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El año pasado España sufrió un brote de virus del Nilo Occidental hasta ahora “sin precedentes” que provocó 77 casos humanos de infección. Así lo indica una investigación publicada en la revista científica Eurosurveillance, del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC).
En 2020 se detectaron en España 77 casos humanos de infección por virus del Nilo Occidental
De los 77 casos detectados al final de la temporada, que va de abril a noviembre coincidiendo con la de actividad del mosquito que actúa como vector, 40 fueron confirmados con pruebas de laboratorio. La inmensa mayoría de los afectados, 73 de los 77, tuvieron que ingresar en el hospital, siete fallecieron y dos necesitaron hospitalización prolongada debido a las secuelas neurológicas graves que les provocó la infección.
Los síntomas neurológicos estuvieron presentes en 72 personas infectadas con el virus del Nilo Occidental; el 55,5% presentó meningoencefalitis; el 16,7% encefalitis, y el 27,8% meningitis. Los datos de la investigación, liderada por el por el Centro de Control de Alertas y Emergencias (CCAES) del Ministerio de Sanidad, reflejan que los sistemas de vigilancia detectaron en 2020 un importante aumento de casos y de presencia de los mosquitos que suelen transmitir la enfermedad.
Hasta 73 personas con fiebre del Nilo Occidental tuvieron que ingresar, siete fallecieron y dos necesitaron hospitalización prolongada
Con este aumento de casos, el riesgo de transmisión se considera moderado en zonas extensas de España donde se ha detectado el virus en animales o se han producido casos en humanos. El impacto se considera alto por la gravedad y mortalidad que generalmente se asocian con la afectación neurológica asociada a la enfermedad del virus del Nilo Occidental. Estos casos graves que se observaron en los brotes descritos el año pasado. La falta de un tratamiento eficaz específico disponible complica la situación, pese al buen funcionamiento de los sistemas de vigilancia sanitaria.
Los resultados de la investigación señalan que el aumento del riesgo y de los casos, junto con la circulación previamente ya conocida del virus y la existencia de casos no diagnosticados de meningoencefalitis viral, supusieron un desafío y obligaron a mejorar la capacidad para detectar casos humanos y preparar la vigilancia de próximas temporadas.
El riesgo de transmisión se considera moderado y el impacto es alto por la gravedad y la mortalidad asociada a la afectación neurológica de la enfermedad
Para mejorar la vigilancia y el seguimiento en las próximas temporadas, los investigadores sugieren que es necesario trabajar en la formación y concienciación de los sanitarios. Ellos son claves en el diagnóstico y posible tratamiento, y en el desarrollo de procesos optimizados de diagnóstico de laboratorio.
Además, plantean que hay que fortalecer la vigilancia en territorios donde se conoce la circulación del virus, durante la temporada de actividad del vector. Pero también estar alerta en aquellos donde nunca se ha detectado el virus. Además, apuntan que hay que mantener la vigilancia en animales como caballos, aves y reforzar la vigilancia y las actividades de control de los mosquitos transmisores.
Los investigadores plantean que hay que fortalecer la vigilancia en territorios donde se conoce la circulación del virus del Nilo occidental
Con todo ello se reduce el riesgo de transmisión del virus a los humanos y se conoce más sobre la circulación del virus. Por otra parte, piden establecer planes de preparación y respuesta frente a las enfermedades transmitidas por vectores desde una perspectiva one health.
El virus del Nilo Occidental en España
En un alto porcentaje la infección del virus del Nilo Occidental, que transmiten mosquitos infectados del género Culex, no produce síntomas o son leves. Pero si afecta al sistema nervioso puede producir cuadros neurológicos graves. Sólo se dan en el 1% de los casos y que se puede acompañar de una mortalidad de en torno al 10% o dejar secuelas graves. En el caso del brote del pasado verano en España el porcentaje de cuadros neurológicos fue mayor.
En un alto porcentaje la infección del virus del Nilo Occidental, que transmiten mosquitos infectados del género Culex, no produce síntomas o son leves
Este virus se detectó por primera vez en España en los años 80 del siglo pasado. Desde principios del siglo XXI se han detectado brotes en caballos en Andalucía, Extremadura, las dos Castillas y Cataluña. En 2004 se detectó por primera vez, de forma retrospectiva, un caso humano y en 2010, tras un aumento de detección de focos equinos en Andalucía, se identifican dos casos humanos. En 2016 se produce de nuevo un aumento de brotes en caballos, que se acompañó de otros 3 casos en humanos. Entre los años 2017 y 2020 no se identificaron nuevos casos humanos y el número de brotes en caballos fue reducido, hasta detectarse el citado aumento del año pasado.
Así, en agosto 2020 se identificó una agrupación inicial de cinco casos humanos en Andalucía, en dos municipios colindantes de la provincia de Sevilla. Estos casos cursaron con meningoencefalitis linfocitaria, lo que hizo sospechar su origen común y fueron diagnosticados de fiebre del Nilo Ocidental. Tras informarse a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica y al CCAES, las autoridades regionales implantaron medidas de control en los territorios afectados. A finales de agosto se identificaron casos también en la provincia de Cádiz y en septiembre, en Badajoz.
Entre los años 2017 y 2020 no se identificaron nuevos casos humanos
Antes de 2020, casi todas las cepas del virus del Nilo Occidental detectadas en España eran del linaje denominado 1, a excepción de una cepa de linaje 2. Esta se detectó en un ave en 2017. Además, en 2006 se había hecho un hallazgo excepcional de un nuevo linaje diferente en mosquitos. Los análisis realizados en 2020 confirmaron la predominancia de la cepa 1 en las muestras humanas en que se analizó. También se halló en varias aves, caballos y mosquitos. Se detectó el linaje 2 en 3 aves muertas, en Cataluña.