considerar al paciente en todos sus aspectos como persona tiene que acoplarse al valor del ejercicio diario de las profesiones sanitarias, pero no debe recaer solo sobre las profesiones, quien tiene que ser muy sensible a los aspectos humanos de los pacientes tienen que ser las propias organizaciones. Es muy difícil que los valores se puedan conseguir regulándolos, porque hagas una ley determinada, no vas a impedir que gente sin valores siga actuando. Lo importante es que el SNS incorpore como valores intrínsecos esos aspectos de humanización en la atención sanitaria. Sería muy poco efectivo el regularlos, incorporarlos a protocolos. Estamos hablando más de actitudes que no de formalismos. Incorporarlo en valores tiene que hacerse desde las culturas de las organizaciones, pero hay un paso previo y es que las nuevas generaciones tienen que incorporarlo ya en la universidad. Los que ya están en el SNS, las organizaciones y los profesionales, lo tendrán que ir incorporando como valores.
Lo importante es que el SNS incorpore como valores intrínsecos esos aspectos de humanización en la atención sanitaria
¿Cuál es la conclusión?
Tenemos que evitar esa corriente de que la atención personalizada es la atención humanizada, porque es otra cosa, y no deberíamos llamarla así sino singularizada. El tema de humanización son valores, y los valores tienen que incorporarlos las organizaciones. Ser exigentes en la aplicación de esos valores desde las organizaciones e incorporar a la universidad esos nuevos valores que se necesitan en función de los cambios de entorno que se están produciendo, en el que la gente se tiene que ver acogida como paciente por una organización, ya no solo por el profesional que le atiende, porque muchas veces vana a ser muchos. Lo teníamos muy fácil cuando nos pusimos de acuerdo en que delante de una enfermedad no podía actuar un solo médico, el caso típico era la patología mamaria. El cáncer de mama de quién era, ¿del ginecólogo? ¿del cirujano? ¿del oncólogo? Decidimos hacer las unidades de patología mamaria. Es muy fácil hacer una unidad interdisciplinar alrededor de una enfermedad. ¿Pero cómo se hace alrededor de un paciente crónico complejo con cuatro o cinco patologías? Si no colocamos un sustrato de valor de atención humanizada a esa persona es muy difícil. Eso es lo nuevo que hay que hacer porque ha cambiado la demanda y por tanto hay que cambiar la manera de hacer las cosas.
Ha cambiado la demanda y por tanto hay que cambiar la manera de hacer las cosas
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