Dr. Julio Mayol: “Si desincentivamos la docencia como una parte esencial del ejercicio de la medicina, lo pagaremos”

..Juan Pablo Ramírez.
..Cristina Cebrián (vídeo).
La formación de los futuros médicos se asoma a un periodo de transformación. El catedrático en Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid, el Dr. Julio Mayol, advierte de de que la universidad española se está quedando “sin profesores de medicina”. Por este motivo, insiste en la necesidad de incentivar la docencia en medicina. Otro problema es la formación a los futuros médicos a los que se prepara para responder al examen MIR y no para responder a las necesidades de un paciente.

¿Qué valor tiene para un médico ser catedrático?
Llegar a catedrático es el culmen de una carrera académica. No todos los médicos tienen un interés por dedicarse a la academia, que supone combinar la investigación y la docencia junto con la práctica clínica para hacer progresar la profesión. En mi caso es casi un sueño de infancia. Sin ningún antecedente familiar en la medicina y con siete años mientras estaba ingresado en el Hospital de La Princesa por una apendicitis con una peritonitis posterior, escuché a sor Filomena García, que era la jefa de planta que había venido a Madrid en el año 69 el profesor Durán Sacristán, que era un gran catedrático de cirugía.

La presión asistencial es muy importante y no se encuentran muchos incentivos para la investigación, para poder producir un conocimiento de calidad

Yo ya quería ser cirujano entonces, pero me impresionó tanto que decidí ser como esa figura que me había contado como en un cuento Sor Filomena. No quería ser otra cosa y eso me ha hecho la vida muy sencilla. Más tarde fui alumno interno del profesor Durán Sacristán en el hospital Clínico San Carlos y ahora catedrático de cirugía como lo fue él. En cuanto a la academia, si queremos hacer progresar una parte del conocimiento y a la vez una profesión como es la cirugía, tenemos que implicarnos, tenemos que crear conocimiento, compartirlo, evaluarlo y mejorarlo.

¿Qué obstáculos encuentra hoy el médico para compaginar estas las tareas de asistencia, de formación y de investigación?
Los obstáculos con los que se encuentra cualquier médico que quiera llegar a desarrollar una carrera académica no son muy diferentes a los que se han venido experimentando. Evidentemente ahora tenemos unos condicionantes diferentes. La presión asistencial es muy importante y no se encuentran muchos incentivos para la investigación, para poder producir un conocimiento de calidad. Llegar a implicarse esta manera en una carrera académica tiene más que ver con la motivación, que con la incentivación.

No tenemos bien estructurada la carrera del profesorado, particularmente en medicina, con unos criterios que a veces están demasiado enfocados a la publicación y no tanto el desarrollo de una carrera profesional

Esta situación tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Nos estamos quedando sin profesores en la universidad española. Tenemos profesores que han subido enormemente el nivel en los últimos años. Sin embargo, no tenemos bien estructurada la carrera del profesorado, particularmente en medicina, con unos criterios que a veces están demasiado enfocados a la publicación y no tanto el desarrollo de una carrera profesional. En el caso de medicina, difiere del que se dedica a la investigación pura y dura en químicas, lo nuestro tiene mucho más que ver con la asistencia a personas, y eso modifica enormemente la carrera. Eso hace que se esté desincentivando la llamada, las vocaciones para la docencia académica. Y esto terminará pagándose, esto no es algo que no tenga consecuencias. Si desincentivamos la educación y la docencia como una parte esencial del ejercicio de nuestra profesión, en el futuro lo pagaremos.

¿Qué soluciones hay a este problema?¿Qué medidas se pueden tomar ya a corto plazo para empezar a poner la solución?
Hay que adoptar múltiples medidas. Son problemas complejos que no se solucionan de una manera sencilla. Primero necesitamos un plan bien definido para decidir qué tipo de profesores, qué tipo de catedráticos, qué tipo de investigadores académicos queremos desarrollar. No podemos poner es recursos sin tener un plan. La Conferencia de Rectores, y particularmente los decanos de medicina, han venido advirtiendo del problema. Aun así nunca ha existido un gran consenso sobre cómo enfocarlo. Debemos tener claro el tamaño de la universidad que queremos para un país como el nuestro, el grado de excelencia, y cuantificar lo que queremos.

Necesitamos un plan bien definido para decidir qué tipo de profesores, catedráticos e investigadores queremos

Hemos conseguido a través de la investigación producir gran cantidad de factor de impacto en nuestro país que luego no se traduce muy bien a la práctica de la medicina. Tenemos que definir muy bien cuáles son los indicadores y hacer un plan para conseguirlos. Necesitamos más profesores, con un buen nivel. Resulta fundamental la remuneración. Si no, será verdad ese lema que dice “if you pay peanuts, you get monkeys”.

Ya en el plano personal, como profesor titular y ahora como catedrático, ¿qué le han aportado los médicos jóvenes en formación?
Yo considero que ya se es médico desde el momento en que aprueba la selectividad y entran a estudiar medicina. Es un médico menos formado que todavía no tiene licencia para trabajar, pero que está en un camino que la mayoría de los casos termina convirtiéndose en un graduado de medicina y finalmente un residente y un profesional. Es como los pacientes para los médicos. Para un profesor sin estudiantes no existe una carrera académica. Sin sentar a los estudiantes, sin recibir la energía, el ansia por aprender que tienen ellos, es imposible dedicarse a la docencia, sino se convierte uno en un mero funcionario o en un burócrata.

