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Llevan casi un año batallando con las grandes organizaciones de salud convencidos de que la principal vía de transmisión del coronavirus es el aire y aunque han conseguido que la ventilación de los espacios interiores se considere fundamental para evitar la propagación del virus, siguen reclamando que las agencias de salud pública, empezando por la Organización Mundial de la Salud (OMS) otorgue una mayor importancia a la transmisión aérea y tome medidas para evitar este tipo de propagación. Ahora, este grupo de científicos, entre los que se encuentra el español José Luis Jiménez, publican como comentario en la revista The Lancet una revisión de la evidencia científica acumulada al respecto y aseguran que “reconocer que el virus se propaga predominantemente por el aire salvaría vidas”.
Un grupo de seis expertos revisan la evidencia científica acumulada sobre la transmisión del coronavirus por el aire
Según el profesor de la Universidad de Colorado y experto en aerosoles José Luis Jiménez la evidencia de la transmisión aérea “es abrumadora”, algo que no ocurre con la propagación por gotas grandes que “es casi inexistente”, afirma. Además, considera “urgente que la Organización Mundial de la Salud y otras agencias de salud pública adapten su descripción de transmisión a la evidencia científica para que el enfoque de la mitigación se ponga en reducir la transmisión aérea”.
El equipo de expertos dirigido por Trish Greenhalgh de la Universidad de Oxford, identifica 10 evidencias que respaldan el predominio de la ruta área. En primer lugar toman como ejemplo el ya conocido brote del coro de Skagit Valley, en el Estado de Whashington hace un año, en el que se contagiaron 53 personas a partir de un solo caso infectado durante un ensayo.
“Reconocer que el coronavirus se propaga predominantemente por el aire salvaría vidas”
Según explican los autores del artículo, los estudios revisados confirman que estas situaciones de superpropagación “no pueden explicarse adecuadamente por el contacto cercano o por tocar superficies u objetos compartidos”. Además, señalan que las tasas de transmisión del SARS-Co2 son mucho más altas en interiores que en exteriores. Pero se reducen “en gran medida” con la ventilación interior.
Los autores destacan estudios que señalan que la “transmisión silenciosa” de personas asintomáticas o presintomáticas del SARS-CoV-2 representa al menos el 40% de toda la transmisión. Así, consideran que este tipo de propagación “apoya un modo de transmisión predominantemente aéreo”. Los investigadores también citan trabajos que demuestran la transmisión a largo plazo del virus entre personas en habitaciones adyacentes en hoteles; personas que nunca estuvieron en presencia del otro.
Revisa la evidencia sobre eventos de superprogación, la transmisión entre personas en habitaciones adyacentes y las dificultades de la propagación a través de gotas
Por el contrario, el equipo encontró poca o ninguna evidencia de que el virus se propague fácilmente a través de gotas grandes. Estas caen rápidamente por el aire y contaminan las superficies. “Pudimos identificar e interpretar artículos altamente complejos y especializados sobre la dinámica de los flujos de fluidos y el aislamiento de virus vivos”, dijo el autor principal Greenhalgh. “Si bien algunos artículos individuales fueron evaluados como débiles, en general, la base de evidencia para la transmisión aérea es extensa y sólida. No debería haber más demoras en la implementación de medidas en todo el mundo para proteger contra dicha transmisión”.
El grupo de investigadores hace hincapié en que las “medidas frente a las gotitas”, como lavarse las manos y limpiar superficies, aunque son importantes, “deben recibir menos énfasis” que las medidas frente a la inhalación de partículas infecciosas suspendidas en el aire. Estas son la ventilación y filtración del aire, la reducción de la aglomeración y la cantidad de tiempo que la gente pasa en el interior. El uso de máscaras siempre que estén en el interior, que estén bien ajustadas y tengan la calidad suficiente. También recomiendan un grado superior EPI para el personal sanitario y de otro tipo cuando se trabaja en contacto con personas potencialmente infecciosas.
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