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El 74% de los pacientes anticoagulados que presentan un mal control a partir de los datos INR, fueron percibidos por sus médicos de familia como bien controlados, una percepción que deriva en la llamada inercia clínica. Es uno de los datos del informe Samoa elaborado por Boehringer Ingelheim en España, y que puso de manifiesto el Dr. José Polo, vicepresidente primero de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) en el marco del II Congreso Nacional Médico & Farmacéutico de Semergen y la Sociedad española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac).
Dr. Polo: “¿Qué hacemos los médicos ante pacientes anticoagulados con mal control? El estudio Paula dice que la mayoría no hace nada”
Además, diferentes estudios muestran que una media del 40% de pacientes anticoagulados no están bien controlados. “Y, ¿qué hacemos los médicos ante pacientes con mal control en consulta? Pues el estudio Paula dice que la mayoría no hace nada”, lamentó el Dr. Polo. En este estudio participaron 139 investigadores de 99 centros de salud de prácticamente todas las comunidades autónomas. El doctor advirtió de que la consecuencia del mal control en pacientes anticoagulados y la inercia clínica “es que la posibilidad de ictus se eleva”.
El ponente recordó que el control de la anticoagulación en España “la realiza claramente el médico de atención primaria” e indicó que siempre que el test CHADS-VASc muestre un resultado igual o superior a dos “hay que anticoagular”. Uno de los motivos que generan esa inercia clínica, según el ponente y el Dr. José Luis Llisterri, presidente de Semergen y moderador de la mesa redonda sobre esta cuestión en pacientes anticoagulados con fibrilación auricular, es las dificultades que pone la administración para la prescripción de anticoagulantes de acción directa (ACOD).
Diferentes estudios muestran que una media del 40% de pacientes anticoagulados no está bien controlados
“Cada comunidad autónoma tiene trabas administrativas y eso también influye en la baja aplicación de los ACOD, pese a que los costes económicos de un ictus son mucho mayores que administrar estos anticoagulantes”, consideró el Dr. Polo. Recordó que los ACOD están “infradosificados” en España. “Utilizamos dosis bajas e incorrectas pese a que las dosis que han mostrado más eficacia son más elevadas”.
Según explicó, la actualización de 2018 de las guías europeas sobre el tratamiento con los nuevos anticoagulantes recomiendan de inicio los ACOD. Entre otras cosas, han demostrado que reducen en un 19% el riesgo de ictus y se producen un 25% menos de hemorragias intracaneales.
La falta de adherencia a los tratamientos con anticoagulantes son un problema que genera un mal control del paciente. En este sentido, tanto médicos como farmacéuticos presentes en la mesa redonda, convinieron en el importante rol que puede jugar la farmacia comunitaria.
Otón Bellver: “Los farmacéuticos debemos ser capaces de asegurar que el paciente sepa qué toma, para qué, cuánto tiempo y las consecuencias de no tomarlo”
“La dispensación no es meramente un acto de entrega del medicamento. Es también un acto clínico. Debemos ser capaces de asegurar que el paciente sepa qué toma, para qué, cuánto tiempo y las consecuencias de no tomarlo”, explicó Otón Bellver Monzo, doctor en farmacia y miembro del grupo de trabajo de hipertensión y riesgo vascular de Sefac.
En este sentido, señaló la importancia de incorporar la medida del pulso en la práctica farmacéutica en pacientes anticoagulados con fibrilación auricular, “comprobar que el pulso es rítmico o no”, como una manera de cribar a los pacientes que deben acudir al médico. Además, el farmacéutico concluyó que las farmacias comunitarias “debemos participar en el control de los pacientes anticoagulados y pedir la hoja de INR”.