..Dr. Juan Abarca, presidente de la Fundación IDIS.
Cerramos un año complicado, convulso y cargado de incertidumbre, como viene a decir la revista Times en su portada referida a este 2020: “El peor año de todos”. No se puede decir más con menos palabras. Un tiempo en el que la enfermedad y sus consecuencias devastadoras han sido las protagonistas de la mano de un infausto coronavirus, el SARS-CoV-2 (Covid-19).
Entre todos conseguiremos frenar la expansión y progresión de la pandemia
Las cifras hablan por sí solas y traducen en fríos números la desolación, incertidumbre y tristeza que está dejando el paso de este virus en tantas familias de todo el mundo con sus efectos directos e indirectos sobre la salud puesto que no podemos olvidar que no todo es Covid-19. Las enfermedades en sus múltiples formas y perfiles han continuado, impactando en nuestra sociedad y ahí están para demostrarlo los datos del informe MoMo del Instituto de Salud Carlos III en relación con el exceso de mortalidad por todas las causas.
Dentro de este marco de referencia es difícil hablar de la aportación que cada cual ha hecho en esta circunstancia tan adversa una vez que el esfuerzo ha sido y sigue siendo mancomunado, todos frente al virus, y entre todos conseguiremos frenar su expansión y su progresión que aun a día de hoy, coincidiendo con las primeras vacunaciones, sigue mostrando se agresividad y su cara más amarga.
La innovación desarrollada por el esfuerzo conjunto nos lleva a, por ejemplo, disponer de vacunas eficaces
La sanidad de titularidad privada en particular y el emprendimiento privado en sanidad en general han contribuido, cada cual, con sus compromisos, idiosincrasia y herramientas, a un objetivo común: salvar vidas. Ese ha sido y es el propósito fundamental de todo aquel que sin apellidos (público o privado) desarrolla su actividad en este difícil entramado sanitario y del cuidado de la salud.
Dicho esto, y con la visión puesta en el futuro, desde la Fundación IDIS comprobamos como la innovación desarrollada por el esfuerzo conjunto de lo privado y lo público nos lleva a que, por ejemplo, hoy dispongamos ya de vacunas eficaces, tratamientos cada vez más específicos, métodos de diagnóstico y herramientas tecnológicas provenientes del esfuerzo titánico de organizaciones y empresas en un tiempo récord, un plazo jamás visto, todo un hito de la ciencia y el conocimiento que augura un futuro muy prometedor a la civilización.
En el plano asistencial y en el del aseguramiento, que son dos caras de la misma moneda, no se puede decir más que lo reflejado en las caras de la noticia que día a día han tenido como protagonista al profesional sanitario y a los centros asistenciales, de nuevo públicos y privados yendo de la mano, cooperando estrechamente sin otro propósito que darlo todo por los pacientes y sus familias.
Para cerrar esta breve reflexión no quiero dejar atrás el tremendo ejercicio de responsabilidad realizado por toda la sociedad. Sin él, todo hubiera sido en vano. España es un gran país y de nuevo sus gentes lo han demostrado a través de su capacidad de soportar el sufrimiento y de saber luchar juntos frente a una pandemia que se presentó sin avisar o, al menos, quien tuvo que hacerlo no escuchó bien aquellos primeros signos de alarma.
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