..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
Parece mentira pero las negociaciones postelectorales en las comunidades autónomas y en el Congreso de los Diputados se hallan a punto de concluir. Estos procesos siempre me resultan tediosos, casi tanto como cuando acaban las competiciones deportivas y la prensa tira ríos de tinta sobre los posibles fichajes. En breve los nuevos responsables sanitarios en el Ministerio y en las autonomías ocuparán sus cargos. Casi podría hacer un guión sobre lo que dirán en sus discursos de toma de posesión.
Repetirán como un mantra aquello de que tenemos el mejor sistema sanitario del mundo. En parte llevan razón, pero no deja de ser una verdad a medias con todo lo que ello implica. Quizás el Sistema Nacional de Salud no ocupe el primer lugar de los principales ranking internacionales pero aparece siempre bien posicionado. No podemos caer en la auto complacencia. Precisamente los informes de The Lancet y Bloomberg muestran una pérdida calidad de nuestro sistema sanitario.
En breve los nuevos responsables sanitarios en el Ministerio y en las autonomías ocuparán sus cargos. Los informes internacionales y la sociedad advierten de una pérdida de la calidad del sistema
Esta realidad también ha llegado a los ciudadanos. En el último año, el Defensor del Pueblo recoge 824 quejas relacionadas con los servicios sanitarios. Este dato supone un incremento del 60% con respecto al año pasado. Solo la sanidad supone un 4,6% de todas las reclamaciones que se producen en nuestro país.
El Barómetro de mayo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) advertían de esta percepción social. Para un 17% de los españoles la sanidad era el principal problema del país. A principios de año esta cifra no llegaba al 13%.
Tanto los informes de expertos como la sociedad dan muestra del agotamiento del sistema sanitario. Si queremos mantener un sistema sanitario universal, equitativo y de calidad es necesario emprender reformas urgentes. Estas reformas pasan por un Pacto de Estado que incluya a todas las administraciones, a las fuerzas políticas, a los profesionales sanitarios, a la industria, a los pacientes y a todos los agentes implicados. Confiemos en que los pactos de gobierno se traduzcan en acuerdos sanitarios. Si no, seguiremos perdiendo calidad y aumentarán más la preocupación y las quejas de los ciudadanos.
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