“El progreso en el tratamiento del VIH ha convertido una enfermedad considerada mortal en sus comienzos, en crónica y manejable de una forma cada vez más cómoda y segura”

Dr. Jesús Troya, servicio de Medicina Interna del Hospital Infanta Leonor de Madrid

Anuario iSanidad 2023
Redacción
El progreso en el tratamiento del VIH durante las últimas tres décadas ha convertido “una enfermedad considerada mortal en sus comienzos, en una condición crónica y manejable de una forma cada vez más cómoda y segura”. Así lo subraya el Dr. Jesús Troya, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Infanta Leonor de Madrid, que celebra los avances logrados en el VIH, pero advierte que todavía queda trabajo por hacer y expone los principales desafíos futuros. Además, resalta el envejecimiento saludable de estos pacientes y la mejora en su calidad de vida, se puede alcanzar mediante un enfoque integral.

Desde el punto de vista clínico, estamos ante uno de los grandes hitos de la medicina. En poco más de tres décadas, se ha conseguido que una enfermedad mortal, se haya convertido en crónica y manejable. ¿Queda todavía mucho camino por andar?
A pesar de los avances conseguidos hasta la fecha, impensables hace tres décadas, todavía hay desafíos, retos y áreas que necesitan mejorar y para los cuales debemos trabajar en dar respuesta.

En primer lugar, el acceso “universal” al tratamiento. Aunque se han desarrollado tratamientos altamente efectivos y seguros para el VIH, el acceso sigue siendo desigual en diferentes partes del mundo. Garantizar un acceso universal y equitativo es esencial para abordar la pandemia de una forma efectiva. En segundo lugar, el estigma y la discriminación.

“Aunque los avances médicos han transformado la enfermedad, el estigma social asociado con el VIH sigue siendo un desafío”

Aunque los avances médicos han transformado la enfermedad, el estigma social asociado con el VIH sigue siendo un desafío. Abordar la discriminación y promover la concienciación, son componentes importantes para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

Cuando a una persona se le diagnostica VIH, el médico tiene un papel fundamental. Los avances conseguidos por los actuales tratamientos antirretrovirales son indudables, pero su eficacia en el control virológico no puede ser el único criterio en el cuidado de las personas con VIH. Quizás, esa persona necesite algo más. ¿A qué interrogantes se enfrentan para garantizar una mejor calidad de vida?
Cuando a una persona se le diagnostica VIH, el papel del médico es esencial no solo en garantizar un adecuado control virológico e inmunológico con los tratamientos disponibles, sino también en garantizar una atención integral centrada en una mejor calidad de vida en salud. Para lograr esto, el médico se enfrenta a diversos desafíos.

Uno de ellos es el abordaje integral. Es necesario que la atención sanitaria se centre en proporcionar un enfoque integral que no solo se focalice en el control del virus, sino también en el bienestar general de la persona. Esto implica considerar otros aspectos de salud, además de factores emocionales, sociales y psicológicos. La consulta de atención a la persona con VIH se convierte en un espacio idóneo para el manejo y prevención de otras patologías, ya sean comorbilidades asociadas o no a la propia infección y con ello contribuir a mantener su salud.

“La búsqueda de una cura definitiva, la ampliación del acceso a tratamientos efectivos y seguros y la reducción del estigma son cruciales para avanzar en el abordaje del VIH”

Otro de los retos es la adherencia, que es crucial para el éxito del tratamiento y la supresión viral, pero puede verse afectada por diversos factores como efectos secundarios, complejidad del régimen, o barreras socioeconómicas. La simplicidad de los tratamientos actuales en un solo comprimido, más tolerables y seguros contribuye a este objetivo.

También es importante el manejo de efectos secundarios. A veces, la presencia de los efectos secundarios del tratamiento, en ocasiones de presentación muy sutil, puede tener un impacto importante en la calidad de vida de las personas con VIH. La búsqueda proactiva de los mismos permitirá una detección e intervención precoces y con ello contribuir a mejorar su calidad de vida. Igualmente, es necesario el apoyo psicológico. El estigma asociado al VIH y el impacto emocional de la enfermedad pueden afectar su calidad de vida. Por ello, es fundamental abordar aspectos emocionales y mentales en la consulta de forma proactiva para poder diagnosticar de una manera precoz y realizar intervenciones rápidas en el tiempo.

Por otro lado, es necesario proporcionar educación sanitaria continua sobre la enfermedad, el tratamiento y la prevención para empoderar a los pacientes en la toma de decisiones relacionadas con su propia salud. Además, los clínicos debemos ser garantes del acceso equitativo a servicios de salud, adaptándonos a las barreras socioeconómicas y geográficas de cada persona que pueden dificultar la atención médica adecuada y, por tanto, buscar los medios para reducirlas o eliminarlas. Abordar todos estos desafíos de manera efectiva contribuirá a mejorar la calidad de vida de las personas con VIH, permitiendo no solo sobrellevar la enfermedad, sino también tener una vida más plena y saludable.

“El papel del médico es esencial para garantizar una atención integral centrada en una mejor calidad de vida en salud”

¿Qué factores se asocian con una mala CVRS en las personas con VIH en España?
Es importante destacar que la calidad de vida en personas con VIH es multifactorial y puede ser influida por la interacción de diversos factores. Un enfoque integral que aborde estos aspectos puede contribuir a mejorar su calidad de vida. Entre los factores más importantes a tener en cuenta, podemos destacar: estigma y discriminación, problemas de salud mental, acceso a la atención médica, condiciones médicas recurrentes, adherencia al tratamiento, nivel socioeconómico, educación y conciencia, apoyo social y edad.

