Juan León García
“Sin UCI no hay infantil” han coreado este miércoles más de medio centenar de profesionales sanitarios de la Unidad de Cuidados Intensivos pedriáticos del Hospital Universitario La Paz de Madrid. El motivo: la restitución, por segunda vez, de su jefe de Servicio, el Dr. Pedro de la Oliva, tras una sentencia judicial que no aprecia motivos de peso para su destitución.
Fue la gota que colmó el vaso. Por eso, desde hace una semana esta unidad, una de las más punteras de nuestro país, que comprende el 30% total de camas de pacientes pediátricos en estado grave, está cerrada. Ningún profesional, ni médicos ni enfermeras, quiere trabajar con De la Oliva. De hecho, una parte importante ya se ha dado de baja por motivos psicológicos tras el anuncio de su vuelta a los pasillos del Materno-Infantil.
Desde que se supo, aparte del cierre técnico de la unidad por falta de profesionales, la plantilla de este hospital se está concentrando a las puertas de un edificio que se inauguró hace apenas un año y que costó alrededor de tres millones de euros. Además, cuentan con el apoyo de familiares de los niños y también de al menos una decena de asociaciones de pacientes, entre ellas algunas como Alcer Madrid o Menudos Corazones.
Una enfermera de este servicio cuenta que hubo una profesional sanitaria de Andalucía que acudió a ese llamado. Se fue al mes y medio
Las consecuencias son múltiples en apenas siete días: se ha alterado el programa de trasplantes; suspendido intervenciones quirúrgicas; está en riesgo la acreditación de centro de calidad a nivel nacional. Sin olvidar los perjuicios que conlleva para los propios profesionales, cuyas carreras profesionales se ven truncadas por no poder continuar su labor docente, investigadora y por las repercusiones en la salud mental. Que también afecta a su vida personal.
“Día a día experimentamos problemas de ansiedad, insomnio, estrés y un profundo sentimiento de tristeza que invade nuestro entorno profesional y personal”, han expresado a través de un manifiesto que se ha leído.
En él, además exigen medidas “urgentes” para que se revierta esa situación y “cada profesional pueda trabajar”. Y han adelantado que pueden aportar “abundante información” que demuestra el “grave deterioro asistencial” desencadenado por el retorno de la figura del doctor De la Oliva. A continuación, han añadido que por su parte tomarán las medidas que sean necesarias “para resolver la situación extrema” que sufren en la actualidad. Eso implica informar tanto a las autoridades autonómicas de la Comunidad de Madrid, como a otras autoridades e instancias judiciales “responsables de las indeseables consecuencias”.
“¿Trabajar con De la Oliva? No, gracias”
Así han afirmado que ocurre cuando se propone a un profesional cubrir un puesto bajo el mando de este facultativo. De hecho, en estas últimas semanas se ha tratado de cubrir el vacío ni aunque se ofreciese doblar el sueldo de las guardias, ni poniendo anuncios en las asociaciones profesionales y sociedades científicas. Nada de eso ha servido.
Una enfermera de este servicio cuenta que hubo una profesional sanitaria de Andalucía que acudió a ese llamado. Se fue al mes y medio.
Por eso, desde hace una semana esta unidad, una de las más punteras de nuestro país, que comprende el 30% total de camas de pacientes pediátricos en estado grave, está cerrada
“¿Con quién voy a trabajar? Con el doctor De la Oliva, pues no, gracias”, han asegurado los profesionales concentrados que es la tónica habitual. Los profesionales hablan de “acoso” e “intimidación” del jefe de la UCI pediátrica, registrados en expedientes del departamento de recursos humanos del hospital. En especial, actitudes y comentarios más que cuestionables a las profesionales mujeres, sobre todo las que iban a ser madres. Por ejemplo, asegura esta enfermera, poniéndoles contra la espada y la pared: “o la maternidad o el progreso profesional”.
La mayor parte de jefes de Servicio del hospital, asegura, tampoco se sienten cómodos a su lado. Ni los directores médicos, ni los de Enfermería. Incluso otros jefes de otros hospitales “también dijeron que era insostenible”.
“Esto nos va dejar una cicatriz muy grande a todos. Tanto a los médicos que han truncado su vida, porque está bastante destrozada, como a las enfermeras que estamos al borde del colapso, mental y físicamente”, concluye.