Dr. Antoni Ramos-Quiroga: “La presencia del TDAH es un factor de riesgo para desarrollar una depresión resistente”

Jefe de Psiquiatría y coordinador del Programa de TDAH del Hospital Vall d’Hebron

TDAH

Cristina Cebrián
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) afecta emocionalmente a las personas que lo sufren. De hecho, los niños con TDAH suelen mostrar dificultades a la hora de gestionar sus emociones y afecta en su día a día. Lo mismo ocurre con los adultos que padecen este trastorno. En este sentido, se han producido hallazgos relevantes en la investigación sobre el TDAH.

Por ejemplo, cerca del 30% de las variantes genéticas que explican por qué aparece un TDAH son las mismas que explican por qué una persona puede tener depresión. La buena noticia en torno al TDAH es que los medicamentos existentes hoy en día para tratarlo se toleran muy bien y apenas tienen efectos secundarios, tal y como asegura el Dr. Antoni Ramos-Quiroga, jefe de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron, coordinador del Programa de TDAH del Hospital Vall d`Hebron y miembro del Grupo de Investigación en Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del Vall d`Hebron Institut de Recerca (VHIR) de Barcelona.

¿Cuáles son los síntomas característicos del TDAH?
El TDAH se conceptualiza como un trastorno del neurodesarrollo. Suele empezar en la infancia y predomina un exceso de inatención de la capacidad, una cierta incapacidad para mantener la atención de forma sostenida y, a veces, puede ir junto o por separado. Además, se produce un exceso de hiperactividad motriz, hiperactividad mental y mucha impulsividad. Cuando se da en conjunto, aparecen muchos síntomas de inatención y de hiperactividad, impulsividad. Todos ellos impactan negativamente en el día a día de la persona.

Para decir que alguien tiene TDAH, como mínimo en la infancia tiene que haber seis de los nueve síntomas que definen la inatención, la hiperactividad y la impulsividad

En estas personas observamos hasta nueve síntomas diferentes que definen la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Para decir que alguien tiene TDAH, como mínimo en la infancia tiene que haber seis de estos nueve síntomas y darse con frecuencia, además de impactar negativamente en la vida de la persona. Si no, estaremos hablando de una variante de la normalidad. Igual que a veces estamos tristes, no hablamos de que alguien tenga una depresión o a veces estamos preocupados por un aspecto y no por ello decimos que alguien tiene una crisis de pánico o una ansiedad generalizada.

¿Cómo se detecta este trastorno?
Es un trastorno que debería detectarse en la infancia porque si no puede dar un impacto muy negativo en el día a día. Es muy habitual que se detecte en el marco del mundo académico, ya que el estudio y el estar en clase, son casi como una prueba neuropsicológica. Eso hace que se vean más fácilmente las dificultades de mantener la atención, de organización, de cometer errores por despistes, de no parar quieto en el asiento, etcétera. Después, en el ámbito doméstico, se observa que suelen ser niños que tienen más accidentes, más dificultades de manejo en el día a día y ahí es donde se suele detectar.

¿Puede llegar a confundirse con otros trastornos?
Es una muy buena pregunta porque hay ciertos síntomas, sobre todo de impulsividad y de hiperactividad, que tienen aspectos compartidos con otros trastornos como los trastornos de conducta, el trastorno negativista desafiante o incluso puede confundirse algunos niños que inician un trastorno bipolar durante la infancia. Desde el punto de vista clínico, a veces cuesta diferenciar si aquello que estamos viendo es un trastorno bipolar o puede ser un TDAH. Un clínico experto en psiquiatría infanto-juvenil, tendrá la capacidad para poder diferenciar entre un trastorno u otro, mediante una evaluación cuidadosa.

Desde el punto de vista clínico, a veces cuesta diferenciar si aquello que estamos viendo es un trastorno bipolar o puede ser un TDAH

¿Qué problemas pueden aparecer cuando no se diagnostica a tiempo?
Tiene un impacto negativo ya que la persona no puede desarrollarse en plenitud ni con toda su capacidad. Por ejemplo, disminuye su capacidad de aprendizaje y esto repercute en su autoestima al ver que las cosas no le salen. Otro aspecto negativo son las lesiones, fracturas o accidentes que puedan sufrir. Esto se da, sobre todo, en la infancia.

