..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
Entramos en la última semana de la campaña. Poco se han parado nuestros partidos en las necesidades del sistema sanitario durante los debates de televisión. Pero esta omisión no es nueva en periodo electoral. Quizás viene a demostrar la teoría de que todos las fuerzas se encuentran en sintonía en materia sanitaria y que la incapacidad de alcanzar acuerdos es consecuencia del clima de tensión. Independientemente de lo que ocurra el 28 de abril, el nuevo Gobierno deberá retomar la reforma de atención primaria. Esto supone replantear el problema de la financiación del primer nivel asistencial. La ausencia de una memoria económica fue una de las causas de la dimisión de los coordinadores del plan y del rechazo frontal de las comunidades gobernadas por el PP. El Ministerio deberá convencer a los profesionales, que tienen los números de atención primaria en la cabeza.
El Ministerio deberá convencer a los profesionales, que tienen los números de atención primaria en la cabeza
De hecho, médicos y enfermeras lo tienen bastante claro. Consideran que la puerta de entrada al Sistema Nacional de Salud merece y requiere un 20% del gasto sanitario. Y quieren garantías. Si revisamos las cifras de gasto sanitario público del Ministerio de Sanidad resulta sencillo entender estas exigencias. Desde 2009, el año previo a que comenzaran los primeros recortes, el gasto en atención primaria ascendió a su máximo histórico, 10.726 millones de euros. Esta cifra significa el 15,2% del gasto sanitario. El importe se ha visto reducido un 9% en comparación con 2017, último año registrado en las estadísticas de Sanidad. Hablando en plata, suponen casi 1.000 millones de euros que le han hecho perder peso específico. Hoy representa solo un 14,2% del gasto; es decir, un punto menos que en 2009.
En los profesionales de primaria ha quedado la sensación de que la crisis económica se ha cebado especialmente con ellos. Incluso genera cierta molestia ya el mensaje político. Por un lado, la sitúan como el eje del sistema. Por otro, apenas se han revertido los recortes introducidos tras la crisis. Son dos realidades que chocan. Las comparaciones son siempre odiosas. Y más entre los dos niveles asistenciales. Atención hospitalaria ya se ha recuperado de la crisis económica. El gasto ha crecido un 8,4%. Los hospitales suponen el 62,1% del gasto, mientras que en 2009 se situaban en el 55,6%. En realidad es el único indicador que ha mejorado. Las estadísticas muestran que salud pública, los servicios colectivos de salud o farmacia continúan en niveles inferiores a los registrados antes de la recesión.
En los profesionales de primaria ha quedado la sensación de que la crisis económica se ha cebado especialmente con ellos
Y estos recortes se traducen en la ausencia de profesionales. No hay apenas sustituciones en vacaciones. La situación se agrava en las ciudades de costa en verano donde crece la presión asistencial. A los profesionales les agobia la cercanía de la edad de jubilación. Miran a la lejanía pero no llega el relevo. De los que llegan mucho se marchan ante la precariedad laboral y los bajos salarios. Emprenden el camino a Reino Unido o Francia donde están bien considerados. De ahí la necesidad de fidelizar a los médicos jóvenes en sus centros de salud y de aumentar al 30% el número de plazas para familia en la próxima convocatoria MIR. Son tareas que debe asumir el nuevo Gobierno. Así lo contempla el documento que aprobó el Consejo de Ministros.
Cualquier estrategia en VIH, hepatitis C, cronicidad,…, todas requieren de la participación del primer nivel. Se le está pidiendo más o con menos. Si el Gobierno y comunidades autónomas no abordan en este problema llegará un momento en que no salgan los número de atención primaria.