El estigma social relacionado con el VIH puede afectar la calidad de vida al generar sentimientos de aislamiento y discriminación, tanto a nivel personal como social. Además, la presencia de trastornos de salud mental, como la ansiedad y la depresión, es común en personas con VIH y puede afectarles también negativamente. Por otro lado, las limitaciones en el acceso a servicios médicos especializados, medicamentos antirretrovirales y otros tratamientos pueden tener un impacto directo en la salud y su calidad de vida.

La presencia de otras condiciones médicas o comorbilidades, además del propio VIH, como enfermedades cardiovasculares, otras infecciones de transmisión sexual también pueden afectar la calidad de vida y el bienestar general. Asimismo, la falta de adherencia al tratamiento antirretroviral puede contribuir a una progresión más rápida de la enfermedad. En este sentido, un control inadecuado de la carga viral y la disminución del estado inmunológico pueden afectar la calidad de vida de manera significativa.

Factores socioeconómicos, como el nivel educativo, el empleo y los ingresos, pueden influir en la calidad de vida al afectar el acceso a recursos y oportunidades. Igualmente, el nivel de educación y la conciencia sobre el VIH pueden afectar a la forma en que la persona maneja su condición y busca apoyo.

“Los clínicos debemos ser garantes del acceso equitativo a servicios de salud, adaptándonos a las barreras socioeconómicas y geográficas de cada persona”

La presencia o ausencia de un sólido sistema de apoyo social, que incluya amigos, familiares y grupos de apoyo, puede tener un impacto importante en la calidad de vida. Finalmente, la edad de la persona con VIH también puede ser un factor, ya que el envejecimiento prematuro asociado al VIH podría contribuir a una disminución de su calidad de vida.

Para las personas con VIH, el envejecimiento saludable es más que una posibilidad ¿Cómo se puede combatir los efectos del envejecimiento prematuro asociado al VIH y que ganen en calidad de vida a largo plazo?
Un envejecimiento saludable para personas con VIH es alcanzable mediante un enfoque integral que aborde aspectos médicos, emocionales y sociales. La atención médica personalizada, la prevención de comorbilidades y la promoción de estilos de vida saludables son componentes clave para garantizar una mayor calidad de vida a largo plazo. Entre las posibles estrategias dirigidas a mejorar la calidad de vida a largo plazo podemos destacar: cuidado médico especializado, promoción de estilos de vida saludables, prevención de la fragilidad, manejo del estrés y reducción del estigma y apoyo social.

Es necesario proporcionar un cuidado médico especializado que tenga en cuenta las necesidades específicas de las personas con VIH a medida que envejecen. Esto incluye la monitorización regular de la función inmunológica, la gestión de enfermedades asociadas y la adaptación de tratamientos antirretrovirales según la necesidad del paciente. También hay que abordar las comorbilidades asociadas al envejecimiento, como enfermedades cardiovasculares, diabetes y osteoporosis y estrategias preventivas de cáncer. Será necesario garantizar el acceso continuo a servicios de salud a largo plazo, teniendo en cuenta las necesidades cambiantes de las personas con VIH a medida que envejecen.

“Asegurar una mejor calidad de vida para todas las personas con VIH contribuirá a reducir las inequidades en la atención y mejorar la igualdad de oportunidades en el entorno sanitario”

Es fundamental fomentar hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, actividad física regular y evitar el consumo de tabaco, alcohol en exceso y drogas. Igualmente, se debe abordar la fragilidad física y funcional que puede surgir con el envejecimiento, mediante programas de ejercicio adaptados a las necesidades individuales, fisioterapia y otras intervenciones para mantener la movilidad y la independencia.

Además, el estrés puede afectar negativamente la salud en general. Proporcionar estrategias de manejo del estrés, apoyo emocional y acceso a servicios de salud mental puede ayudar a las personas con VIH a enfrentar los desafíos emocionales asociados al envejecimiento y la enfermedad. Combatir el estigma asociado al VIH y promover la inclusión social pueden tener un impacto positivo en la salud mental y emocional de las personas con VIH, contribuyendo a su bienestar general a medida que envejecen.

Se quiere sumar un cuarto objetivo complementario a los tres 95 de Onusida: que el 95% de las personas con VIH estén diagnosticadas, que el 95% de las personas diagnosticadas estén en tratamiento y que el 95% de las personas en tratamiento tengan una carga viral indetectable. ¿Cuál es ese nuevo objetivo y por qué es importante?
El cuarto objetivo complementario se enfoca en el bienestar integral de las personas con VIH. Supondría lograr que el 95% de las personas con VIH experimenten una mejor calidad de vida y bienestar general. Los tres objetivos del 95% de Onusida se centran, principalmente, en aspectos clínicos y virológicos. La inclusión de este nuevo objetivo reconoce la importancia de mejorar la calidad de vida de las personas con VIH, considerando aspectos físicos, emocionales, sociales y psicológicos.

“La inclusión de este nuevo objetivo por parte de Onusida reconoce la importancia de mejorar la calidad de vida de las personas con VIH, considerando aspectos físicos, emocionales, sociales y psicológicos”

Este objetivo refleja la necesidad de un enfoque integral en la atención de personas con VIH, que vaya más allá de los indicadores tradicionales de diagnóstico, tratamiento y carga viral indetectable. Incluye la atención a la salud mental, el bienestar emocional, el apoyo social y el manejo de aspectos relacionados con el estigma y la discriminación. Además, supone un empoderamiento del paciente para que pueda vivir plenamente y participar activamente de su salud. Esto implica proporcionar información, recursos y apoyo necesario para que puedan tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar.

Finalmente, este objetivo también puede ayudar a abordar las disparidades existentes en el acceso a servicios de atención médica y apoyo. Asegurar una mejor calidad de vida para todas las personas con VIH contribuirá a reducir las inequidades en la atención y mejorar la igualdad de oportunidades.

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