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Para reducir los síntomas del linfedema, prevenir su aparición y detectar sus primeras señales, la atención de un fisioterapeuta especializado, el control médico y un estudiado programa de ejercicio progresivo se antojan cruciales. Y es que así lo aseguran desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), el Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas del País Vasco, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Navarra, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Galicia, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Andalucía, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana y el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Cantabria, que con motivo de la conmemoración del Día Mundial contra el Cáncer de Mama dedican su videoconsejo del mes de octubre a la prevención del linfedema.
¿Qué es el linfedema?
Cuando se padece un cáncer, una vez curado, es irremediable pensar y tener temor por las secuelas tanto estéticas como funcionales que puede dejar.
Se conocen la pérdida o deformidad del pecho, los efectos que la radioterapia provoca en la piel, las molestias sensitivas de la quimioterapia…Pero el verdadero significado del linfedema, un aumento del volumen de las extremidades secundario a la acumulación de linfa, no es tan conocido.
El linfedema se produce en el 20% de los cánceres de mama y en el 30-40% de los génito-urinarios
Como explica la Dra. Carmen Iglesias, responsable de la Unidad de Microcirugía Reparadora del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario, “la causa de esta patología es una atrofia u obstrucción en el sistema linfático, un sistema de vasos que conduce la linfa (líquido rico en proteínas) hacia el corazón. Cuando este líquido sale al exterior se produce el edema y, si este se perpetúa en el tiempo, ocasiona fibrosis y depósitos de grasa”. Está causado por una obstrucción del sistema linfático, se produce en el 20% de los cánceres de mama y en el 30-40% de los génito-urinarios.
Consideraciones como el seguimiento y control del médico; el tratamiento precoz de la patología con un fisioterapeuta especializado (con movilizaciones, tratamiento de cicatrices y drenaje linfático manual), y la importancia de que el paciente informe de cualquier tipo de cambio que detecte en su estado físico (hinchazón, volumen, enrojecimiento, calor, entumecimiento u hormigueo) son esenciales para conseguir una buena recuperación después de la intervención quirúrgica o tras las sesiones de radioterapia.
Todo paciente al que le hayan extirpado o radiado ganglios linfáticos tiene riesgo de padecer linfedema, riesgo que se ve aumentado si la persona padece una infección en el lado operado o si el índice de masa corporal se incrementa
Como indican desde la Amercian Cancer Society, una de las instituciones de referencia mencionadas en el videoconsejo, el entrenamiento aeróbico y de fuerza durante al menos 150 minutos de intensidad moderada o 75 de intensidad vigorosa a la semana, como también el uso de pesas para fortalecer y tonificar los miembros superiores, mediante un programa de ejercicio progresivo, no incrementa la gravedad o incidencia del linfedema, al contrario, disminuye la incidencia de exacerbaciones, reduce los síntomas y mejora la fuerza muscular del paciente.
Asimismo, el videoconsejo destaca un estudio de la universidad de Harvard que realizó un seguimiento durante 24 meses a pacientes sometidas a tratamientos con cáncer de mama en riesgo de padecer linfedema. Esta investigación pone de relieve que todo paciente al que le hayan extirpado o radiado ganglios linfáticos tiene riesgo de padecer linfedema, un riesgo que se ve aumentado si la persona padece una infección en el lado operado o si el índice de masa corporal se incrementa. Al respecto, los fisioterapeutas recuerdan que el control del peso y de las infecciones es fundamental en este tipo de casos, por ello recomiendan mantener una higiene e hidratación diaria.