..María Vargas Tabuenca. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad.
Mateo llevaba desde hace algún tiempo escuchando unos sonidos reiterantes, especialmente por la noche, en la pared de su casa. No eran excesivamente fuertes, tampoco violentos. En los 20 años que llevaba viviendo en esa casa, nunca los había escuchado. Especialmente, le sorprendía su procedencia: el piso contiguo pertenecía a Elena y Pablo, un matrimonio septuagenario que conocía bien y que, con los años, se habían convertido en amigos. Ambas casas se comunicaban a través de un patio interior, y varias ventanas de las viviendas permitían a ambos vecinos verse de vez en cuando.
Un día, mientras estaba tranquilamente tomando su acostumbrado té de antes de irse a dormir, volvió a escuchar los sonidos. Toc, toc, toc. No pudo evitarlo, dejó su taza humeante con el hilillo del té saliendo de la taza, y se levantó a comprobar qué era. Pegó su oreja a la pared. Los golpes se intercalaban con unos sollozos procedentes de una mujer que, aunque eran bajitos, permitían ser distinguidos. Quiso saber más, y se fue hacia el patio interior para ver si conseguía ver algo. La imagen no pudo más que sorprenderle, produciéndole una mezcla de compasión e incomprensión. Era Elena, que se estaba golpeando la cabeza contra la pared.
Al día siguiente, se encontró al marido de Elena en el supermercado. Le vino una tremenda duda sobre qué debía hacer: callarse o trasladar lo que había presenciado la noche anterior. Esa misma duda que surge cuando no sabes si la verdad a transmitir compensa o perjudica a tu interlocutor, por muy verdadera que sea. Finalmente, se lo dijo. Pablo le miró con unos ojos que atisbaban tristeza y fue claro con él: “A Elena le diagnosticaron epoc hace algunos meses. La enfermedad nos ha hecho tener que replantearnos nuestro día a día, ahora mucho más limitado. Lo que viste anoche es solo la expresión de la culpabilidad de Elena: dice esta enfermedad se la ha provocado ella a sí misma, y que perjudica a los que vivimos a su alrededor”.
Una de las comorbilidades asociadas a esta enfermedad es el desarrollo de ansiedad y depresión, como la culpabilidad de una paciente con epoc
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, tras los datos presentados en el estudio EPI-SCAN II, tiene un gran infradiagnóstico. Concretamente, el 74% por ciento de los pacientes españoles se encuentra sin diagnosticar. Asimismo, la prevalencia femenina tiene un crecimiento positivo preocupante, con un 9,4% frente al 5,7% recogido en el EPIC-SCAN y publicado en 2007. Una de las comorbilidades asociadas a esta enfermedad, y principalmente en mujeres, es el desarrollo de ansiedad y depresión. Como la culpabilidad de una paciente con epoc.
Cada vez somos un país que cuenta con más medios de diagnóstico, con tratamientos más eficaces y seguros; con más información en líneas generales sobre los riesgos de tomar una decisión u otra. Pero parece que no se terminan de asimilar todas estas medidas que, privilegiadamente, tenemos a nuestra disposición. Se requieren más medios para evitar este infradiagnóstico y aumento de la incidencia. Como, por ejemplo, unas adecuadas tasas a las tabacaleras; o no tener que pasar por que, una vez realizado el diagnóstico, no se pueda acceder a la triple terapia cerrada. Para evitar que, pacientes como Elena, tengan que sufrir su enfermedad como un estigma: la culpabilidad de una paciente con epoc.
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