Una tercera parte de los pacientes con un cáncer incurable continúan trabajando, según un estudio

Más de una tercera parte de las personas con un cáncer incurable continúan trabajando a pesar de tener una enfermedad mortal, según un estudio reciente publicado en la revista Cancer. Además, lo más probable es que seguirán desarrollando su trabajo hasta que la enfermedad ya les imposibilite para continuar haciéndolo, según los investigadores de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos).

La gravedad de los síntomas de un paciente de cáncer es el factor más importante que determina la decisión de dejar de trabajar, y es que “no era ni dónde está localizado el cáncer, ni el sexo de la persona, ni el tratamiento que estuviera recibiendo” , afirma la investigadora principal, la Dra. Amye Tevaarwerk, que añade que “el factor que se asoció de manera más firme con dejar de trabajar fue que los síntomas fueran muy adversos”. Así, la fatiga, la somnolencia, los problemas de memoria y el entumecimiento eran los síntomas que más se asociaron de aquellos pacientes con cáncer que habían dejado de trabajar, descubrieron los investigadores.

La relevancia del estudio liderado por Tevaarwerk es importante, y es que hay pocos trabajos que hayan investigado cuántas personas deciden continuar trabajando aunque les quede poco tiempo de vida, explica esta oncóloga de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin. Por ello, para investigar esta cuestión, Tevaarwerk y su equipo analizaron los datos de un proyecto de investigación sobre el cáncer que dio cobertura a algo más de 3.000 pacientes que recibían un tratamiento por uno de los tipos de cánceres más habituales entre la población, como son el de mama, de próstata, de colon o de pulmón.

El estudio parte de un dato, y es que se calcula que se ha diagnosticado alrededor de 4,8 millones de estadounidenses con algún tipo de cáncer en edad de trabajar, incluyendo muchos que no se pueden curar. Partiendo por tanto de esa cifra estimada, los investigadores, en concreto se centraron en 668 personas que, en edad de trabajar, tenían un cáncer que se había desarrollado a otras partes de su cuerpo. Hallaron que 236 personas -35%- trabajaban a tiempo completo o parcial. “Eso es una cifra bastante alta”, indica Tevaarwerk, que considera que “estos pacientes, que podrían tener una esperanza de vida de entre 1 y 5 años, siguen teniendo un empleo remunerado”.

Trabajar para tener acceso al seguro médico o como distracción a sus problemas
La especialista da una serie de motivos que explican el por qué de que estas personas sigan trabajando a pesar de que tengan pocas esperanzas de vida. “Algunos necesitan el dinero o el acceso al seguro médico. Pero, para otros, el trabajo es una fuente de respaldo social, una distracción de sus problemas de salud y una sensación de normalidad en sus vidas. Se trata de una combinación compleja”. En función de estos motivos, los médicos deberían “conversar muy sinceramente” sobre el probable transcurso de la enfermedad de un paciente y sobre hasta qué punto el paciente valora el trabajo, comenta.

Al respecto, Corinne Leach, directora de investigación sobre el cáncer y el envejecimiento de la Sociedad Americana Contra El Cáncer (American Cancer Society), también da una opinión similar a la de Tevaarwerk, y es que cree que “trabajar puede ser algo bueno para las personas, puede ser útil económicamente, pero también en cuanto a su sentimiento de identidad y a seguir activas”.

Para Leach, es evidente que “algunas personas podrían dejan de trabajar para poder pasar más tiempo con su familia o viajar”, pero también es cierto que “otras quizás sientan una fuerza renovada para manejar algún problema del trabajo que desean finalizar mientras todavía puedan”.

Que la gravedad de los síntomas del cáncer sea el factor que determina si el seguir o no trabajando, pone de manifiesto que los médicos y especialistas deben ayudar a los pacientes que deseen seguir trabajando mientras luchan contra el cáncer, dice Tevaarwerk. “No puedo cambiar el lugar en que está localizado su cáncer, pero sí puedo controlar sus síntomas, o al menos podemos intentarlo”.

Las investigaciones futuras pueden ser mucho más útiles si se centran realmente en cómo mejorar la gestión de los síntomas del cáncer, concluye Leach.
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