Durante la adolescencia, en personas con TDAH se ha observado un mayor riesgo de inicio en el consumo de sustancias como el tabaco, el alcohol, la marihuana o la cocaína. Por tanto, el hecho de no hacer un buen diagnóstico y no establecer un buen tratamiento incrementa el riesgo de que las personas TDAH tengan más problemas de adicciones en la adolescencia temprana.

En el caso de los adultos, pueden aparecer problemas en el ámbito legal. Por ejemplo, cuando hacemos estudios en prisiones o en centros de menores, vemos una sobrerrepresentación. Hay una mayor cantidad de personas con TDAH, lo que sería esperable en la población general adulta, pues el impacto que suele tener es el ámbito de las drogas. También se ha observado un mayor riesgo de accidentes de tráfico. No es casual que la inatención o los problemas de atención son los que más se asocian en la población general con accidentes de tráfico.

Sabemos que el mejor tratamiento es el multimodal ya que incluye pautas a nivel psicológico y un tratamiento según la gravedad del trastorno

Por último, es más frecuente que estas personas sufran síntomas de ansiedad y/o depresión. Por tanto, es muy importante la detección precoz y establecer el tratamiento adaptado a las necesidades de la persona de una manera precoz. Esta es una medida preventiva para evitar riesgos futuros en la evolución de la persona.

¿Existen diferencias en el diagnóstico, abordaje y tratamiento del TDAH entre niños y adultos?
Hay ciertas diferencias, pero en general, hacemos el mismo tratamiento adaptado a la persona y a sus circunstancias. Es un tratamiento personalizado. Sabemos que el mejor tratamiento es el multimodal ya que incluye pautas a nivel psicológico y un tratamiento según la gravedad del trastorno. Dependiendo de la gravedad de los síntomas, haremos un tratamiento psicológico más intenso y un tratamiento farmacológico más intenso. Lo fundamental es combinar ambos.

Gracias a la investigación farmacogenómica, ¿podemos hablar ya de tratamientos dirigidos y personalizados a cada paciente con TDAH o queda mucha investigación por desarrollar?
El conocimiento que nos ha dado hasta ahora la genética del TDAH, es importante. En nuestro grupo de investigación G27 del Ciber de Salud Mental, hemos observado cómo las variantes genéticas de este trastorno se comparten entre niños y adultos con TDAH. Ahora estamos estudiando cómo estos hallazgos genéticos nos pueden ayudar a prevenir el trastorno.

Es muy importante la detección precoz del TDAH y establecer el tratamiento adaptado a las necesidades de la persona de una manera precoz

Es decir, si sabemos que una persona tiene TDAH, es muy probable que este perfil genético concreto de esa persona nos pueda ayudar a ver cuáles son los riesgos para una determinada comorbilidad y, por ejemplo, para ofrecer un tratamiento preventivo de la depresión. Hoy por hoy no tenemos datos concluyentes, pero quizá la buena noticia es que los medicamentos que utilizamos en el TDAH, suelen ser muy bien tolerados y no aparecen efectos secundarios muy graves o muy difíciles de manejar.

Una reciente investigación, publicada en la revista BMJ Mental Health, apunta que el TDAH puede estar asociado con depresión mayor y anorexia nerviosa. ¿Podría decirse que se trata de un factor de riesgo para desarrollar futuros problemas de salud mental?
Totalmente. Hoy en día sabemos que cerca del 30% de las variantes genéticas que pueden explicar el por qué alguien tiene TDAH está compartido con las variantes genéticas que explican por qué alguien puede tener depresión. Por tanto, no es casual que veamos personas con TDAH y, a la vez, tienen depresión. De hecho, sabemos que la presencia de un TDAH es un criterio de riesgo para que alguien tenga una mala respuesta a los tratamientos antidepresivos para la depresión mayor. Es decir, para generar una depresión resistente.

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