España lidera en planificación para integrar terapias CAR-T, con la equidad y falta de recursos como asignaturas pendientes

Un informe de Iqvia compara la preparación de los sistemas sanitarios de siete países para integrar las CAR-T, destacando sus fortalezas y puntos de mejora

CAR-T

Nieves Sebastián Mongares
España fue precursora en la implementación de una estrategia para integrar las terapias CAR-T. Y, además de ser el primer país que diseñó un plan para ello, lo ha ido actualizando periódicamente para adaptarse a los desafíos que han ido surgiendo respecto a estas terapias innovadoras. Así lo refleja el informe ‘Achieving CAR T-cell Therapy Health System Readiness’ (Preparando los sistemas sanitarios para las terapias CAR-T), elaborado por la consultora especializada Iqvia. En este se compara cómo siete países (Australia, Canadá, Francia, Alemania, Italia, España y Reino Unido) han ido preparándose para introducir las terapias CAR-T en sus sistemas sanitarios. Dentro del informe, España destaca en algunas de las áreas, aunque también hay asignaturas pendientes.

Así, el informe de Iqvia subraya el hecho de España fuera el primer país en lanzar una estrategia al respecto, el ‘Plan para el Abordaje de las Terapias Avanzadas en el SNS’ en el año 2018. En este sentido, se destaca que este marco ha permitido consolidar un sistema de seguimiento y evaluación centralizado, facilitando el seguimiento del acceso y favoreciendo  la toma de decisiones. Siguiendo este hilo, el análisis pone en valor el hecho de que España cuente con un comité evaluador con capacidad de responder en menos de 24 horas al 90% de solicitudes sobre el uso de CAR-T.

El informe destaca que en España existen 33 centros autorizados para el uso de CAR-T, aunque su distribución geográfica puede generar inequidades en el acceso

Otro de los aspectos en el que el informe pone el foco es en la designación y distribución de centros de tratamiento autorizados. En este punto, la publicación señala que hay luces y sombras: mientras que cuenta con un total de 33 centros para el territorio español distribuidos en 12 comunidades autónomas de las 17 que hay en el país, la ubicación de los mismos puede ir en contra del acceso a estas terapias innovadoras.

Y es que precisamente la equidad es una de las asignaturas pendientes a la que apunta este informe. Más allá de que cinco regiones todavía no dispongan de centros autorizados para su administración, la distribución geográfica es desigual. Aquí, además de que más de la mitad de centros designados se encuentran en Madrid y Cataluña, un 25% del total de pacientes con CAR-T tratados en Madrid proceden de otras regiones, lo que les obliga a recorrer una media de 125 kilómetros para recibir el tratamiento.

Estas disparidades, más allá de la ubicación de los pacientes, también se extienden a las patologías. Uno de los aspectos con margen de mejora que incluye el informe es el relativo a los retrasos en los tiempos entre la derivación y la administración de la terapia, es decir, desde que se extraen las células del paciente hasta que estas le vuelven a ser infundidas ya reprogramadas, presenta variaciones en función de la neoplasia hematológica, con una media de 36 días. Peor, en linfoma B difuso de células grandes,  un 52% de pacientes que esperan más de dos meses para recibir la terapia, y un 10% en el que la demora se extiende a los tres meses.

El informe de Iqvia pone en valor que la información de respuesta clínica relativa al pago por resultados se incorpore a Valtermed para evaluar los resultados en vida real

En cuanto a la financiación, España trabaja con un modelo basado en el pago por resultados. En las CAR-T autorizadas en el momento de elaboración del informe (tisagenlecleucel y axicabtagén ciloleucel), el pago está supeditado a la respuesta clínica a los 18 meses. El informe pone en valor que los datos clínicos se incorporan Valtermed, con el objetivo de evaluar los resultados en vida real y que esta información sea de ayuda para adaptar las políticas al escenario en cada momento.

Asimismo, el informe pone el foco en los problemas de capacidad, tanto a nivel de infraestructuras como de personal para integrar las terapias CAR-T. Así, se pone de manifiesto la necesidad de aumentar el número de puestos de aféresis, camas de UCI y los profesionales implicados en el tratamiento -tanto médicos como enfermeras- para optimizar la asistencia a estos pacientes.

En este sentido, el informe incide en la falta de formación específica, con un 85% de profesionales que expresaron la necesidad de aumentar sus conocimientos sobre todo el proceso de uso de estas terapias celulares; y la situación empeora en aquellas regiones con menos centros designados y, por tanto, menos experiencia en el uso de CAR-T.

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