Dr. Juan José Gómez y Dra. Inmaculada Roldán, miembros de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)
La fibrilación auricular (FA) es una arritmia frecuente en la práctica clínica, asociada a una alta mortalidad y un riesgo tromboembólico significativo. Se ha estimado que, en España, su prevalencia es del 4,4%, lo que equivale a que aproximadamente un millón de personas tienen alguna de las formas de fibrilación auricular. Es además la causante de casi un tercio de los ictus que se producen en nuestro país. Casi un 10 % de los pacientes con FA desconocen que son portadores de esta arritmia y, por tanto, no tienen tratamiento.
Los fenómenos tromboembólicos como el ictus pueden ser prevenidos si se usa un anticoagulante. Actualmente, los anticoagulantes orales son el tratamiento de elección para reducir el riesgo de accidentes cerebrovasculares y de muerte en pacientes con FA. Se calcula que en España aproximadamente un millón de personas con FANV viven con un tratamiento anticoagulante. Este puede pertenecer a una de las dos clases de anticoagulantes orales disponibles: anticoagulantes inhibidores de la vitamina K (o antivitamina K, AVK), como el acenocumarol (Sintrom) y la Warfarina, o anticoagulantes de acción directa (ACOD).
En España, varios estudios han demostrado que solamente algo más de la mitad de los pacientes con FANV y tratados con AVK están bien controlados durante un tiempo adecuado al año
Actualmente, más de medio millón de personas están tratadas con tratamiento AVK en nuestro país. Los AVKs se han usado por más de 50 años y tienen un coste bajo, pero en contrapartida, debido a su estrecho margen terapéutico, su efecto puede variar significativamente en función de la dieta del paciente y del consumo de fármacos concomitantes, entre otros factores. Por ello, necesitan controles periódicos que garanticen la eficacia y seguridad del tratamiento. En España, varios estudios han demostrado que solamente algo más de la mitad de los pacientes con FANV y tratados con AVK están bien controlados durante un tiempo adecuado al año, lo que minimiza el riesgo de eventos clínicos adversos.
Los pacientes mal controlados están expuestos a un riesgo significativo de hemorragias mayores e ictus, que pueden requerir de visitas a urgencias u hospitalizaciones, por lo que se asocian no solamente a un mayor riesgo de muerte y mala calidad de vida, sino a un coste sanitario significativamente considerable. Además, la monitorización del INR para intentar mantener a los pacientes tratados con AVK el mayor tiempo posible dentro de un rango adecuado del INR también resulta costosa, pues requiere de frecuentes visitas a los centros sanitarios, pruebas de laboratorio y ajustes continuos de dosis.
Los ACOD que no necesitan de controles y se usan a dosis fijas, al no presentar tantas interacciones con alimentos o fármacos, han demostrado múltiples ventajas sobre el uso de los anticoagulantes clásicos
Por todo ello, los ACOD que no necesitan de controles y se usan a dosis fijas, al no presentar tantas interacciones con alimentos o fármacos, han demostrado múltiples ventajas sobre el uso de los anticoagulantes clásicos. Son al menos tan eficaces como los AVK en la prevención de ictus y, de manera clara, más seguros, especialmente en la reducción de sangrados que comprometen la vida del paciente como son los sangrados cerebrales. Por otro lado, mejoran la calidad de vida del paciente pues no necesitan adaptar su dieta a la terapia y evitan múltiples desplazamientos de los pacientes y sus cuidadores a los centros sanitarios.
Pese a que su coste es mayor por comprimido, ante la reducción de eventos tromboembólicos y hemorrágicos de gravedad que suponen una invalidez muy significativa en algunos casos, se han demostrado como coste efectivos frente a las terapias clásicas. La evidencia científica de los últimos 10 años tanto en estudios randomizados como en vida real han demostrado su superioridad frente a los anticoagulantes clásicos en seguridad, eficacia, costes y calidad de vida. La próxima llegada de los genéricos de ACOD en España deberían ser el impulso definitivo a estos fármacos para que la mayoría de la población anticoagulada en nuestro país tenga acceso a estas terapias más seguras y efectivas.