..Gema Maldonado.
Durante años se ha hablado de la terapia génica como una esperanza de futuro para enfermedades raras y para otro tipo de patologías. Pero algunas de estas terapias ya están llegando a los pacientes y otras están por llegar, con numerosos ensayos clínicos en fase tres para determinadas indicaciones. “No estamos hablando de un futuro, sino de un presente”, señalaba este miércoles le investigador Juan Bueren. El Sistema Nacional de Salud (SNS) tiene que prepararse para financiar el acceso a la terapia génica y para adaptarla a la práctica clínica. Eso incluye la formación de equipos de tratamiento.
Juan Bueres: “La financiación de la terapia génica tiene que ser tan innovadora como la propia terapia”
Bueren, jefe de la División de Terapias Innovadoras en el Sistema Hematopoyético del Ciemat y Ciber de Enfermedades Raras del ISCIII señala que la financiación es un aspecto clave. “Soy consciente de que a nivel del Ministerio de Sanidad preocupa y a las farmacéuticas también preocupa mucho. Sin duda tendrán que llegar a acuerdos porque la financiación de estas terapias tiene que ser tan innovadora como las propias terapias”.
“Hay que prepararse para cuando desembarquen las terapias en la clínica diaria. Es la clave del éxito”, advierte el Dr. Víctor Jiménez Yuste, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz (Madrid). “Necesitamos equipos de tratamientos formados porque hay que seguir de por vida a los pacientes”. En materia de investigación, Bueren, afirma que se están poniendo en marcha programas de formación en estas terapias. “De hecho, uno de los próximos planes del ISCIII es la creación de un centro especializado en terapias avanzadas”, añade.
Las enfermedades raras están entre las más beneficiadas por la terapia génica. El 80% de las más de 7.000 existentes tienen un origen genético
Son aspectos abordados en el seminario Terapia Génica: innovación y desafíos en el tratamiento de enfermedades raras organizado por Pfizer y la Asociación de Informadores de la Salud (ANIS). Las enfermedades raras están entre las más beneficiadas por la terapia génica: el 80% de las más de 7.000 existentes tienen un origen genético. Las terapias más avanzadas entre ellas, son las que se dirigen a enfermedades monogénicas. Es el caso de la atrofia muscular espinal (AME), cuya terapia génica ya es una realidad aprobada por la FDA y la EMA. Y ya se está tratando a pacientes fuera de ensayos con ella en España. En otras enfermedades como la distrofia muscular de Duchenne y en el caso de la hemofilia, los ensayos de esta terapia están en su última fase antes de su aprobación.
En el caso de la hemofilia, España ha estado “en primera línea de investigación y en ensayos clínicos, al nivel de otros países”, afirma el Dr. Víctor Jiménez Yuste, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz (Madrid). Este alto nivel se puede trasladar al resto de investigaciones sobre terapia génica en enfermedades raras, con unidades de investigación clínica y médicos especialistas “de admiración internacional poniendo en marcha ensayos muy complejos con estas terapias”, apunta Bueren. La investigación española esta área “ha avanzado mucho gracias a los genetistas y virólogos” que desarrollan los procedimientos de modificación genética de los virus que se utilizan para gran parte de estas terapias.
Dr. Jiménez Yuste: “”Hay que prepararse para cuando desembarque la terapia génica en la clínica diaria. Es la clave del éxito”
Pero se abre un segundo capítulo para el que el sistema español no está tan preparado: el acceso y a financiación del tratamiento. “Es algo siempre complejo, aunque siempre llega. Pero en España es lento comparado con otros países de nuestro entorno”, reconoce el Dr. Jiménez Yuste, “veremos cómo es este segundo capítulo en la hemofilia”. En esta enfermedad y en otras patologías consideradas raras, la terapia génica tiene varios condicionantes vinculados tanto a la financiación como al acceso.
Por un lado, si las terapias son de por vida, es decir, si con una administración del medicamento de la terapia génica es suficiente para que el paciente pueda convertirse en “su propio bioerreactor”, como metaforiza Bueren, produciendo la proteína terapéutica que necesita su patología. Las terapias génicas de la hemofilia, la AME o las que se prueban para Duchenne tiene la modalidad no integrativa. Consisten en integrar en el ADN del paciente un vector portador de un gen terapéutico “que pueda mantenerse de manera episotomal en una célula diana”. La función del gen dañado se restaura a partir de gen insertado, pero no se integra en la célula. “Si esta célula tiene una alta división, el gen terapéutico perdería efectividad”, explica el investigador.
Que el paciente pueda mantenerse con una sola aplicación de terapia génica y la selección de los pacientes aptos para la terapia, son algunos retos
Esto implicaría una nueva aplicación terapéutica y su correspondiente coste. Este efecto se ve en algunos ensayos clínicos que muestran “una posible pérdida a lo largo del tiempo”, apunta el Dr. Jiménez Yuste, y “esto es un gran condicionante para la financiación”. El hematólogo añade el reto que supondrá “la selección clara de los pacientes” aptos para acceder a la terapia. Así, destaca que los ensayos parten de una selección previa de pacientes, no hay niños ni pacientes con patologías hepáticas previas en el caso de la hemofilia. ¿Podrán beneficiarse de la terapia génica este tipo de pacientes?
En patologías neuromusculares, la selección va a depender de la progresión que haya tenido la enfermedad. Lo explica el Dr. Andrés Nascimiento, neuropediatra de la Unidad de Patología Neuromuscular del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona). “Las neuronas motoras se pierden y no se recuperan en enfermedades neuromotoras. Lo mismo ocurre con la distrofia muscular de Duchenne: el músculo se va deteriorando y se sustituye por grasa. Tenemos que utilizar las terapias cuando aún hay capacidad de respuesta. Por eso es muy importante la capacidad de cribado”. Por eso, añade el Dr. Nascimiento, “con su experiencia en el manejo de pacientes, el clínico debe establecer un consenso para la selección adecuada”.
Daniel-Aníbal García: “No es fácil para un paciente entender que no puede aplicársele una terapia génica”
Aquí entra la gestión de expectativas de los pacientes, sobre la que incide Daniel-Aníba García, presidente de Fedhemo y secretario de Organización de Cocemfe. “No es fácil para un paciente entender que no puede aplicársele una terapia génica”, señala. “las asociaciones y los médicos tenemos un papel muy importante en tratar de explicar estas terapias y eliminar mitos“. Por otro lado, el representante de los pacientes recuerda que acceso efectivo a estos tratamientos “es un problema”. Y considera que las asociaciones deben participar en el proceso de financiación, acceso y procesos asistenciales que lleven a la clínica la terapia génica.