Diferenciar un aneurisma de aorta de una aorta dilatada, clave para evitar errores en su manejo

El Dr. Artur Evangelista Masip explica los criterios diagnósticos y la importancia de una evaluación precisa

Paula Baena
El aneurisma de aorta y la aorta dilatada son conceptos que con frecuencia generan confusión en la práctica clínica. Utilizar el término «aneurisma» de manera imprecisa puede llevar a diagnósticos erróneos y a preocupaciones innecesarias en los pacientes. El Dr. Artur Evangelista Masip, especialista en imagen cardíaca del Instituto del Corazón Teknon, ha abordado en Doryos los criterios para diferenciar ambas condiciones y los errores más habituales en su manejo.

El tamaño de la aorta varía según el segmento anatómico, el sexo y la superficie corporal del paciente. Determinar si existe una dilatación requiere considerar estos factores y, en muchos casos, emplear herramientas de medición como el z-score, que permite ajustar los valores en función de la talla, peso, edad y sexo. Este método es especialmente útil en el diagnóstico de enfermedades genéticas como el síndrome de Marfan, donde pequeñas variaciones pueden ser significativas.

Así, el especialista explica que uno de los errores más comunes en la práctica médica es etiquetar cualquier dilatación como aneurisma. En los informes clínicos es frecuente encontrar este término de manera indiscriminada, lo que genera alarma en los pacientes. Para evitar esta confusión, se recomienda reservar el diagnóstico de aneurisma cuando la dilatación supera los 45mm en la aorta ascendente, los 40mm en la aorta descendente y los 30mm en la aorta abdominal. Utilizar estos valores como referencia permite diferenciar cuándo una dilatación representa un riesgo y requiere seguimiento más estricto.

Uno de los errores más comunes en la práctica médica es etiquetar cualquier dilatación como aneurisma

El uso del z-score aporta una evaluación más precisa, especialmente en pacientes de menor talla o con contextos clínicos específicos. Sin embargo, en la práctica diaria no siempre es imprescindible calcularlo, ya que la mayoría de las dilataciones leves permanecen estables durante años sin necesidad de intervención. En enfermedades con un componente genético claro, como el síndrome de Marfan, este cálculo adquiere mayor relevancia, ya que una dilatación moderada puede ser un criterio para la toma de decisiones médicas.

Además, el Dr. Evangelista señala que los aneurismas de aorta ascendente son tres veces más frecuentes que los de aorta descendente, y en la población general la prevalencia del aneurisma de aorta abdominal asociado a arteriosclerosis alcanza el 2% en hombres mayores de 65 años, aumentando hasta el 7-8% en presencia de factores de riesgo cardiovascular.

Los aneurismas de aorta ascendente son tres veces más frecuentes que los de aorta descendente

Evitar el uso indiscriminado del término «aneurisma» es fundamental para reducir la ansiedad de los pacientes y garantizar un seguimiento adecuado. La evaluación individualizada, el empleo de herramientas como el z-score y la correcta interpretación de los valores de referencia permiten una mejor toma de decisiones en el manejo de estas patologías cardiovasculares.

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