Dr. José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC).
Antiguas experiencias psicopatológicas en experimentación animal, llevadas a cabo por un grupo de neuropsiquiatras americanos, pusieron de relieve el impacto del estrés psicológico como agente inductor de cambios ateroescleróticos acelerados.
Gatos enjaulados fueron permanentemente rodeados por amenazadores perros agresivos durante una semana. Al cabo de este plazo, los animales fueron sacrificados observándose en la necropsia un rápido desarrollo ateroesclerótico en el árbol coronario con pequeños infartos dispersos por el miocardio.
Las catástrofes naturales, como terremotos, explosiones volcánicas o inundaciones incrementan los eventos cardio y cerebrovasculares en torno a esas calamidades
Los soldados americanos de entre 20 y 25 años muertos en la Guerra de Corea, en la década de los cincuenta del pasado siglo, mostraban en sus necropsias placas de ateroma frescas y blandas posiblemente motivadas por el estrés generado por aquella contienda. Lo mismo sucedió en la Guerra de los Seis Días entre Israel y la coalición árabe del año 1967 en donde los infartos de miocardio, angina, ingresos hospitalarios y muerte súbita se multiplicaron hasta por seis.
Las catástrofes naturales, como terremotos, explosiones volcánicas, inundaciones, etc., incrementan de modo muy significativo los eventos cardio y cerebrovasculares en torno a esas calamidades. Los médicos de guardia saben que las urgencias cardiovasculares aumentan de modo muy significativo en las dos horas que siguen a un partido de fútbol de alto interés. Un estudio de 2008 llevado a cabo en la Universidad de Cambridge demostró que las crisis bancarias disparan las muertes por problemas de corazón.
El estrés induce cambios fisiopatológicos que explican el vínculo entre ansiedad, depresión y enfermedad cardio y cererebrovascular
El estrés induce cambios fisiopatológicos que explican el vínculo entre ansiedad, depresión y enfermedad cardio y cererebrovascular. Se sabe que el estrés provoca un incremento del ritmo del cortisol y de la producción de catecolaminas endógenas que, a su vez, aumentan la frecuencia cardiaca y la presión arterial elevando poderosamente el consumo miocárdico de oxígeno. Además de inducir vasoconstricción generalizada y coronaria.
Un reciente estudio publicado The Lancet para el que utilizaron PET/TAC, ha demostrado, por primera vez, la estrecha vinculación entre la actividad de la amígdala cerebral (centro que regula las emociones) y las modificaciones cardiovasculares perniciosas. En los análisis metabólicos y de diversos biomarcadores encontraron, entre otras cosas, un aumento significativo de factores inflamatorios como la interlekina-6 y la proteína C reactiva.
Entre las distintas formas causantes de estrés el trabajo estresante se ha demostrado como un poderoso factor de riesgo cardiovascular
Concluyen los autores que observar la actividad de la amígdala y sus modificaciones metabólicas podría ayudar a predecir eventos coronarios futuros provocados por cualquier tipo de estrés. Y, en particular, el estrés laboral.
Desde 2002, las Guías Europeas de Prevención Cardiovascular, incluyen al estrés como un importante factor de riesgo cardiovascular.
Entre las distintas formas causantes de estrés (físico, psíquico, sexual) el trabajo estresante se ha demostrado como un poderoso factor de riesgo cardiovascular. Para tratar este importante asunto, la Fundación Española del Corazón (FEC), junto con la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), celebrarán conjuntamente en la Casa del Corazón de Madrid el próximo 26 de junio un simposio para abordar este interesante tema con la participación de destacados expertos en psicopatología del estrés y cardiología.