Redacción
Para el año 2050, la población de personas mayores de 65 años alcanzará en España el 36%, siendo el porcentaje de mayores de 80 años alrededor del 15%. En la actualidad, nuestro país es el segundo más envejecido de Europa por detrás de Italia. Este hecho, unido al incremento de la cronicidad y del número de personas en situación de dependencia, obligan a una necesaria reestructuración de los servicios de salud y a reorganizar la estrategia de coordinación de la atención social y sanitaria.
“Los grandes retos que enfrentamos hoy en día como sociedad son el envejecimiento de la población y la prevalencia de la cronicidad”
“Los grandes retos que enfrentamos hoy en día como sociedad son el envejecimiento de la población y la prevalencia de la cronicidad. La coordinación social y sanitaria de los servicios es fundamental para la continuidad asistencial. Sin ella, no hay eficiencia y no hay sostenibilidad en el sistema”, así lo ha expresado Alberto Giménez Artés, presidente de la Fundación Economía y Salud, durante la jornada La coordinación social y sanitaria como oportunidad, organizada por la Asociación de la Dependencia de la Región de Murcia (Adermur).
También ha mostrado datos económicos que indican cómo el gasto público en los servicios sociales destinados a la dependencia aumenta cada año. Además, el gasto sanitario sigue incrementándose sin que la inversión ponga el foco en la atención primaria, la prevención, la promoción de la salud.
“La coordinación social y sanitaria es fundamental para la continuidad asistencial”
Por último, el presidente de la Fundación Economía y Salud, ha hecho un llamamiento a potenciar las tecnologías de la información para facilitar esa coordinación sociosanitaria, así como a incrementar los recursos sanitarios y sociales. “Ante el crecimiento de la demanda es más necesario que nunca establecer una legislación sólida para que nuestro sistema de salud y nuestros servicios sociales trabajen más unidos que nunca.”
Esta jornada pone de relieve la necesidad de fomentar una atención integral e integradora en los perfiles de atención social y sanitaria, llevando a cabo una correcta coordinación, eficiente y sinérgica, que sitúe a la persona en el centro y permita ofrecerle los recursos más adecuados a su necesidad.