Una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, patología que afecta cada año en España a cerca de 120.000 individuos, mayoritariamente mujeres. En nuestro país al año se producen 36.000 muertes por ictus (el 30% de los afectados). Esta enfermedad cerebrovascular representa la segunda causa de muerte y la primera de incapacidad, ya que la mayoría de los pacientes sufre secuelas que en el 40% de los casos resultan inhabilitantes.
Y es que según informa la Sociedad Española de Neurología (SEN), con motivo del Día Mundial del Ictus que se celebra hoy, en España, en los últimos años se ha observado un incremento del 40% en el número de personas que son atendidas por esta patología en los hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Desde el punto de vista sanitario y socioeconómico, el ictus es considerado como un problema de salud pública de primera magnitud, ya que supone la octava causa de hospitalizacion en España al ser una de las patologías que mayor estancia hospitalaria precisa, y es responsable de entre el 3 y el 6% del gasto total sanitario.
Aunque desde la SEN se indica que en los últimos 20 años se ha registrado una tendencia a la baja en cuanto a la mortalidad por ictus gracias a los trabajos de detección precoz, prevención y la mejora que, en la atención neurológica especializada hospitalaria se ha producido, las enfermedades cardiovasculares son causantes del 8% del total de las defunciones en hospitales.
Factores de riesgo que propician la aparición del ictus
Los neurólogos señalan que el ictus se puede evitar y de que existen factores de riesgo como padecer hipertensión, diabetes, síndrome metabólico, apnea de sueño o enfermedades de corazón que pueden “provocar” su aparición, por lo que es importante evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, y controlar la presión arterial, el colesterol, el sedentarismo y la obesidad.
Indican que las posibilidades de tratar con éxito un ictus se van reduciendo en el momento mismo en el que aparecen los primeros síntomas, como es la pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, sensación de “acorchamiento u hormigueo” de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, y trastorno repentino de la sensibilidad.
Otros síntomas son la pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos, alteración o pérdida repentina de la capacidad para hablar, dificultad para expresarse y ser entendido, dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente, sensación de vértigo, inestabilidad, desequilibrio y confusión repentina.
Ante esta amplia variedad de síntomas, en el momento en el que hagan acto de presencia, es importante llamar a un servicio de urgencias o acudir cuanto antes al hospital, ya que las primeras horas son cruciales en la evolución del paciente, incluso aunque los síntomas desaparezcan a los pocos minutos.
Actualmente todas las Comunidades Autónomas disponen del protocolo de actuación denominado “Código Ictus” y todas cuentan con al menos, una Unidad de Ictus, sin embargo todavía existen 19 provincias sin estas unidades, además de Ceuta y Melilla.
La incidencia del ictus en España se agravará en los próximos años
En España, la incidencia del ictus se prevé que se agrave en los próximos años, y es que el envejecimiento de la población es un factor que influye sobremanera, ya que el 75% de los ictus afectan a personas mayores de 65 años. Se estima que para 2025, alrededor de 1.200.000 españoles habrán sobrevivido a un ictus, y de estos, unos 500.000 tendrán como secuela alguna discapacidad.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que teniendo en cuenta que en el año 2050, la población en el mundo mayor de 65 años representará el 46% del total, casi la mitad podría sufrir un ictus.
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