En el último número de este año de Educación Médica, el presidente de la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina de España (CNDFME), el Prof. Pablo Lara, publica una editorial titulada “La evolución pandémica del profesorado permanente en las facultades de Medicina españolas”, que merece nuestro aplauso y reconocimiento.
El Prof. Lara incide nuevamente en un problema que debería preocupar a todos por igual, profesorado de las Facultades de Medicina, responsables académicos y responsables políticos. La CNDFME ha manifestado reiteradamente que a una pérdida estimada del 20% de su profesorado permanente (catedrática/o, titular y contratado doctor) desde 2010, se añadirá en los próximos cinco años una disminución del 43% (un 55% para profesores vinculados a centros sanitarios). Este déficit es muy preocupante y precisa de actuaciones específicas urgentes pues está en riesgo la calidad en la formación de los futuros médicos.
El déficit de profesorado clínico es muy preocupante y precisa de actuaciones específicas urgentes, pues está en riesgo la calidad en la formación de los futuros médicos
El déficit de profesorado es generalizado, pero especialmente grave en áreas clínicas (se acreditaron por ANECA 24 titulares por año en 2018-2019 para 13 áreas y 43 facultades) y, sobre todo, en lo referente al profesorado vinculado a los centros sanitarios. Como ya se ha indicado, es fundamental promocionar la figura docente de profesor contratado doctor que requiere unas exigencias de méritos investigadores para su acreditación que consideramos adecuada.
La carrera docente de un profesional de la Medicina se debe iniciar durante la residencia colaborando en la formación práctica de estudiantes de Medicina e iniciando una investigación que le permita inscribirse en un programa de doctorado. Tras finalizar la residencia, podría conseguir un contrato eventual o interino en un hospital universitario, obtener el grado de doctor y mejorar su curriculum investigador. Esta situación le permitiría continuar con tareas docentes, tanto teóricas como prácticas, a través de las figuras de tutor clínico, colaborador honorario o profesor asociado. Esta experiencia acumulada puede permitir al médico joven presentarse a la acreditación de la figura de profesor contratado doctor, manteniendo la triple función asistencial, docente e investigadora.
Sin embargo, en el momento actual un profesional de la Medicina de la mayoría de las comunidades autónomas no tiene esta opción y lo habitual es que se mantenga en la figura de profesor asociado hasta aproximadamente los 50 años, que es cuando un número muy reducido obtiene los méritos para acreditarse como profesor titular. El profesorado clínico se encuentra, además, con el hándicap de que la valoración de la actividad clínica asistencial, principal formación que han de trasmitir, sigue sin estar bien reconocida.
La carrera docente de un profesional de la Medicina se debe iniciar durante la residencia colaborando
En este contexto, el mismo número de Educación Médica incluye el artículo ‘‘La figura docente del profesor contratado doctor vinculado’’ refrendado por todos los decanos de facultades de Medicina españolas. Recoge las bases legales y las características académicas y asistenciales para que se puedan convocar dichas plazas. Consideramos prioritario impulsar y extender en todo el territorio nacional su implantación pues sólo es posible en algunas comunidades autónomas, pero en otras, aún no está regulada. A corto plazo, es posiblemente la medida más eficaz para paliar el déficit de profesorado clínico. Pero necesitamos la colaboración de los responsables académicos y sanitarios en todos los niveles para que esta decisión no se retrase durante más tiempo.