Luis de Haro. Director general de iSanidad.
Eso, ¡salvemos la Semana Santa! Como si no hubiéramos aprendido nada. Hay que recordar que la bajada de la presión asistencial no es signo de haber vencido al virus. Ni se había vencido en verano (como aseguraban ciertos irresponsables) ni se ha vencido todavía. Solo esta semana se han notificado en España más de 2.000 fallecidos (casi 2,5 veces la historia de ETA). Además, estos datos no tienen en cuenta las enormes secuelas físicas, sociales y económicas de gran parte de los afectados.
El famoso ¡Salvemos la Navidad!, que oíamos en el mes de noviembre, nos ha traído una tercera ola tan increíblemente dura que es indescriptible el dolor sufrido. ¿A qué viene eso de Salvemos la Semana Santa? Algunos se expresan como si no hubiésemos aprendido nada.
¡Salvemos la Semana Santa! Suena a haber vencido ya al virus
Entiendo que, en estos complejos momentos, con una fortísima crisis social, económica, política y sanitaria, es difícil conciliar todos los intereses. Sin embargo, a estas alturas, después de un año que ha cambiado radicalmente nuestra vida, hay que revisar lo aprendido. No es una cuestión clínica o económica, es una cuestión de todos. Es necesario que haya un diálogo entre unos y otros para tomar las mejores decisiones.
Sin embargo, el problema es que no estamos acostumbrados al diálogo, hemos decidido que lo que nos interesa es imponer nuestro criterio. Los que tienen que decidir ya tienen un criterio previo que impide escuchar otras opciones. Nadie quiere dar su brazo a torcer, y ese es uno de los gravísimos problemas que vivimos. No hay ni cooperación ni diálogo.
Si ese famoso salvemos la Semana Santa que estamos escuchado se refiere a una cuestión de educación, de diálogo y de comunicación… entonces, sí, “¡salvemos la Semana Santa!”. Todo lo demás es inocuo. No salvaremos nada hasta que no entendamos que nuestro objetivo tiene que ser vencer juntos al virus, no imponiendo nuestros sesgados criterios.
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