Para mí, la docencia es la capacidad de trascender como persona, traspasando el conocimiento y esperando que los que vienen detrás sean capaces de mejorarlo. Me parece fascinante como punto clave en la vida. Esa capacidad del docente de responder a sus preguntas incluso con un “no sé, me lo voy a preparar”, de verles crecer, desarrollarse y terminar convirtiéndose en líderes de la profesión, es la satisfacción más importante que cualquier ser humano puede tener, al mismo nivel de la de tener hijos.

Resulta fundamental la remuneración. Si no, será verdad ese lema que dice “if you pay peanuts, you get monkeys”.

¿Cuáles considera que son las principales lagunas ahora mismo en la formación de los médicos más allá de la falta de profesores que estamos sufriendo en la actualidad?
Como profesor, creo que seguimos anclados y soy corresponsable de ello, en un modelo formativo del siglo XIX. Se trata de un modelo en el que un examen inadecuado termina haciendo que todo el proceso educativo se estructura alrededor de él en vez de en definir claramente qué tipo de profesionales queremos obtener y cómo darles las experiencias para que sean capaces de guiar su propio aprendizaje.

Tenemos que ser capaces de cambiar, no por la tecnología, la tecnología es la ayuda. Si no porque realmente hayamos cambiado nuestra manera de ver el proceso de asistencia sanitaria y de ejercicio moderno de la medicina. Tenemos una sociedad diferente con unos conocimientos extraordinarios, que es imposible abarcar en seis años. Lleva una vida a formarse como médico. Cuando se jubila, es cuando empieza a parar de aprender. Y sin embargo, seguimos basados en un modelo de simplemente seis años de formación, luego un examen MIR, luego la residencia.

El examen MIR, con todas las ventajas que tiene y ha tenido, impone ciertos sesgos y ciertos vicios a la formación durante la carrera. De manera que, a veces, tenemos la sensación de que estamos preparando personas no para que sean capaces de responder a las preguntas de una persona enferma, sino para que sean capaces de responder bien un examen tipo test para poder elegir después la especialidad. No estamos tan centrados en el desarrollo personal, científico y técnico de grandes profesionales que sepan colaborar y trabajar en equipo junto con los pacientes para resolver problemas, sino en personas que responden bien exámenes.

Como profesor, creo que seguimos anclados y soy corresponsable de ello, en un modelo formativo del siglo XIX

Debe ser complicado librarse de ese pragmatismo, ¿cómo se puede equilibrar esta formación y este pragmatismo que es lógico que tengan los alumnos?
Uno de los primeros problemas es redefinir entre todos el modelo de examen. Lleva en funcionamiento mucho tiempo y permite distribuir a las personas alrededor de una campana de Gauss. Normalmente, hay una buena asociación entre ser un buen profesional y contestar bien el examen, pero a veces no.

Tenemos que ser capaces, no de bajar el listón, sino de subirlo pero ayudar a los estudiantes a que no se sientan quemados, a que no les hagamos promesas de una profesión que ya no existe, que es diferente a lo que vivíamos hace 80 años, 60 años, incluso distinta a la que era cuando yo me formé. Tenemos que entender bien el contexto y formular exámenes adecuados para ese contexto. Hacemos preguntas que son de súper especialistas, más que de evaluación de profesionales. El objetivo de este examen no es evaluar cuánto saben, es poder distribuir a las personas de manera que cada puesto sea único.

Estamos viendo un boom de la robótica aplicada a la cirugía, ¡cómo se incluye la tecnología en los planes de estudio?
Justo ahora que la tecnología avanza, creo que lo que menos hay que enseñarles es de tecnología. Tenemos que insistir en la comunicación, en el procesamiento de la información, de análisis crítico de los datos, de procesos para responder a problemas complejos. Porque la tecnología va a terminar siendo transparente, no va a necesitarnos a nosotros para tomar ciertas decisiones. Tenemos que comprenderla, pero no tenemos que hacerla nosotros. Tenemos que ser capaces de entrenar a profesionales para que hagan buenas preguntas, no para que den buenas respuestas. Porque la inteligencia no está en la respuesta, está en las preguntas.

Lo que menos hay que enseñar es de tecnología, tenemos que insistir en la comunicación

Por mucha robotización, si el médico no indica bien la cirugía, el robot va a realizar una acción con mucha precisión pero con total inexactitud. Cada vez es más necesario formar a los profesionales en esas habilidades que se llamas blandas, lo que es profundamente humano y no centrarnos tanto en la tecnología que hace que el machine learning funcione. ¿Quiénes van a ser las personas que le hagan las preguntas? Se trata de definir quién va a estar con los pacientes, no quién va a utilizar la tecnología.

Ya es catedrático, ¿cuáles son los próximos retos personales o profesionales?
Tengo una muy intensa proyección internacional. Ahora mismo soy editor de una revista norteamericana de cirugía y secretario de una revista británica sobre el mismo tema. Mi idea es avanzar en la creación de plataformas de formación global e intentar situar toda la educación de los cirujanos al mismo nivel en cualquier parte del mundo, que cualquier persona que necesite formarse en cirugía pueda acceder al mismo conocimiento y a los mismos recursos para poder llevar soluciones a las personas que tienen enfermedades que son tratables quirúrgicamente.

Que haya diferencias entre determinados países no es bueno para nuestros pacientes. No consiste en aumentar las diferencias, consiste en llevar a los de abajo lo más arriba posible. La tecnología pero sobre todo nos ayuda una manera diferente de pensar. Próximamente vamos a lanzar la BJS Academy, una academia de lo que antes era el British Journal of Surgery, que ya es europeo y pretende ser una plataforma global para la formación de estudiantes y de residentes en el área quirúrgica.

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