..Dr. Leopoldo Forner, presidente de la Asociación Española de Endodoncia (Aede) y Dra. Sofía Folguera, profesora asociada de la Universitat de València.
Anuario iSanidad 2021.
No cabe duda de que los avances en odontología y, concretamente, en endodoncia, son notables y se dan a un ritmo cada vez más vertiginoso. Estamos en la transición hacia una terapéutica endodóntica de base más biológica, acompañada de nuevas posibilidades tecnológicas en el campo del diagnóstico por la imagen, tanto clínico (CBCT), como investigador (μ -TC), y en el de la terapéutica (instrumentación guiada, nuevos biomateriales, terapia fotodinámica, microcirugía, impresiones 3D, etc.). Nuestro tiempo de obsolescencia respecto al conocimiento en nuestro campo específico es cada vez menor, mientras que la necesidad de ponernos al día es cada vez mayor.
Y no nos podemos imaginar los cambios que se avecinan en nuestra profesión. Podría ser que el endodoncista del futuro, tras obtener una imagen radiológica del diente que va a tratar, con unas gafas de realidad aumentada y unos guantes hápticos enfundados, estudie su anatomía radicular y decida diseñar una lima personalizada para ese caso. Tras escoger la aleación que más se adapte a la situación, podría imprimir un juego de limas y colocarlas en un brazo robótico. Ya en la consulta, comenzaría a realizar un acceso cameral guiado con extraordinaria precisión mediante un software de sus gafas de realidad aumentada que, además, también sirven como microscopio.
Y después de localizar los conductos, el brazo robótico programado empezaría a instrumentar uno de los conductos. Tras la instrumentación, nuestro endodoncista (¿del futuro?) podría ir ocupándose de irrigar, secar y obturar el conducto (seguramente con un material que también se ha individualizado según la biología del paciente, una vez que se le ha realizado un estudio genético), mientras el robot continúa con otro de los conductos.
Los estudios superiores no solo han de proporcionar competencias profesionales, sino la capacidad de autoaprendizaje, de resolver problemas y de tener un pensamiento crítico
¿Cómo aprendemos a adaptarnos a las novedades? La responsable primera debe ser la formación universitaria, pero desconocemos qué tipo de habilidades o conocimientos profesionales se necesitarán a lo largo de una trayectoria laboral. Los estudios superiores no solo han de proporcionar conocimientos, destrezas o actitudes, en definitiva, competencias profesionales, sino que deben proporcionar la capacidad de autoaprendizaje, de resolver problemas y de tener un pensamiento crítico.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la docencia, como la realidad aumentada o la realidad virtual, son nuestras aliadas para lograr el desarrollo de dichas habilidades, además de ayudar a familiarizarse con el mundo digital que nos envuelve.
La formación básica recibida tiende a ser efímera, como hemos comentado, por lo tanto, la formación postgraduada a lo largo de toda la vida profesional es un hecho ineludible en el que universidades, sociedades científicas, colegios profesionales y empresas juegan un papel fundamental. Obviamente, la transmisión del conocimiento que se va generando es un gran reto. Hace falta interés, ilusión y… recursos.
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